CULTURA / ESPECTáCULOS › HISTORIETA. RUBéN SOSA. DE VUELTA EN CASA, EN LAVARDéN
Entre páginas y láminas de variedad estética, asoma el perfil del notable dibujante argentino, quien dejó el país en 1976. La bronca, el exilio, los Beatles y Oesterheld. La historieta como una manera de mirar y denunciar el mundo.
› Por Leandro Arteaga
"Es una historieta con mucha bronca, muy en caliente, un modo de explicitar muy valiente para ese momento. Su lectura parece muy chocante, pero maneja una habilidad que le permite frenar en el momento justo. Te alerta, te incomoda", explica Judith Gociol sobre Un hombre normal, la historieta central de Rubén Sosa. De vuelta en casa, muestra dedicada al dibujante exiliado en 1976 y fallecido en 2007, que ofrece desde el martes pasado Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), en el marco de la inminente convención Crack Bang Boom.
Gociol es la responsable del Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentinos (Biblioteca Nacional Mariano Moreno), de un trabajo encomiable, al dar cobijo y memoria a los autores y publicaciones de la historieta argentina. La muestra ha sido posible gracias a la donación --de alrededor de 500 dibujos-- de la viuda del artista.
"Uno de los disparadores fue ver que la hija de (Eugenio) Zoppi había donado la obra de su padre, que había sido el maestro de Sosa. Eso la convenció, fue el material del propio archivo el que la terminó de motivar, algo que me pone contenta. Cada vez que abría una de las valijitas que enviaba era una sorpresa, por la diversidad de materiales, de trazos", distingue Gociol.
Un hombre normal es el eje de la exposición. La muestra exhibe el primero de los cinco episodios, reunidos todos en el catálogo. La historieta comenzó a ser dibujada en 1976, mientras el artista decidía su exilio. "Es como una denuncia, me parece que se debe a que no era el momento apropiado para metaforizar. Las escenas de tortura quizás no lleguen a resultar del todo desagradables porque Sosa se maneja con los códigos del policial negro; en ese sentido, es una historieta con mucha modernidad".
Los trazos de Rubén Sosa (1939-2007) se remontan a colaboraciones para la editorial Frontera de Héctor Germán Oesterheld. Algún lector memorioso podrá evocar su firma en algunos episodios de Ernie Pike. Ha transitado por revistas como Leoplán, Top, Joker, Skorpio. La muestra exhibe un número temprano de la revista Dibujantes, de Osvaldo Laino, en donde un joven Sosa dice: "Este trabajo (la historieta) sólo podrá ser encarado a través de un verdadero optimismo revolucionario en el destino de una profesión y con nuestras propias fuentes. La experiencia nos indica claramente, que todo avance se ha logrado merced a grandes organizaciones".
Luego vendrían las colaboraciones en sellos como Fleetway, Marvel, DC. También el exilio. Sosa realiza Un hombre normal por motivación pura, ante la urgencia del contexto y desde la incidencia del cuento "Las hienas", de Enrique Medina. "La historieta funciona como un documento. Tiene una carga de horror, de bronca, que lo permite alguien que miró lo que sucedía en el mismo momento en que acontecía. Los dos primeros capítulos los hace acá, después viaja al festival de Lucca, y el clima de libertad que encontró en Italia le hizo quedarse. No fue un perseguido, pero se habían llevado a alguna gente que él conocía", prosigue la responsable del Archivo de Historieta y Humor Gráfico.
El dibujante finaliza la historieta en Europa. La prestigiosa Charlie Mensuel le dará cabida, en 1978, junto al prólogo de Georges Wolinski, una de las víctimas del atentado a Charlie Hebdo: "Nunca conocí una historieta más negra, más desesperante (...) Durante varios meses la estuve leyendo una y otra vez, siempre con la misma angustia, dudando si publicarla o no a causa de su realismo".
Entre la variedad estética de este artista extraordinario, hay bocetos para animación, láminas con colores y blanco y negro, ilustraciones y cómics, más seis páginas de una historieta sobre Los Beatles, con guión de Oesterheld, hechas en 1968.
Su última historieta, Tigres de Papier, le devolvió al país, con el afán de terminarla aquí. En ella, un perseguido político se va a Italia y el fantasma de la muerte lo acecha, como un monstruo. Increíblemente, es la muerte quien también sorprendió la salud del dibujante. Acá, en su tierra. Pero su obra, por fin, está de vuelta.
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