La definición de "inclasificable" resulta un práctico ardid para esquivar la enumeración cuando múltiples estilos conviven en una banda. La sorprendente Octafonic, por caso, bien podría incluirse en esa lista de grupos que se permiten transitar géneros diversos y hacer de ese mix su línea identitaria. Pero a diferencia de la mixtura que caracterizó a grandes exponentes del rock argentino en los 80 y 90 (desde Los Fabulosos Cadillacs a Karamelo Santo, desde El Regreso del Coelacanto hasta Carmina Burana), el noneto liderado por Nicolás Sorín echa sus raíces en la orquestación e imprevisibilidad del jazz para, desde allí, ir hacia el rock visceral, la electrónica y canciones de cautivante timing melódico.

Todo ello tuvo como primer muestrario Monster, sorprendente disco debut les valió dos Premios Gardel y los trajo por primera vez a Rosario. Su show en Plataforma Lavardén le dio impulso a un boca-a-boca que los convirtió en uno de los grupos sensación del último año. "No deja de sorprendernos la respuesta tanto de la prensa como del público --admite Sorín respecto a ese fenómeno--. Estamos muy contentos, está buenísimo, y además la demografía de la gente es muy extraña. Hay gente de 8 a 60 años. La que nos sigue creo que es gente curiosa, que le pide más a la oreja". En esa línea, el pianista reconoce que la de Octafonic "es una música complicada, que no es fácil, que probablemente requiere varias escuchas para sacarle el jugo al cien por ciento".

Sin dudas, hacer correr una y otra vez las obras de Octafonic permite descubrir la intensidad y riqueza del grupo que completan Cirilo Fernández (bajo), Hernán Rupolo (guitarra eléctrica), Leo Costa (sintetizadores), Francisco Huici (saxo barítono), Leo Paganini (saxo tenor), Juan Manuel Alfaro (saxo alto), Mariano Bonadio (drumpad y percusión) y Ezequiel "Chino" Piazza (batería). Ese staff es el que le dio forma a Mini Buda, segundo disco que esta noche, a las 22, tendrá su presentación oficial en Pugliese (Corrientes 1530), en un cambio de escenario que invitará a explotar el costado más bailable y sanguíneo del grupo.

Y si Monster fue compuesto durante la estadía que Sorín realizó en la Antártida, un nuevo viaje funcionó como base de inspiración para Mini Buda: "Viajé a Tailandia con mi mujer, que estaba embarazada de tres meses, y palpando un poquito la cultura budista creé este personaje, Mini Buda, un joven dalai lama que está muy enojado con Occidente. Empecé a inventar una historia, que realmente ilustra un poco lo que está pasando hoy entre Oriente y Occidente. Aborda temas como la vida, la muerte, Dios, aunque de una manera más irreverente, lúdica, no tan seria, los temas que se tratan son realmente serios. Es un poquito la idea global del disco".

- En ese sentido hay una marca autoral en este abordaje a distintas temáticas desde una mirada que busca cierto humor, ironía.

- Sí, el humor es parte intrínseca de todo lo que hacemos. La temática es intensa, es seria, hablan sobre la velocidad que va el mundo, sobre si uno realmente cree en un dios. De alguna manera los temas son bastante existenciales, pero lo abordamos de un modo lúdico, para que no sean tan devastadores.