Lun 09.10.2006
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › UNA MIRADA A DIFERENTES MANERAS DE DISCRIMINACIÓN

Largo recorrido por un sueño

"Transamérica", la película de Duncan Tucker narra la historia
de un hombre dispuesto a realizarse una operación de sexo. El
camino que realiza y los secretos que tendrá que ir develando.

› Por Emilio A. Bellon

"Transamérica". U.S.A., 2005.

Guión y dirección: Duncan Tucker

Fotografía: Stehen Kezmierski

Música: David Mansfiels

Intérpretes: Felicity Huffman, Kevin Zegers, Fiomula Plannagan, Graham green.

Duración: 103 minutos.

Distribuye Alfa en los cines Del Siglo, Monumental, Showcase, Village.

Puntos:8 (ocho)

Ella ha elegido el rosa y como complemento el lila. Su nombre es Bree y alguna vez se llamó Stanley y en una única oportunidad cometió un desliz, que hoy está por salir de la prisión. Ella, Bree, vive en Los Angeles y trabaja en un fast﷓food, pese a que su adinerada familia luce, desde su condición de venida a más, una monumental piscina de agua color turquesa. Ella, como tantos otros, está marcada por el rechazo, la indiferencia, el olvido. Bree, entonces Stanley es una composición de la actriz Felicity Huffman, ganadora del Golden Globe, nominada para el Oscar 2006, por su interpretación de una mujer que alguna vez fue hombre y que ahora sólo espera ser, definitiva y biológicamente, mujer.

El film de Duncan Tucker, se llama originalmente "Transamérica", término que lleva en sí la sílaba "Trans", que en este caso remite al transexualismo, y ya desde el inicio el personaje de Bree, quien fuera Stanley tal cual una foto lo certifica, está dispuesta allí mismo, en Los Angeles, a que le realicen la operación tan deseada. Pero antes recibirá una información y paso siguiente su psicóloga le indicará que ante aquello, y mucho antes de internarse en el sanatorio, deberá viajar a Nueva York, para afrontar una deuda pendiente con su propia historia. El segundo término del título nos habla de América y es que desde allí el film se propondrá como un "road movie", de costa a costa.

Hay en "Transamérica" numerosos secretos bien guardados y que el personaje de Bree, junto a su joven acompañante, irá descubriendo. En este trayecto que evita todo pintoresquismo, la fuerza se centra en el juego de caracteres y en historias de tantas violencias y tantos olvidos. Asomarse al personaje de Bree es redescubrir cierta candidez y ternura, ausente en tantas historias familiares, pese a lo terrible de algunas situaciones.

El film se anuncia como una historia que despertará carcajadas, según algunos críticos estadounidenses, como podemos leer en el mismo afiche. Pero, desde mi posición, creo, lo que predomina es la sonrisa y sólo en algunas ocasiones, como cuando Bree ﷓aún también Stanley para los otros﷓ llega a la casa familiar, en un dicho sea de paso, allí lo ridículo y lo grotesco pasan a primer plano y contrasta fuertemente con el modo de ser de la protagonista, por su pudoroso tono de voz, por sus gestos que siempre delatan ambigüedad sin llegar a un amendramiento exagerado; por sus variados matices de sus conductas, que le van imprimiendo diferentes acercamientos a su joven acompañante (que no es otro que...) desde una relación conflictiva.

Al manejar siempre ese medio tono, en la composición de la protagonista, todo para nosotros, los espectadores, se podrá llegar a mostrar como sorprendente. Y así en ese pasaje no sólo de la costa oeste a la costa este, como viaje de ida, y luego regreso a la misma costa oeste, también hay un tránsito por vejaciones, situaciones que parecen rayar en el incesto pero que conocen siempre ese límite, situaciones que veladamente se pueden calificar como edípicas. Podríamos decir que hay aquí algo muy cercano, pero en otro tono y con otra propuesta, a un cruce entre "Apiñes", "Capturando a los Friedman" y algunas toques de Kitsch y perversión de los films de John Waters.

Anhelo postergado de redefinir una identidad, "Transamérica" mira hacia las diferentes maneras de discriminación, en esta la primera obra de su director Duncan Tucker. Una historia de caminos, entre dos personajes más cercanos de lo que podemos imaginar, que viven, cada uno a su manera, diferentes situaciones, hasta ser motivo de una balada mejicana, bajo el cielo estrellado. Pero también el oficio de amante ocasional por algunos pesos, el consumo de ese polvo blanco que alimenta los mercados negros. Y por sobre todo, aún, la necesidad de creer y responder con acciones que serán burladas como ingenuas.

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