Mié 11.10.2006
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS

Piccoli o la multiplicación material del sentido y lo dicho

Con esta antología, su obra poética de constituye una de las zonas más originales y ricas de la poesía argentina contemporánea.

› Por Sonia Scarabelli

La jovencísima editorial rosarina Serapis ha lanzado recientemente su primer título, y se trata, sin duda, de una obra tan necesaria como esperada: la Antología Poética de Héctor A. Piccoli. Con selección y prólogo de Claudio J. Sguro, y notas del autor, esta bella publicación se distingue por su cuidado, por el amoroso acogimiento que brinda a la monumental tarea que el poeta emprendió ya desde sus comienzos: alzar la forma desde la misma invisible raíz que ésta echa en el corazón de la lengua. Entre otros detalles de la edición destacan las páginas desplegables, adaptadas a fin de adecuarse a la estricta configuración material de algunos de los poemas, respetando la concepción original de su autor.

Piccoli nació en Rosario en 1951. Además de poeta bilingüe y traductor, es licenciado en Letras por la UNR donde se desempeña como profesor titular desde 1984. Dirige la Georg Trakl Sprachwerkstatt, instituto privado para la lengua y literatura alemanas y, en 1995, fundó Biblioteca eLe (editorial del libro electrónico).

El presente volumen reúne poemas de sus cuatro libros publicados: Permutaciones (1975), en coautoría con E. M. Olivay; Si no a enhestar el oro oído (1983); Filiación del rumor (1993) y Fractales (2002), (publicación web de ciberpoesía eLe), junto a una selección de catorce poemas inéditos.

La obra poética de Piccoli es vasta, ya que la medida de su extensión está dada, fundamentalmente, por su tarea con la forma; y es tal la intensidad, fuerza y rigor de esta tarea, que accede el lector, con cada poema, a una multiplicación material del sentido y lo dicho, manteniéndose al mismo tiempo anclado (puede creerlo así) ante la sola página, pero no ya ante el solo poema.

Como señala Sguro en su lúcido y extenso prólogo, la coherencia que atraviesa toda la obra del poeta, corporizada en "cierta univocidad sostenida, capaz de franquear los avatares del tiempo", da cuenta de "una voz que posee la virtud de columbrarse a si misma en su acontecer futuro". En este sentido, vale mencionar la nota del mismo autor al poema "Matrices", incluido en su libro de 1975; en la cual apunta haber reencontrado en aquel poema, tras una relectura en 2005, y no sin asombro, el planteo que actualiza el proyecto de Fractales, en el cual, tal lo resalta el "Manifiesto", mediante un trabajo con el ordenador ("allí donde la herramienta se revela como más maravillosa: en el escrutinio, los paradigmas, las permutaciones, la celeridad y la memoria") propone "un poema generativo, interactivo [...] y esencialmente plural, ya que cada unidad del poemario es varios poemas a la vez".

Y es que "Matrices", poema que abre la presente antología, opera, paradigmáticamente, con el complejo juego de las permutaciones, para alumbrar una experiencia de la simultaneidad que, violentamente resistida en la linealidad del sintagma, es tentada una y otra vez, en función de lograr, dirá el poeta, "un sueño tan viejo como imposible: poder 'decir'(escribir) dos cosas a la vez". Este sueño de la simultaneidad impregna hondamente la poesía de Héctor Piccoli, y acompaña su despliegue en lo que Sguro llama "la pasión por la hechura reflexiva del quehacer literario".

A partir de este trabajo que le demanda consagración de "orfebre" ﷓-la que nunca perderá-﷓, iniciado, por así decir, en la matriz misma del fonema, en la intimidad material de la palabra, de su sonoridad, en la búsqueda casi de la raíz misma del nombrar, tan atento a la música del verso, al impulso del ritmo que pareciera que la voz no puede resolverse si no en canto, Piccoli aborda la tarea arquitectónica del poema, tarea que desenvuelve la sintaxis cada vez desde el cimiento mismo y, en su alzamiento, lleva toda la luz que la forma ha podido acopiar para reencontrarla en el borde inefable de su origen, allí donde "Icaro" (y el poeta en él) vuelve a ser interrogado por el límite: "¿Quién puede hacer tangible en la altura/ la prisión de zafiro y esmeralda/ con doble y leve fábrica en la espalda,/ nombrado por el mar en que perdura?".

Sin embargo, la forma es ala que resiste y no consiente su disolución sino en tanto "dehiscencia", término que el diccionario apunta como "acción de abrirse naturalmente las anteras de una flor o el pericarpio de un fruto para dar salida al polen o a la semilla". Es decir, si hay, en el encuentro con el límite (como Icaro acercándose al sol con sus alas de cera), algo del orden de la muerte, el poema no acata la tragedia; la revierte y, abriéndose, compone en semilla lo que pudo quedar en mero resto. Así, la poesía reanuda su acercamiento a lo inefable cada vez, ceñida a la virtud de su materia: la palabra, el ritmo.

Con esta antología, la obra poética de Piccoli, que constituye una de las zonas más originales y ricas de la poesía argentina contemporánea, viene a ofrecernos una vez más su compañía luminosa allí donde el sentido "nos adivina solos/ en lo instable y tendido que lleva a la otra margen".

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