Mié 19.10.2016
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. TETRIS, NUEVA OBRA DE FEDERICO FERROGIARO

Una novela de código abierto

Entre el espionaje, la sátira de costumbres de época, la reflexión moral o psicológica y el deporte de salón, la creación del escritor rosarino encuentra en el humor algunos de sus mejores momentos. Se presenta mañana en Nómade.

› Por Beatriz Vignoli

Combinar metaficción, juego, ficción, ensayo y una hipótesis de conflicto, sirviendo la mezcla en una incisiva prosa rebosante de agudeza y minada de anacronismos de estilo, fue la fórmula ganadora del cuento largo "La pierna y el juego", incluido en el libro El pintor de delirios (2008, Editorial Municipal de Rosario, segundo premio Ciudad de Rosario). Su autor, Federico Ferrogiaro, la retoma en una nueva y ambiciosa obra.

Ocho años y dos libros de cuentos después, mañana a las 19.30 en el bar Nómade (Ovidio Lagos 68 bis), la colección Confingere de UNR Editora presenta Tetris, primera novela de este profesor y egresado de la Escuela de Letras de la UNR. Acompañarán al autor Adriano Peirone, Nadia Amalevi y Nicolás Manzi. Se expondrá el grabado de Gabriela Rodi cuya reproducción ilustra la tapa. Nacido en Rosario en 1976 y parte de la primera generación que incorpora con naturalidad la tecnología, Ferrogiaro remite desde el título a un célebre juego, citando fuentes de Internet. Entre la novela de espionaje, la sátira de costumbres de época, la reflexión moral o psicológica y el deporte de salón, Tetris recuerda no sólo a sus fuentes explícitas (El mito de Bourne de Robert Ludlum, Rayuela de Julio Cortázar o Los detectives salvajes de Roberto Bolaño) sino a la injustamente relegada novela Shibumi, de Trevanian.

El argumento central es una buena idea: las caídas de ídolos en años recientes se deberían al accionar de una secta iconoclasta que no se atribuiría los atentados por no entrar en contradicción con sus principios, que se oponen al yo, a la fama y al culto del héroe. Pero la fórmula que sacó a su autor del anonimato en 2008 se diluye esta vez en un espacio ficcional atiborrado de lugares comunes: el escritor bloqueado y su banda de obsecuentes, la paranoia conspirativa global sobre los atentados de 2001, la extranjera exótica (objeto de odio misógino y racista, ambos naturalizados por el narrador), el ricachón excéntrico, el terrorismo internacional, etcétera. Lo salva el humor con que logra tomar distancia del propio caos que él mismo generó.

Intercaladas con un rompecabezas ficcional casi imposible de reconstruir, Ferrogiaro desliza jugosas reflexiones de una psicología de café y no por ello menos sabia, aunque contradictoria por momentos. Este hilo ensayístico que versa acerca de la idealización (¿culpa exclusiva del idealizador, como afirma el narrador, o también del idealizado que seduce?) retoma algunas cuestiones del malentendido amoroso que aparecían en sus mejores cuentos ("Recuerdos del que no soy", entre otros de su hoy inhallable libro Cuentos que soñaron con tapas) y se complementa con la teoría literaria salvaje del final.

Las últimas páginas son las mejores. Allí el autor pone en boca de uno de los personajes una cómica receta sobre cómo escribir una novela contemporánea, basada (un guiño para los pocos entendidos en el tema) en sus lecturas de narrativa contemporánea rosarina: por ejemplo, la escrita "ambientando el relato en episodios históricos concretos" (vienen a la mente dos libros de Marcelo Britos: El último azul de la noche y A dónde van los caballos cuando mueren). O la que recorre la web y confunde las citas, como Tetris misma. Así, hacia el final, esta novela open source (de código abierto) revela su propia fórmula. "Todo eso que le dije tiene que entrar en, a lo sumo, 140 ó 150 páginas", recomienda "el Genio sin Obra" en la página... 155.

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