El miércoles 9, a las 19 en la sala de Luz y Fuerza (Paraguay 1135), el periodista de Página/12 Mario Wainfeld presentará su libro Kirchner, el tipo que supo, acompañado por el parlamentario del Mercosur Agustín Rossi y el filósofo Juan Giani. El libro se presenta como el relato de nuestro pasado reciente según la mirada de uno de los columnistas políticos más lúcidos y originales. Wainfeld recupera conversaciones francas con el ex presidente Kirchner y también con su entorno más cercano. También cuenta con prosa aguda y honesta la realpolitik, la cotidianeidad de un presidente mostrando cómo se toman las decisiones cuando se controlan muy pocas variables y el riesgo es altísimo. Desnuda así el autor las iniciativas más importantes de los últimos años. Pero además de repasar y revisar con visión crítica el núcleo de un proyecto que supo generar fervor popular y enconos virulentos, Wainfeld propone pensar el más reciente cambio de pantalla, con el kirchnerismo fuera del poder, "porque en la disputa por la resignificación de doce años de gobierno se juega también el rumbo del futuro", como dice el extracto de contratapa del libro.

En una entrevista reciente con Página/12 Wainfeld explicó que "la muerte de Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010, me sorprendió. La mala noticia no pudo noquearme, sin embargo. Salí carpiendo de Radio Nacional a escribir una larga nota para Página. No elaboré (o no le di mucha vuelta a) cuál habría de ser la respuesta colectiva: no la anticipé, estaba lejos de lo que podía elucubrar", dijo el autor y agregó que Kirchner "recibió el adiós emocionado de decenas o cientos de miles de personas que expresaron a muchísimas otras. Me moví en la marea humana espontánea, tratando de comprender. Imposible no pensar: 'Al tipo le hubiera gustado ver esto'". La comunión entre la Plaza y la Rosada ‑esa fantasía peronista y setentista que tanto lo motivaba‑ se materializó cabalmente entonces, cuando se fue.

"Vi el Palacio como jamás antes. Y, malicio, como jamás lo veré. Kirchner lo consiguió, resuelvo ahora que entendí", señala Wainfeld. "Devaneó sobre el peronismo, salió y volvió a entrar. Sus zigzagueos me llamaron la atención; algunos zigs me complacieron más que otros zags. El afán del presidente peronista por salirse del peronismo, por reconvertirlo, por desbordarlo, siempre me fascinó. Nunca entreví que moriría envuelto en un fervor popular como el que rodeó a Perón y a Evita. Intuyo que él tampoco se entretuvo en hipótesis tan fúnebres".