Lun 13.11.2006
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL FILM DE GUY MADDIN, DESTINADO A ODIARLO O AMARLO

El sabor amargo de aquella canción

Ambientado en la Gran Depresión, "La canción mas triste del mundo" es un film de difícil clasificación, pero de indudable belleza.

› Por Emilio Bellon

LA CANCION MAS TRISTE DEL MUNDO 8 puntos

The saddest music in the world. Canadá, 2004.

Dirección: Guy Maddin.

Guión: Kazuo Ishiguro, Guy Maddin y George Toles.

Fotografía: Luc Montpellier.

Música: Christopher Dedrick.

Intérpretes: Isabella Rossellini, Mark Mc. Kinney, María de Medeiros, Ross Mc. Millan, David Fox.

Duración: 98 minutos.

Creo que hay motivos para amar u odiar este film. Y por lo que he escuchado, las respuestas ante el mismo no admiten términos medios. Uno puede quedar fascinado, ante esta realización que cuenta con la producción del director de Ararat y El dulce porvenir, es decir Atom Egoyan, e igualmente algunos pueden experimentar un fuerte rechazo. Inclasificable, La canción más triste del mundo fue una de las revelaciones en el Festival de Sitges del 2003 y recién ahora llega a la distribución ¿comercial? en formato DVD. Una sola sala la exhibe en nuestra ciudad y hasta el momento son pocos los espectadores que se acercan y se atreven a entrar.

Podemos definir esta propuesta: un desafío. Y algunos ya podrán aventurar, de acuerdo con lo que por allí puede escuchar, que se trata de un film extremadamente bizarro; término que hoy en día ha llegado a alcanzar a diferentes formas de cine experimental y de cruces de géneros, de estilos desbordados de la estética postmoderna. Sin embargo, no sé hasta qué punto este film podría resistir este epíteto de "bizarro", nombre que, en lo particular, me mueve a cierta actitud de recelo.

Sobre una idea de Kazuo Ishiguro, el autor de la memorable Lo que queda del día, Guy Maddin construye una historia en la que se dan cita el melodrama, el humor negro, el musical y un vaivén de particularidades estéticas que pueden llegar al espectador como un juego hipnótico, si es que nosotros, espectadores, decidimos aceptar las reglas de este juego.

Con una peluca rubia, de aire versallesco y sus piernas amputadas, el personaje de Lady Port Huntley -una provocadora Isabella Rossellini- asume la crueldad de viejos tiranos y es capaz, igualmente, de una muy escondida vena sentimental. Es ella, quien como la magnate de la industria cervecera en los años de la Gran Depresión, se lanza a organizar un concurso mundial para poder definir y premiar cual es la música más triste del mundo.

Entre piletones de cerveza espumante e historias de amor truncas, entre reencuentros de un padre y dos hijos, corazones heridos y contratos mercenarios, transcurre esta historia que asombra por sus audacias coreográficas; retratando este mundo en un granuloso blanco y negro con disparadas notas de color, jugados sus aspectos formales en diferentes registros de velocidad, verdadero banquete para cinéfilos que podrán rastrear las huellas de tantos films claves de gloriosas épocas.

Ya desde el inicio, desde una ambientación que nos recuerda los tiempos del Dr. Caligari, en un clima de profecías, el film de Guy Maddin dialoga con recursos del cine expresionista y del, por estallar, surrealismo. Como si de una combinación alquímica estuviésemos hablando, el carácter infatigable de esta búsqueda fílmica se manifiesta en objetos fetiches, a lo Luis Buñuel, y en galerías de personajes que definen un gran teatro del mundo.

Personajes que han llegado de distintas latitudes viajan a Canadá, en aquellos años `30, a ofrecer lo que parar ellos es "la música más triste del mundo", y es allí donde se dan situaciones que abren heridas y pretenden cerrar capítulos inconclusos. Entre el presente y los recuerdos va surgiendo, entre las fisuras del tiempo, aquella melodía de Jerome Kern y Oscar Hammerstein, The song is you, que se constituye en el leit motiv del film.

Dada a conocer en Broadway en la comedia musical de 1932 Music in the air, The song is you se escucha en este tan, pero tan particular film, en diferentes registros estilo años locos, en violoncello, como melodía de amor, etc. etc. As, la canción de Kern y Hammerstein va pautando tonos y conductas de personajes a lo largo de todo este concurso, para seleccionar "la música más triste del mundo", que se va definiendo ante nosotros desde múltiples perspectivas de personajes.

Imaginativa, delirante, La canción más triste del mundo es un film que despierta en el mundo de los sentidos, que se trasviste continuamente, que echa manos de un baúl de ropajes que va permitiendo revisar páginas de la historia de las primeras décadas, que escila entre el humor y la tragedia, que se distancia y se acerca que se abre y se cierra como el juego de un caleidoscopio que permite ver y admirar los cambios escenográficos, los juegos de identidad, que nos lleva, en clave de cine animación, a ver cómo una apesadumbrada aristócrata ensaya sus pasos de charleston, parada sobre sus transparentes y brillosas piernas de vidrio, cubiertas de burbujeante cerveza.

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