Un remolino de guardapolvos blancos arrincona a la encargada de unos de los stands. "De Graciela Montes, ¿tenés algo?, ¿tenés el último de Pescetti, el del chat? ¿y este colorado, de qué es?, ¿es de amor?". Acribillada a preguntas, la pobre muchacha no sabe por donde empezar. Y es que los chicos también tuvieron su espacio en la feria. Además de un sector dedicado a ellos, con computadoras para despuntar el vicio de la escritura, también hubo espacio para la lectura, con un voluntariado de cuentacuentos entre las que se destacaron la Abuelas Sustitutas, una agrupación sin fines de lucro que "adopta" nietos y que ofrecieron ampliar sus afectuosos "servicios" leyendo para todos los chicos.

Además de la donación que se hizo al Hogar de Huérfanos a partir de pedirle a la gente un alimento como entrada a las presentaciones más convocantes, y de la presentación de El tortugo jardinero, un libro creado por los alumnos de 4º grado de la Escuela 1209, de Cabin 9, para costearse el viaje de estudios, otra de las interesantes iniciativas surgidas del encuentro, fue la creación de la figura del "padrino escolar", que convoca a siete librerías a apadrinar a una escuela de la ciudad durante un año, contribuyendo de este modo a conformar su biblioteca de aula.