Lunes, 27 de noviembre de 2006 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › EL FILM BIENVENIDAS AL PARAISO INDAGA SOBRE EL DESEO FEMENINO
La última película de Laurent Cantet (El empleo del tiempo, Recursos Humanos) se sitúa Haití, basada en la novela de un perseguido por la dictadura de Duvalier. Una mirada crítica sobre el turismo sexual y la indiferencia ante el dolor ajeno.
Por Emilio A. Bellon
"Bienvenidas al paraíso". Vers le sud. Francia Canadá, 2005.
Dirección: Laurent Cantet.
Intérpretes:Charlotte Pampling, Karen Toung, Menothy Cesar, Louise Portal.
Duración: 107 minutos.
Salas de estreno: Del Siglo, Showcase y Village.
Calificación: Ocho (8).
En la isla de Haití, en puerto Príncipe, en ese mismo espacio en el que Elizabeth Taylor y Richard Burton protagonizaran en 1967 una historia de intrigas y amenazas políticas en Los comediantes de Peter Glenville, según novela de Graham Green; en este mismo lugar e igualmente bajo la dictadura de Duvalier, transcurre este film de Laurent Cantet, que se puede pensar como una mirada crítica sobre el turismo sexual y la indiferencia ente el dolor ajeno y que en nuestro país se ha dado a conocer como Bienvenidas al paraíso.
En algunos países de habla hispana, el film del director de Recursos humanos y El empleo del tiempo se ha estrenado con el título Hacia el sur, subrayando el carácter del viaje de este grupo de mujeres que se trasladan de las ciudades del norte a caldeadas playas tropicales. El título elegido por las distribuidoras de Argentina, cita una expresión textual que se escucha en los primeros momentos del film y que, por su tono, no deja de acusar cierta pasajera ironía.
Pero el tono del film está dado ya en el prólogo del mismo, en el que vemos a una nativa, en una situación límite que se traduce en un alarmante ofrecimiento. Es en esta primera secuencia donde se fija la direccionalidad de todo el relato, una clara visión sobre el clima asfixiante y de muerte que se respira, pese a los soleados espacios bañados por el azul turquesa del agua, en este lugar, que el cine ha caracterizado a través de numerosos films como el escenario que más identifica los ritos del vudú (en original, misterio), la magia negra y la transformación de hombres en zombies.
Es en Puerto Príncipe, en sus buscadas playas como en la precariedad de sus calles marginales, a fines de los 70, donde transcurre Bienvenidas al paraíso, y su historia gira en torno de tres mujeres que, acasionalmente, viajan a este lugar, escapando de soledades y rutinas, para refugiarse en los brazos de jóvenes negros. Jóvenes que permitirán que estas mujeres, a las que se les va desvaneciendo su juventud (no su maquillaje), admiren sus cuerpos y despierten juntos al amanecer. Mujeres que pagan por noches de sexo, mujeres que los "liberan transitoriamente" de su mísera existencia, marcada por privaciones y rechazos.
Pero, igualmente, mujeres que dejarán estallar su deseo de posesión y que manifestarán sus propios celos; en este caso, ante la figura del joven Legba. Desde un relato en el que cada una de ellas tiene su propio capítulo, y en el que asumen su mirada frente a cámara a través de una historia confesional, Bienvenidas al paraíso se va construyendo como un film de visiones desplazadas que permiten ver, parcialmente y mediante elementos muy tangenciales, algunas conductas que se soportan bajo el despotismo y la prepotencia actuadas con total impunidad.
En declaraciones a la prensa, Laurent Cantet, en una entrevista de septiembre del 2005, cuando la presentación del film en el Festival de Venecia, comentaba: "Vers le sud es el título de una novela de Dany Lafferriere, quien fue obligado a exiliarse durante el régimen de Duvalier, ya que es amenazado de muerte por los Tonts Macoutes. De este autor, trabajamos tres relatos con otras historias que había escuchado en mi visita a Haití. Y elegí ese momento, porque fue en aquellos años cuando todo el jet set de la sociedad norteamericana, habituados ellos a una conducta puritana, se daba cita con la clase política".
El propio realizador definió también a Vers le sud como un film sobre el deseo femenino, sobre mujeres de más de cuarenta años; aspecto, ciertamente, poco explorado en el cine. Son ellas las mujeres las que ofrecen sus particulares comportamientos, con su propia voz, con sus identificables acciones según sus propias historias personales.
La primera secuencia del film cede su mirada a la que protagoniza el dueño del Hotel "La petite anse", quien espera a una de las turistas. Es en ese instante, en donde la llegada de una plantea en paralelo el deseo de una madre, sobre el destino de su hija. Ya desde ese primer instante se borra el protagonismo para calar en una visión más amplia, para definir un juego de fuerzas, frente a este hombre, que nos acercará, ya avanzado el film, su propia reflexión sobre sus ancestros familiares.
Merecedor del premio Marcello Mastroianni, al mejor actor joven, Menothy Cesar es Legba, el joven codiciado, el que nos permitirá conocer otros aspectos de su vida, el que nos llevará a escapar de los sicarios en una fuga entre casas de chapas y gente aplastada por la miseria. Legba transportará con su juventud a un estadio de sueño a algunas de estas mujeres, quienes buscarán domesticarlo más allá de una noche de placer.
Pero el planteo de Laurent Cantet no apunta a una visión que juzga sobre la decisión de estas mujeres, de estas turistas, de viajar en busca de una compañía de temporada, de una aventura de vacaciones.
Lo que sí se manifiesta es cómo se va construyendo otra figura cuando dicha búsqueda se va cruzando con cuestiones de otro orden; como la que plantea este film, la que compete al silenciamiento de un alarmante estado de persecución, de crímenes, de miedo.
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