CULTURA / ESPECTáCULOS › HISTORICO RECITAL DE DEEP PURPLE POR PRIMERA VEZ EN ROSARIO
Ian Gillan y compañía no defraudaron a los fans que, en algunos casos, esperaron décadas para poder ver al mito en vivo.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Y en el séptimo viaje, Deep Purple visitó a Rosario. Porque debieron consumirse media docena de apariciones en Argentina para que la ciudad ingresara a la grilla de presentaciones de una de las bandas fundadoras del rock duro. Y, como era de esperarse, el romance que algunos construyeran durante casi cuatro décadas tuvo su coronación en la noche del martes desde el momento mismo en que el grupo conformado por los históricos Ian Gillan, Roger Glover e Ian Paice hizo su aparición sobre el despojado escenario instalado sobre una de las cabeceras del estadio cubierto de Newell`s. Allí, contando con el guitarrista Steve Morse y el tecladista Don Airey como aliados y en menos de dos horas, la banda desplegó un repertorio generoso en hits, y que incluyó también un breve segmento dedicado a Rapture of the Deep, el disco que los llevó a esta nueva gira mundial.
Aunque, claro, Gillan y compañía jamás dudaron de cuál era la fórmula necesaria para compensar el retraso en el encuentro con los rockeros locales, ésos que crecieron junto al rock y que se permitieron la posibilidad de un acontecimiento más ligado a lo emotivo que a lo artístico. A ellos les fue destinado el arranque demoledor de "Pictures of home" de Machine head, probablemente el disco más celebrado del grupo británico, hecho que tendría su traducción en la selección del repertorio. Un listado de obras que se sucedió sin respiro con la aparición de "Things I never said", "Into the fire" y "Strange kind of a woman".
Despojados de toda parafernalia, en ese segmento inicial (y en toda la noche, claro) los Purple arrollaron con un sonido demoledor. Y si bien luego del primer saludo de la noche Gillan anunciaría la llegada de los estrenos, entre "Rapture of the Deep", "Wrong man", "Kiss tomorrow goodbye" y "Sometimes I fell like screaming" se filtrarían "Fireball" (del disco homónimo editado allá por 1971) y "Lazy", tema incluido en Machine head y que le permitió al grupo algunos instantes de improvisación blusera, en donde los aportes de Gillan naufragaron en ese tsunami que fue la puesta sonora.
Porque si hay una cualidad inherente al cubierto de Newell`s ésa es la inexistente acústica que, con el correr de los shows, se transformó en una marca registrada. Ante ese panorama, el volumen extremo impidió la apreciación de matices, opacando incluso por momentos la ductilidad metalera del siempre sonriente Glover, responsable de sostener la contundente base rítmica con el incansable Paice. Es que lejos de descansar en su condición de histórica, la dupla sostiene una vitalidad envidiable. Similar, y probablemente más notable aun, resulta la frescura de un Gillan que, sexagenario, no le escapa a los alaridos con los que forjó una escuela en el árbol genealógico del rock. Y todo ello sin estridencias ni artilugios.
Desde el otro costado, Morse y Airey buscan justificar su inclusión en el proyecto explotando al máximo sus momentos de protagonismo. En ese terreno, el guitarrista resulta airoso apelando a algunos de los clishés metaleros, mientras que el tecladista apeló a la siempre efectiva demagogia para lograr la ovación con sus incursiones a segmentos inconfundibles de Piazzolla y sus referencias al Himno Nacional.
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