CULTURA / ESPECTáCULOS › BALANCE/06. MUCHA Y BUENA MUSICA
El primer megafestival de rock nacional, visitas internacionales de primer nivel, la esperada aparición de Deep Purple y otra serie de figuras hicieron del 2006 un año musical que se disfruto a pleno.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Ante la necesidad de arrojar una suerte de veredicto, el 2006 podría considerarse como un año positivo en lo que hace a la actividad musical de la ciudad. Y son varias las razones que respaldan tal afirmación. Por caso, para los amantes del rock, Rosario finalmente pudo alojar un festival de grandes proporciones, como el que durante dos noches se desarrolló en el Hipódromo municipal y que superó las expectativas de convocatoria, dejando sentado un precedente más que aceptable para pensar en futuras ediciones. En paralelo, el movimiento under que alimenta a esa misma escena rocker tuvo su respaldo oficial con la organización del Concurso Interbarrial de bandas de rock Sub21 Rosario Suena!, mientras que el público afín a las grandes visitas pudo disfrutar no sólo del sorprendente arribo de Deep Purple, sino de un enamorado Hermeto Pascoal, del convocante Joaquín Sabina (por partida doble), del peculiar Albert Pla y de dos figuras emblemáticas del reggae, como Michael Rose y Alpha Blondy. Entre los nacionales, Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Intoxicados y Babasónicos convocaron en cantidad.
Sin embargo, no sería descabellado apuntar shows de menor convocatoria como algunos de los más destacados en lo que a calidad se refiere. Entre ellos, el que Degrade realizara el miércoles 23 de mayo en la sala Lavardén sirvió para que el grupo confirmara que está entre las propuestas más sólidas del rock local. En ese mismo espacio, aunque ya entrado el invierno, Lisandro Aristimuño recorrió Ese asunto de la ventana, en un concierto cálido, pleno de matices y sin fisuras.
En una misma gama de rock-pop, Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati estrenaron sus correspondientes placas. Y mientras que el primero se paseó por su repertorio sin discusiones, Cerati terminó de dividir las aguas: aquellos que se llegaron hasta el teatro El Círculo ratificaron su amor por el ex Soda Stereo, mientras otros tantos se adherían a aquella (probablemente injusta) calificación que lo tilda de poco entretenido.
Y así como no dejan de ser habituales las apariciones de artistas nacionales por estos lares, distinto es el panorama al momento de apuntar a Rosario como una plaza apta a los arribos desde otros países, en una tendencia que comenzó a revertirse cuando, en abril, el marfileño Alpha Blondy se presentó en el teatro Broadway. Quizás empujados por el crecimiento de la movida reggae en la ciudad, los productores del evento no previeron que el público local aun no se ha adaptado a precios internacionales, hecho que se repetiría meses más tarde con la visita de otra estrella de la música global: Maceo Parker arribó a El Círculo para brindar lecciones de funk a un público selecto.
Diferente suerte correría Joaquín Sabina en su doblete de funciones, que luego de colmar Provincial, a mediados de diciembre redobló la apuesta para reunir a más de quince mil almas en el Gigante de Arroyito. Las mismas huestes reggae demostrarían fidelidad en el siempre ruidoso cubierto de Newell`s, donde ante más de dos mil personas se llevó a cabo el Bob Marley Day Festival con la participación de Junior Marvin y Fully Fullwood, evidencia de que la chapa Marley es suficiente para reunir a aquellos que se volcaron al género impulsados por una de las modas de turno.
El debut del legendario combo mexicano El Tri, la llegada de dos figuras del blues norteamericano como Captain Luke y Beverly Watson, la banda hardcore Madball y la hard-ska Vodoo Glow Skulls (en una auspiciosa demostración de que las producciones independientes pueden seguir ganando terreno), los también norteamericanos The Knights of the New Crusade, los finlandeses The Mutants y los suizos The Dead Brothers (formando parte de la tercer edición del Rosario Burning!) y el rey del bolero Armando Manzanero fueron otros de los que completaron el listado de visitantes con pasaporte. Un listado que en diciembre tuvo su broche de oro con el debut de Deep Purple en la ciudad haciendo temblar el Parque Independencia con la recorrida por sus clásicos.
Ya en materia festivalera, la Plaza Cívica fue sede del Buendía, el encuentro multidisciplinario que demostró que la ciudad puede ser sede de algunas de las propuestas alternativas que tienen a Buenos Aires como núcleo generador. Con el mismo origen, pero anclándose en una productora local, el Quilmes Rock Rosario 2006 saldó una cuenta pendiente que parecía haberse derrumbado luego de que Rosario es el Rocanrrol cayera en el olvido, y fueron cerca de 20 mil los que le dieron vida a una primer edición que debería lograr continuidad abriendo sus puertas a las propuestas nacidas en la autoproclamada cuna del rock nacional.
Que existen, y en cantidad, tal como quedara ratificado con la realización del Rosario Suena! el concurso de bandas que lograra Jimi Caiga y por el que pasaran decenas de agrupaciones. Sin embargo, la fructífera experiencia podría convertirse sólo en un grato recuerdo, ya que su realización no está confirmada para este 2007.
La masificación de Cielo Razzo, Los Vándalos y Vudú, la aparición de nuevos espacios para las expresiones folclóricas del momento (como La Machadera, que demostró que las danzas autóctonas también vibran con los jóvenes) y la edición de buenas y numerosas producciones discográficas (ver recuadro) permiten creer que Rosario es, auténticamente, un polo de producción cultural que pronto será acompañada por el común de la gente.
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