CULTURA / ESPECTáCULOS
El virtuoso flautista comenzó su formación en la Vigil, fue
alumno de Nancy Durand. Integra la orquesta de vientos del
Estado de Baden-Württemberg, y graba tres discos por año.
› Por Marisol Gentile
César Villafañe está radicado en Alemania hace 17 años. Viajero desde siempre, sus idas y vueltas datan de la década del '80: entre Rosario y Buenos Aires primero; después, entre Estados Unidos y Brasil, hasta que finalmente y desde 1990 fijó su residencia actual en Stuttgart. "Siempre tuve el deseo, desde mi temprana adolescencia, de conocer el país del cual provienen mis raíces por el lado materno", cuenta, en diálogo exclusivo con Rosario/12.
"Mi viaje a Alemania coincidió con un momento particular de mi vida en el cual me encontraba con muchas ganas de hacer música pero sin un rumbo definido. Me había ido de Rosario a comienzos de 1980, primero a Buenos Aires, luego a Estados Unidos y Brasil, aparecí nuevamente en mi ciudad natal a mediados de 1986 con un montón de experiencia acumulada y una necesidad visceral de aplicar todo lo musicalmente vivido y aprendido, pero a la vez me sentía desorientado, intuía que mi camino debía continuar y que regresar al punto de partida no era en ese momento lo que me llevaría hacia adelante".
Así es como, radicado en Alemania, César desarrolla una intensa actividad como instrumentista, actividad que ocupa la categoría de "músico de orquesta" dentro de las leyes del gobierno alemán. Ocupa el puesto de Piccolo (Flautín) en la orquesta de vientos del Estado de BadenWürttemberg, con la que realiza unos ochenta conciertos por temporada, además de grabar tres placas discográficas por año para sellos alemanes y holandeses. También trabaja asiduamente tocando como músico contratado en grabaciones y reemplazos, en otras orquestas y en grupos de música popular jazz, salsa y por supuesto tangos, con los que ha realizado extensas giras por Holanda, Francia, Suiza, Austria y que han llegado hasta Estambul. "En esa ciudad teníamos que parar inmediatamente de ensayar apenas se escuchaba la oración religiosa transmitida a intervalos por los altoparlantes instalados en toda la ciudad", recuerda a modo de anécdota. Ha hecho también giras por Europa en dúo con el poeta y escritor nicaragüense Ernesto Cardenal, conciertos que han realizado incluso en Nicaragua.
"Mi dedicación a la música comienza básicamente como una actitud rebelde y contestataria", relató. "Corrían los turbulentos 70', yo tocaba el bajo en un trío de Rock que se llamaba "Ser", nos negábamos a usar el pelo corto y soñábamos sin parar. La música era para mí una manera de mantenerme en contacto con una forma de existir que tenía y defendía ideales, rechazando autoritarismos anestesiantes. Una noche, en un café concert que estaba en la Galería Mercurio y que se llamaba "Jaque al Rey", escuché a Jorge Cutello, flautista de "Sanata y Clarificación", la legendaria banda del guitarista Rodolfo Alchourron, y a partir de ahí mi vida se "enflautó". Comencé tomando clases en mi querida Biblioteca Vigil, hasta que llegó la barbarie en forma de gobierno y tuve que buscar otros caminos".
Según contó, en Alemania existe un respeto muy grande al músico. De hecho, es una profesión perfectamente inserta en la sociedad: la música es esencial en el ser alemán. Por tal, como músico instrumentista, en Alemania vive muy bien, y César combina sus experiencias anteriores también con la docencia: "Doy clases de flauta una vez por semana, me gusta mucho transmitir mis conocimientos. A mis alumnos les enseño también a disciplinar el esfuerzo, algo no muy de moda por estos lares..., para no malgastar energías y de esa forma alcanzar paulatinamente sus objetivos"
Entre los docentes que marcaron su vida, cita a Haydee Padilla, con quien estudió piano y solfeo y de quien recuerda que "si la lección de solfeo no me salía bien me mandaba de vuelta a mi casa y sin dar la lección de piano". Se inició con Nancy Durand en el estudio de la flauta traversa, estudios que proseguiría luego con Juan Curaba y con Jorge Slivskin y Pablo Levin, estos últimos de Buenos Aires. En Alemania tomó clases de Piccolo con Theo Jansen, flautista de la Orquesta Filarmónica de Stuttgart.
Entre los compositores que admira, cita a Brahms, Schumann; especialmente los cuartetos de cuerda de Beethoven, Schostakovich, Prokoffieff, Ravel y Debussy; las sinfonías de Mahler; Ibert, Jolivet, Janacek... Le "gusta" la música de Schönberg, Alban Berg y Elliot Carter, entre otros.
"Para mí, que algo "me guste" es lo principal, ya que me gusta porque siento que me gusta, no porque entiendo y luego porque entiendo me doy cuenta de que me gusta. Hay muchas cosas que entiendo perfectamente y no me gustan para nada. Las manifestaciones de arte me brindan un placer estético que va muchísimo más allá, por suerte, de las fronteras del intelecto", reflexionó, y agregó: "Hay obras musicales compuestas más bien para los músicos que para el público en general, me atrae el desafío que representan para mí como instrumentista y las toco con ganas, pero jamás perdería un minuto en mi casa escuchando una grabación de las mismas, ni iría al teatro a presenciarlas desde la platea. Otras composiciones tienen más que ver en realidad, con la experimentación con fenómenos acústicos, que con la música occidental en su definición tradicional. Cuando esta experimentación se lleva a un límite luego del cual lo que mi oído percibe es simplemente una sucesión incoherente de sonidos indefinidos, prefiero el silencio".
En cuanto a la enseñanza de instrumento, aclara que en Alemania el virtuosismo técnico no ocupa un lugar tan destacado. Esto no significa que no se lo tenga en cuenta; sin embargo, existe una marcada tendencia a prestarle muchísima atención al desarrollo de un sonido con mucha calidad, controlando el rango dinámico del instrumento. Además del estudio de la técnica, otros aspectos que se trabajan en sobremanera son la afinación, el fraseo, las articulaciones, la lectura a primera vista y la transposición.
Es que en Alemania la música forma parte de la cultura, y para los alemanes la cultura es sinónimo de Educación. "Una sociedad sin cultura se desintegra", agregó Villafañe. "Ningún grado de cultura puede alcanzarse sin educación. La música educa. Se me ocurre que sería una buena idea la de organizar conciertos para que asistan exclusivamente nuestros gobernantes", subrayó.
César visita Argentina en forma esporádica. Aún recuerda el barrio de Fisherton, donde vivió gran parte de su infancia y toda su adolescencia. "Argentina para mí es Rosario y ese olor a praliné, el bar El Cairo, las canchas de Argentino y Central Córdoba, los choripanes con chimichurri, el parque Independencia, los Carlitos!, Pichincha (que ahora es una República!), el teatro El Círculo ("donde hice mi primera presentación en diciembre de 1976 tocando en un Festival Alemán")", enumeró sus nostalgias. También rememoró nombres propios: "Nancy Durand y el Maestro Carmelo Velardo". La naturaleza, el paisaje, tiene un lugar en su corazón. "Los espectaculares sauces, el majestuoso río Paraná ¿sigo?... Estar allá es una experiencia muy profunda. Ahí están mi niñez, mi juventud, el origen de mis sueños". Para el músico, esa nostalgia es constante: "Paradójicamente nunca estoy tan lejos de Argentina como cuando estoy allá de visita, justamente por eso, porque siento que soy una visita que en realidad vive afuera, muy lejos".
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