Lun 22.01.2007
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › NOTABLE FILM DE LA REALIZADORA ESPAÑOLA ISABEL COIXET

Los pesados sonidos del silencio

"Hay un abismo entre lo que uno dice y lo que uno siente y quiere", refiere la directora de "La vida secreta de las palabras", un film que apunta a desocultar lo que en realidad queremos decir cuando decimos.

› Por Emilio A. Bellon

LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS. España, 2005.

10 puntos

Guión y dirección: Isabel Coixet

Fotografía: Jean Claude Larrieu

Intérpretes: Sarah Polley, Tim Robbins, Julie Christie, Javier Cámara, Steve Mackintosh, Eddie Marsan.

Duración: 122 minutos.

El cuarto largometraje de Isabel Coixet se estrenó en España en octubre del 2005 y, en febrero del 2006, tras varios meses de permanencia en cartelera (en nuestra ciudad el film sólo llegó a ocupar una semana en los multicomplejos y en la sala El Cairo), veintiún críticos convocados por la revista Fotogramas la eligieron como el film más representativo de todo el año. Merecedora igualmente de cuatro premios Goya, entre ellos "Mejor film" y "Mejor guión", La vida secreta de las palabras es uno de esos films que como nos representa el afiche apunta a desocultar los significados profundos de nuestros propios vocablos, en ese intento de buscar en ese itinerario de búsqueda, tras ocultamientos, la razón misma de nuestra existencia.

En declaraciones realizadas por la actriz ante la prensa, escuchamos afirmar: "Hay un abismo entre lo que uno dice y lo que uno siente y quiere. Mis películas hablan de eso". Y esto es también lo que podemos reconocer en su film anterior, Mi vida sin mí, uno de los films más sugestivos y conmovedores que pudimos ver hace ya dos años, en aquel cine Del Patio.

¿Pero qué es lo que nos propone este film que ha merecido la particular atención del gran novelista y crítico John Berger, quien, por otra parte, ha prologado el guión del mismo, publicado por Editorial B.? En uno de los pasajes cuando la protagonista Hanna llega a la plataforma petrolífera en condición de enfermera, en el momento en que vacía su valija, vemos un ejemplar de Modos de ver, esta obra de John Berger que nos plantea diferentes perspectivas de lectura ante el hecho artístico.

Tal vez podamos elegir recorrer el film, en una segunda visión, desde este lugar: el que nos va planteando el cómo se va construyendo (que va más allá de un primer acercamiento, a través de ir liberando la fuerza del gesto), el peso de la soledad, el silencio ante lo vivido. Ya desde el primer momento del film, nos sale a nuestro encuentro una voz infantil que escucharemos en algunos momentos, tiempo después. Una voz interior, que expresa miedos y deseos, una voz que acompaña a la protagonista en su largo dolor: quiz s, su propia voz.

Porque, entre otras, posibilidades La vida secreta de las palabras puede pensarse como un film sobre el dolor y esto ya desde una primera lectura del film: estamos en ese espacio rodeados de aguas profundas, alejado de toda zona urbana, al que un día llega una joven llamada Hanna, empleada en una fábrica, definida por su parquedad, por su manera de aislarse. Es aquel lugar al que arriba ella un día, tras haber escuchado que allí se necesitaba una enfermera, para poder seguir de cerca la curación de un hombre, llamado Josef, que por un accidente ha quedado temporalmente ciego.

Desde este primer tramo del film podemos establecer una conexión con el que es considerado uno de los más grandes melodramas de la historia del cine El séptimo cielo de Frank Borzage, una obra de 1927 que nos lleva a una situación similar en el plano de la historia y que no trata de evitar que el público sienta deseos de llorar en la sala. Como ciertamente puede ocurrir aquí, aunque no estén presentes, en el film de Isable Coixet, los aspectos que definen a una fe religiosa y una trascendencia mística. Sí, en cambio, en esta dirección podemos traer a la memoria uno de los films más aclamados de Lars Von Trier, Contra viento y marea.

En mayo del 2006 se conoció en España -y esperamos que esto también ocurra aquí- una edición especial en DVD que incluía, además del film aspectos referidos a la producción, rodaje y trabajos posteriores, como asimismo la escritura del guión. Asimismo se puede seguir a la realizadora en su viaje a Chile, su llegada a una planta petrolífera y el trabajo a continuación. En el segundo de ellos están presentes las escenas eliminadas con sus particulares comentarios. El tercer disco nos conduce a Sarajevo y a Copenhague, acompañada por parte de su equipo y guiada por la labor del Centro Internacional de Rehabilitación de Víctimas de la Tortura.

Era necesario, estimo, aportar en esta nota crítica esta información ya que el film está dedicado, además de figurar el nombre de John Berger, a Inge Genefke, la fundadora de dicha institución de alcance universal y que este admirable rol lo cumple la actriz militante Julie Christie, quien le acerca al personaje de Josef -más que conmovedora su actuación- la verdadera historia de Hanna.

La vida secreta de las palabras es un film que desde lo que ellas van significando, para cada uno de nosotros, va construyendo, tenuemente, un pasado débilmente iluminado o silenciado. Es un film que desde el recorte desde estas dos almas, aisladas, solitarias y heridas, se va expandiendo hasta orillar instantes de las vidas de los otros, como la de los personajes que pueblan esa especie de fortaleza marina, con perfil de figura arqueológica, en vía de cierre.

Hay en el film, y esto se puede observar en la respuesta del público al finalizar, una capacidad de entrega que se apoya en el despojo, en un intimismo que nos vuelve confidentes de cada historia, narrada desde ese lugar al que no se podía nombrar, desde esa zona que corre el riesgo de estallar ante una inminente y deseada apelación. En La vida secreta de las palabras la historia que define a cada uno de los personajes se va identificando en una mirada, un gesto, un roce, una negativa, silencios.

Un film de soledades. Un periplo que se aprende a sentir de otra posibles maneras. Una historia que sobrevuela los zigzags que a veces dibujan las palabras, cuando no nos atrevemos a nombrar lo que más deseamos. En el film de Isabel Coixet hay un asomo de esperanza a través de ese modo de compartir, de soportar la ausencia propia, que tiene la leve posibilidad de volverse nombre propio; de saber que alguien nos puede esperar, reconocernos, nombrarnos, aunque en un primer momento alguien nos llame de otra manera, como ocurre aquí con Josef, quine elige dirigirse a la recién llegada como la protagonista del cuento de Julio Cortázar -también enfermera-, La señora Cora.

¿De qué manera poder hablar cada uno de nuestra historia, de lo que se ha padecido? ¿De qué manera decir aquí estamos, yo, nosotros, frente a la mirada de quien respetuosamente está a nuestro lado?

¿Qué nos ocultan esos términos que ahora están en nuestros labios? ¿Qué tantas razones nos pueden llevar a sustituir y ocultar? Y simultáneamente de qué manera a través de esas palabras, que ahora sentimos propias, familiares, podemos ir recomponiendo nuestra identidad.

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