CULTURA / ESPECTáCULOS › "MACKIE NAVAJA", EXPERIMENTO DE CRISTIAN CABRUJA
La historia de un delincuente de Miami en los `80 que se casa
con la hija de un mafioso, deviene en un documental sobre el rodaje del film. La singular propuesta de un director rosarino.
› Por Edgardo Pérez Castillo
A modo de complemento del sintético panorama que, desde hace dos semanas Rosario/12 ofrece sobre la actualidad de la realización audiovisual en la ciudad, en esta entrevista el actor y director Cristian Cabruja adelanta las cualidades de su Mackie Navaja (un ensayo sobre Brecht), el film donde ficción y realidad se cruzan para generar una obra novedosa, que resalta además la amplitud genérica y estética de los creadores locales. Porque así como Francisco Pavanetto adelantó las características del largometraje Winchester 30 30 (actualmente en etapa de preproducción, y por el que logró un premio Raymundo Gleyzer") y Martín Sansarricq, creador de la comedia romántica Media Pizza, anticipó la historia del mediometraje que actualmente se halla en postproducción, el ex integrante de la Agrupación Filodramática te Quisimos con Locura brindó detalles acerca del trabajo con el que, entre marzo y abril, desembarcará en el circuito comercial de la ciudad.
Tomando como punto de partida a la obra escrita por Cristian Marchesi y Guillermo Calluso, y después de amoldar junto a este último el guión cinematográfico, Cabruja se puso en la piel de Mackie Navaja y sumó a unos cuantos compañeros de ruta (Fernando Calluso, Gachi Roldán, Eleonora Arias, Miguel Bosco, Alvaro Flores, Federico Fernández, Martín Fumiato, Matías Tamburri, Matías Martínez, Maru Paz, Pipo Fernández, Omar Romero, Alejandro Ghirlanda y Pablo Enrique) para darle vida a una historia que relata la vida de "un delincuente que vive en Miami en la década del `80 y se casa con la hija de un mafioso rival, a partir de lo que empieza a tener una serie de problemas". Aunque ese costado ficcional se ve atravesado por el contexto real del rodaje, según distinguió Cabruja: "A la vez contamos la historia del director de la película, que soy yo, y de los problemas que empezamos a tener en el rodaje. El problema más grave es que nos quedamos sin dinero y que tenemos que terminar la película sí o sí".
Sosteniendo entonces una premisa que marcó los comienzos mismos del proyecto, la realización de Mackie Navaja se amoldó entonces a los imprevistos. "Algunas cosas se fueron dando, como si te dijera que tenía dinero para rodar una determinada cantidad de días con luces buenas, y el resto con las luces que yo tenía -detalló el director-. Con lo cual tuve que dejar para atrás todas las escenas del final, que requerían menos luces, con lo cual el rodaje se va empobreciendo cada vez más en términos de iluminación. Dentro de eso también jugamos con toda una idea de que la Provincia nos dio un dinero pero a cambio de eso teníamos que hacer actuar a un preso del servicio penitenciario, entonces vino esposado, con un policía, y después el preso se escapó. Además estaban todos los problemas que suscitaba tener a un preso en un rodaje, porque al estar siempre esposado hay que variar los encuadres para que no se noten las esposas. Al final expusimos todo eso y fuimos contando la historia de un preso actuando en un rodaje".
Y si bien los segmentos de ficción y documental se hacen explícitos en la obra, es el espectador el que define sus creencias. "Cada uno decidirá qué cosas creer y qué otras no, pero está especificado desde el encuadre, en la ficción te das cuenta que los personajes están actuando, que tienen un vestuario, que no se ve la iluminación. Y en la no ficción se nota que en los cortes se prenden otras luces, o con las mismas luces filmamos acontecimientos que van pasando dentro del rodaje. Y a la vez se dio todo un proceso en donde se fueron mezclando los ensayos con la ficción, entonces hay tres o cuatro escenas del final donde fui montando ficciones, pero en el medio con los ensayos de cómo se llegó a eso, entonces se ven las luces, el microfonista, la otra cámara. En una escena están todos tomando café, o comiendo, y a la vez pasando el texto de la película".
Esa peculiar combinación se va tornando natural a lo largo del film: "El ida y vuelta es constante, y a la vez todo lo que pasa en el documental después se termina volcando en la ficción. Por ejemplo, tuvimos que reemplazar a un actor en el medio del rodaje, entonces eso se nota. Pero yo no explico que ese actor que aparece con una peluca no es el mismo que antes. Entonces todos los problemas los aproveché y los potencié. Si se veía una luz, la mostré, si se veía un micrófono también. Mi intención era trabajar todo el tiempo con el distanciamiento de Brecht, pero quitándole el peso político. A partir de eso todo el tiempo te das cuenta de que esto es un rodaje, todo el tiempo pasan cosas y no hubo un problema en ocultar. Hay cosas del documental que sucedieron y quedaron grabadas y otras que estaban guionadas. Después vos lo verás y accederás a decidir si te entretenés con algo, te emocionás con lo otro, si te pasa algo sin pensar en el truco, o en si pasó en la ficción o en la realidad. La idea era cruzarlas constantemente, y si bien estaba pautado después fuimos jugando con todo eso, entonces no había un interés en respetar a rajatabla la ficción o el documental, que se iba armando con lo que ocurría en ese momento. Todo eso de algún modo está metido en la película".
Con una duración final estimada en 75 minutos, y pensando en el caudal de imágenes reunidas entre la ficción y el documental, el trabajo de post-producción ya se ha extendido por dos años, y aunque ha ingresado en su recta final, el director aun planifica algunos cambios. "A la versión que tengo ahora le falta la postproducción de sonido, y cada vez que la voy viendo (y como tengo el estudio en casa y soy el editor) me permito cambiar algunas cosas. Busco, pienso, la miro y hoy la tecnología ha avanzado tanto que me permite hacerlo. La que tengo ahora es la séptima versión de Mackie Navaja y supongo que me quedarán tres más hasta lograr la versión final y ahí no tocar más nada, que será en el momento del estreno".
Con la participación de Horacio Ríos (producción ejecutiva), Viviana Trasierra (coproducción), Diego J. Martínez (dirección de fotografía), Lucrecia Moras (dirección de arte), Federico Fernández (jefe técnico) y Alfonso Gastiaburo (cámara), entre otros, Mackie Navaja tendrá su estreno en el cine El Cairo entre marzo y abril, para pasar luego a la grilla del Complejo Monumental, intentando sostener algunas funciones semanales. Proponiéndose además como un registro auténtico de las dificultades de la (apasionada) realización audiovisual local, el film sintetiza la búsqueda estética de Cabruja, que concluyó: "Me interesan el cruce de la ficción y la realidad, lo que es el engaño, la mentira del cine. El hecho de que eso que estás viendo no es nada, es luz, no existe, ya pasó".
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