CULTURA / ESPECTáCULOS › "SEDUCIENDO A UN EXTRAÑO", UN ATRACTIVO THRILLER DE JAMES FOLEY.
› Por Leandro Arteaga
Seduciendo a un extraño (Perfect Stranger) EE.UU., 2007
Dirección: James Foley.
Guión: Todd Komarnicki, Jon Bokenkamp.
Fotografía: Anastas N. Michos.
Música: Antonio Pinto.
Montaje: Christopher Tellefsen.
Intérpretes: Halle Berry, Bruce Willis, Giovanni Ribisi, Richard Portnow, Gary Dourdan, Florencia Lozano.
Duración: 109 minutos.
Salas: Monumental, Showcase, Village.
Puntaje: 6 (seis)
El género policial o, más en general, los films de suspenso, parecen estar viciados por cierta estigmatización, provocada por guiones que se estructuran desde sorpresas argumentales interminables. Es decir, cuando las pistas nos orientan en una dirección determinada, ocurre que, para sorpresa (a veces no tanta) del espectador, las suposiciones resultan falsas y el culpable/asesino, entonces, es otro.
Eso si el film no se atreve, a su vez, a plantear una nueva vuelta de tuerca. Como si se tratase de cajas chinas. A veces las sorpresas son gratas, y las películas lo justifican (Sexto sentido, Los otros); en otras oportunidades, las consecuencias son adversas, pésimas, olvidables, constituyendo una modalidad que el cine repite como fórmula hasta el cansancio (recuerdo, para el caso, la lamentable Mente siniestra, inexplicablemente protagonizada por el consagrado Robert De Niro y la pequeña Dacota Fanning estrenada en el 2005).
En Seduciendo a un extraño hay algo de esto, aunque también no. Vale decir, el film está dirigido por James Foley, responsable de Glengarry Glen Ross (1992), film con guión de David Mamet, protagonizado por Jack Lemmon, Al Pacino, Kevin Spacey, entre muchos otros. El terreno del policial no le es ajeno a James Foley. Así como realizador de After Dark, My Sweet (1990), sobre novela de Jim Thompson, Foley también filmó la malograda Ambiciones secretas (2003), thriller por momentos inentendible, con un Edward Burns de voz tan áspera como cansadora.
Pero en Seduciendo a un extraño la propuesta interesa más. O no tanto. De todos modos, ahí vamos. Rowena (Halle Berry) es una periodista que se infiltra en la agencia de publicidad más importante de New York. Sus armas de seducción son puestas al servicio del desenmascaramiento de Harrison Hill (Bruce Willis), empresario afamado, acostumbrado a mantener relaciones virtuales, vía chat, en las que poder explorar todo aquello que su esposa le tiene vedado. Al menos, es eso lo que de él se sospecha. Así como también la autoría de un homicidio.
Ésas son las premisas. Y la bellísima Rowena destilará candor y pericia, mientras imágenes de pesadilla la acompañan de modo fragmentado, a la vez que entablan un paralelo entre el caso que tiene entre manos y su historia personal, pasada y enterrada.
Por momentos, el interés crece. Y las dudas predominan el relato. Y Bruce Willis se vuelve tan cínico como peligroso. Y el ayudante/amigo/enamorado (Giovanni Ribisi) de Rowena es un arma de doble filo, dispuesto tanto a la fascinación y ayuda a su objeto del deseo como a la actividad espía. En esos intersticios es en donde Seduciendo a un extraño se disfruta más. Cuando la mirada que observa cambia de lugar de acuerdo con quien espíe. Cuando el observador se vuelve observado.
Pero cuando las dudas comienzan a despejarse, y surgen tanto la comprensión como la solución, aparece también la fórmula bendita. De la que hablábamos al inicio. Las vueltas de tuerca. Por lo menos, convengamos, el desenlace se acompaña de cierta lógica comprensible, que dependerá de si el espectador acepta la propuesta del film.
En fin. Que son discípulos de Alfred Hitchcock lo que nos faltan. Y dicho esto, una pequeña plegaria: a ver si estrenan, de una vez por todas, La dalia negra, un thriller de Brian De Palma, sobre novela de James Ellroy, y con las curvas de Scarlett Johansson. Pero bueno, hay asesinatos por lo que sí vale la pena la espera.
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