CULTURA / ESPECTáCULOS
Eduardo Isaac es uno de los guitarristas argentinos más
importante de música de cámara. "En mi caso es muy fácil entender que tuve la suerte de hacerme", dijo al recordar su historia.
› Por Edgardo Pérez Castillo
A diferencia de aquellos músicos virtuosos que lograron intensificar su talento embuidos en un entorno familiar ligado a lo artístico, Eduardo Isaac debió convencer a su padre de que lo suyo estaba íntimamente relacionado con la guitarra, instrumento con el que se encontró de manera casi fortuita, y con el que ha logrado recorrer el mundo entero cosechando prestigio como concertista clásico. En medio de ese inmenso proceso en el que el paranaense obtuvo premios internacionales y grabó más de una decena de discos para el sello belga GHA, el tango hizo su aparición y dejó una huella que mañana, a partir de las 18, estará presente en el concierto que Isaac brindará en el Centro Cultural Parque de España, con entrada libre y gratuita.
En relación a su actuación en la ciudad, la primera en poco menos de una década, el guitarrista delineó las obras que conformarán el repertorio: "Voy a comenzar con Paisajes, imágenes una suite de Carlos Aguirre, que es muy conocido en Rosario. Para mí ha sido un tremendo gusto y honor que él se haya interesado en escribir para la guitarra a partir de nuestros encuentros, doce piezas que han salido a partir de juntadas. Hubo un tiempo que Carlos vivía a cien metros de mi casa, y era muy lindo juntarse a la siesta para que se generaran estas cosas. Voy a hacer también a Piazzolla, Otoño porteño, y algo que tiene que ver con la guitarra de Segovia, un tema de Mario Castelnuovo Tedesco, un italiano del año 30 que escribió para Segovia. Después hago una suite de un compositor japonés, Takashi Yoshimatsu, que tiene un lenguaje interesantísimo, y finalizo con una pieza del brasileño Marco Pereira, flor de guitarrista y compositor".
Todas ellas serán recorridas con la pureza del guitarrista, quien recordó a Rosario/12 el nacimiento de esa íntima relación con el instrumento: "Yo soy un agradecido total a mi vieja. Porque mi llegada a la guitarra fue absolutamente fortuita. Siendo muy chico, a los seis años, mi vieja, que era una mujer con interés, me llevó al conservatorio, a lo que es la escuela de música de Paraná. Pero interesada, en principio, en que hiciera danzas folclóricos, pero cuando llegó se encontró con que, para eso, tenía que tener no menos de 12 años. Pero como estaba tan interesada en que hiciera algo les preguntó qué podía hacer. Le dijeron piano, pero eso era imposible, porque desde ya que mis viejos no tenían un peso partido por la mitad. Entonces le dijeron lo de la guitarra, y yo tenía un hermano de ella que era comisario y cantor, cosas de otra época, y tenía una guitarra chiquita. Así fue como empezó todo".
En tanto, sus padres (inmigrantes árabes que poco tenían que ver con el arte) jamás imaginaron lo que ocurriría años más tarde. "Cuando me preguntan si un artista nace o se hace, en mi caso es muy fácil entender que tuve la suerte de hacerme, por la posibilidad de que mi vieja tuviera aquel interés, y de haberme encontrado a Walter Heinze, en la primera cátedra que tuvo --narró Isaac--. El era también un pibe, empezó a los 23 años cuando yo tenía apenas 9. Son rachas de suerte que hacen que puedas llegar a encauzar tu vida, que tenga un norte. Son pocas las cosas que vienen hechas, y tienen que ver con una cantidad de circunstancias. Más allá de que hay algunos que tienen la suerte de nacer con cierto ángel, pero creo que son las excepciones que confirman la regla".
Aunque la guitarra ganó el protagonismo suficiente para convencer a Isaac de que su camino estaba ligado al arte, y mucho tuvo que ver en el asunto el concierto que Miguel Angel Girollet ofreciera en Paraná. "El fue uno de los grandes guitarristas de la música clásica, y justo llegaba de obtener un premio en Radio France en París. Era el año 75, y tuve la suerte que dio un concierto que me cambió la vida. Porque era la guitarra llevada al más alto grado de calidad. Era magia pura, y yo quería ser como él. Ahí fue donde se dio el quiebre. Con la suerte de que ya tenía una base muy sólida", recordó el paranaense, quien en 1998 fue convocado por la Sinfónica Nacional para desarrollar una gira por Estados Unidos y Japón, ocupando el rol de solista junto al bandoneonista Daniel Binelli, músico formado con Pugliese y acompañante de Piazzolla en su última gira.
"Para mí fue un gran honor --admitió--. Y él quedó muy impresionado por la calidad del sonido, las posibilidades tímbricas, lo que tiene usualmente un guitarrista clásico. Entonces luego de esa gira, que fue fantástica, de ahí surgió la idea de trabajar como dúo. Y eso me ha enriquecido, porque el compartir la música que uno hace es uno de los grandes temas. Y aparte el hecho de lo mucho que me ha enseñado tocar con un referente de la música. Realmente me siento muy enriquecido en lo que tiene que ver con el tango, más allá de que no me siento un músico de tango, por mi formación clásica. Sí creo que tengo bastante buen gusto e información como para poder hacer tango, aunque no el tango a la parrilla, porque lo que hago es música de cámara".
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