Lun 28.05.2007
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS

Una historia de pieles, interrogantes y pasadizos

El film dirigido por Steven Shainberg pone en crisis los
conceptos tradicionales de belleza, desde un fuerte contraste.
Se retrata el pasaje de cruce, según motivaciones internas.

› Por Emilio A. Bellon

"Retrato de una Pasión" (FUR). EE.UU., 2006

Dirección: Steven Shainberg

Guión: Erin Cressida Wilson

Fotografía: Bill Pope

Música: Carter Burwell

Intérpretes: Nicole Kidman, Robert Downey Jr., Ty Burrell, Jane Alexander, Emmy Clarke.

Duración: 120 minutos.

Salas de estreno: El Cairo, Del siglo, Showcase y Village.

Puntaje: 7 (siete).

Quienes hayan visto el hoy film de culto de Stanley Kubrick, "El resplandor" ("The shinning") tal vez recuerden que en el interior del Overlook Hotel se exhibía una fotografía de niñas gemelas que asumían, a lo largo del film, presencia fantasmagórica. La foto citada lleva la firma de Diane Arbus y es sobre ella que el director de "La secretaria", Steven Shainberg, nos ofrece un recorte sobre tres años de su existencia.

Tal vez una de las claves para ingresar a este film, sea la que nos pueda proporcionar el clásico libro de "la infancia", "Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll; obra que por otra parte se nombra y se cita directamente ya avanzado el relato. Pero quién es Diane Arbus y cómo podemos llegar a descubrir este "retrato imaginario" sobre su persona, particularmente sobre ese quiebre que comienza a experimentar a partir de ciertos hechos, es lo que se nos trata de acercar, desde un mirada en profundidad en uno de sus momentos de tránsito.

Hija de una reconocida y adinerada familia de peleteros, casada con el fotógrafo Allan Arbus, con quien lleva adelante un estudio publicitario, destinado a promocionar las bondades del consumo (ambientada en esa misma época recordamos a Julianne Moore posando para el calendario anual de una firma de electrodomésticos en "Lejos del paraíso" de Todd Haynes), la protagonista comienza a experimentar cierto grado de insatisfacción y despierta a otras inquietudes, a partir de ver llegar al nuevo ocupante del piso de arriba.

Fue en 1941, a la edad de 18 años, cuando Diane Nemerov pasó a ser la esposa de Allan Arbus, de 23 años. Ellos mismo orquestaron la campaña de venta de los abrigos de pieles de su propia familia. Ellos dos, en su estudio de una casa en Manhattan, ordenaban sus puestas en escena para futuros compradores. Pero un día, alguien que es visto desde arriba, un hombre enmascarado, llegará a ese edificio y con él un inquietante y perturbador mundo de interrogantes que se abre desde el recorrido por pasadizos y galerías.

El nombre "Fur", según se nos informa, remite al abrigo de pieles y es el entramado de una pelambre el que abre los títulos de presentación del film. Esa masa de pelos uniformes, que nos llevará a otra identidad, por el camino de la fábula de "La bella y la bestia" de Jean Cocteau, es el impactante motivo visual que estalla en la vida de esta mujer, ligada a un profundo ensimismada; rol que compone una siempre sorprendente Nicole Kidman, en un personaje que orilla el territorio de "Los otros" y de "Reencarnación".

El film, en su primera parte, la más lograda, para quien escribe esta nota crítica, se puede pensar como el descenso por una escalera de caracol, como el espiar a través de ventanas pequeñas, como si se tratara del mismo recorrido de Alicia por un territorio por donde la realidad se define por sus formas cambiantes, por esa ruptura de proporciones, que desencadena por el estallido de una lógica convencional. En esta primera parte del film, el ritmo adquiere la fuerza de lo hipnótico en ese ir más allá de una puerta, de una mirilla, de una sospecha.

No adelantaré algo más de la trama. Sólo señalar que su guionista y director, que miraron hacia el libro biográfico de la Arbus de Patricia Bosworth, no nos presenta la galería de retratos de la joven artista, que se suicidó con barbitúricos en 1971; logrando posteriormente que un año después su obra se conociera en el MOMA y en la Bienal de Venecia. El rol de este personaje fue disputado previamente por Diane Keaton, Debra Winger y Barbara Streisand y entre los directores posibles a llevar esta historia al cine estaba Martin Scorsese y Jonathan Demme, entre otros.

En el film de Shainberg, lo que se retrata es ese lugar de pasaje de cruce, de modo de ser a otro, según motivaciones internas. Luego mirará hacia sus queridos fenómenos o freaks, personas que por su condición física instalan en su mundo otra forma de belleza, desde la mirada prejuiciosa que los define como "raros, excéntricos, anómalos". En ese universo, que parte de una mata de pelos y una máscara que esconde un torturado rostro, el que comenzará a fascinar a la artista, quien con cámara en mano, explorará rincones y lugares secretos.

Y en este clima y esta sugestión es la que se va perdiendo en la segunda parte del film, porque luego la familiaridad se vuelve demasiado cercana, llevando esta historia a un giro brusco que termina por arrojar a un segundo plano las razones de un creador.

Su director, admirador de Yukio Mishima y cultor de la practica zen, ayuda a poner en crisis los conceptos tradicionales de belleza, que funcionan como aspectos dominantes en los tramos iniciales del film, en la mayoría de las veces, desde un fuerte contraste. La historia de la Arbus, entre los amantes de la fotografía, ha pasado a ser una leyenda y el film de Shainberg intenta captar esa dimensión. Pero acá por decisión autoral, no hay epílogo en el que se nos acerque a su obra, lo que nos lleva afortunadamente, a nuestra propia búsqueda.

Es la puesta en escena, la elección de ciertos ámbitos, el trabajo por momentos gótico de la iluminación lo que va generando ese misterio que sobrevuela en esa primera parte del film. Esa atmósfera, por momento pesadillesca, encuentra en el tono y en la modulación del personaje del piso de arriba, en esa voz lenta y grave, ese eco de una historia que se comienza a compartir desde el mismo temor.

Según su director, en el origen del film, está esta declaración meridiana de Diane Arbus, que ha orientado su trabajo y que ha conmovido a la actriz: "La mayor parte de las personas atraviesan la vida atemorizadas, asustadas por el hecho de tropezar con experiencias traumáticas. Los Freaks, los que son mirados como fenómenos, en cambio, ya nacen con el trauma. Por eso son los verdaderos aristócratas".

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