El 2 de julio pasado, la Casa del Artista Plástico se sobrepuso a la adversidad del incendio de su sede e inauguró la séptima edición de su Salón de Pequeño Formato en un lugar alternativo: el Espacio de Arte que el bioquímico (y aficionado al arte) Alberto Lorenzetti presta, sin fines de lucro, en la sala de espera de su laboratorio de análisis de la calle Necochea entre Cochabamba y Pellegrini (Necochea 1787). Se trata de una sala para conferencias con capacidad para 100 personas donde esta vez el grueso de las sillas ha dejado lugar al Salón hasta el 19 de este mes. Se recomienda asistir los días de semana, de tarde, de 16:30 a 20. En ese horario está presente el encargado de sala.

Un jurado integrado por los profesores Edgardo Donoso, Susana Echeveste, Emilio Ghilioni y Marta Magnani, junto a José Palpacelli en representación de Casa del Artista Plástico, decidió premiar a Marta Tarsia por su obra digital "Hoy reunión", llena de humor y ternura; a Eugenio Raúl Castelli por "Puzzle", una fotografía digital monocroma que deconstruye la figura humana, y a Jorge Lodeyro, por una escultura en bronce titulada "Alegría". El jurado también dio una mención especial a Carlos Gatti por "Deterioro del ángel", alegoría social donde el autor emplea pintura y otras técnicas. La premiación se completa con ocho menciones honoríficas. La 1º correspondió a Héctor Schiaffino por "Biosfera", una obra monocroma en técnica mixta, de gran concisión y síntesis, que juega con la repetición de un motivo semiabstracto alusivo a alguna figura animal. La 2º le fue otorgada a Roberto Kawano por "Sombras y reflejos", un diminuto bodegón al óleo donde prevalece el estudio de luz y sombra. A la 3º la recibió Noemí Allen por "Luminiscencia", un paisaje crepuscular. A la 4º, Mariana Guerci por "Cosos", una interesantísima bacanal al acrílico entre monstruos fantásticos, donde la pintura adquiere un carácter gráfico (líneas, planos netos) para narrar una situación con originalidad y humor. Sergio Pradier obtuvo la 5º por una escultura en hierro donde se combinan formas figurativas, formas abstractas y objetos integrados mediante soldadura para elaborar una imagen que parece desafiar las leyes de la gravedad. Obtuvo la 6º Gisela Agut por un dibujo a lápiz color de excelente calidad técnica, en una bella gama de azules, que alude críticamente a la moda femenina, pero resulta a la vez paradójicamente seductor. Una 7º mención, que hubiera merecido quizás estar entre los premios, le fue dada a Julio Roldán por "Viva la teta", una pintura donde el artista usa el recurso de la obra dentro de la obra para combinar una atrevida maternidad fotorrealista y una hilera de huerfanitos pseudonaïf. Recibió una 8º mención Liliana Forno por "Tiempo de olvido", un óleo collage alegórico inspirado en Dalí.

Merece destacarse además "Imágenes del fin del mundo", talla en madera de lenga de Adriana Sisto cuyo título alude al lugar del que es oriundo dicho árbol (la Patagonia) y que al menos tuvo el honor de ser ubicada en la vidriera. Dos grabados pequeños sin título llaman la atención por su calidad: una figura femenina en manera negra por Jorgelina Flores y un grabado al azúcar, abstracto, de Carina Ferrari. En el género pintura también hay un par de obras que cabe señalar siquiera por su oficio y solvencia plástica: una abstracción sin título de Osvaldo Castillo y un pequeño grupo de figuras masculinas al óleo por Domingo Federico. Un interesante dibujo abstracto de Lis Giovanon, "Movimiento", incluye un collage textil. Y en el rubro de los inclasificables llama agradablemente la atención una técnica mixta de Pablo Pisacco, "Facundo anatomizado: ella es más alta". Pisacco trabaja aquí con un lenguaje contemporáneo, donde la unidad material de la obra es fragmentada para destacar fortuitas o misteriosas conexiones de una trama enigmática.

Por lo demás prevalecen los géneros académicos tradicionales (figura, paisaje, paisaje con figura, etcétera), propuestas meramente decorativistas o experimentos técnicos no del todo felices. Hacen un digno papel las abstracciones, como la de Bernardo Conde Narvaiz, un óleo cuyas manchas aluden a un paisaje otoñal. En arte digital, Heriberto Lorenzetti recrea con exquisitez la naturaleza muerta. Completan la exposición los y las siguientes artistas: Shriley Alfano, Cecilia Alsina, María Laura Ameriso, Adriana Bastián, Juana Bautista, Gabriela Benecke, Alejandra Benessi, Laura Berestan, Analía Bernardini, Lilia Bertone, Analía Biondi, Sara Blanco, Griselda Bosi, Edgardo Brassat, Susana Calí, María Luisa Canoniero, Ana María Carreras, Graciela Cloti, Germán Daró, Zulma Dattilo, Griselda De Bonis, María Ester Delgado, Betina Delmastro, Ricardo Díaz Romero, Nora Díaz, Diana D'Ippólito, Franco Doino, Diana E. Donadio, Andrés Falessi, María Rosa Fantini, Mirna Floiger, Rubén Gagliardo, Mirta Gallego, Graciela Gómez, Micaela González, María Rosa Hernández, Irene Kañovsky, Susana Laspina, Victoria Leyro, Julia Llovera, Jorge Lodeyro, Beatriz Makaroff, Luis María Manzuoli, Jorge Marcipar, Mariel Marinozzi, Alejandro Mensi, Norma Morales, Miriam del Carmen Moscatelli, Mary Musto, Celina Negri, Ana María Noviski, Teresa Ojeda, Graciela Paz, Néstor Pérez Cascella, Ana Petrini, Susana Piriz, Silvia Ramonda, Graciela Raveglia, Ernesto Reynoso, Teresita Rivelis, Roberto Rodríguez, Augusto Schrienke, Fredy Schwab, Lidia Serenelli, Daniel Silva, Yolanda (Nalo) Solis, Silvia Sosa, Mary Topini de Mosciaro, Angélica Valls, Estela Vargas, Elena Veliz, Silvia Wainer y Andrea Yuvone.

Más allá de los aciertos estéticos, se trata de un admirable esfuerzo de producción y organización.