CULTURA / ESPECTáCULOS › EL DUO MALAMBOS HOY EN EL BAR BERLIN
En la tapa de su disco debut (Ke-chi Ke-cha, editado seis meses por el sello Los Años Luz), Adi Acrizi y Pablo Giménez se muestran retratados de cara a un televisor en sus respectivas camas de una estrecha habitación de hotel. Fue ese, al fin y al cabo, el ámbito en que el que fueron gestadas buena parte de las obras creadas por el guitarrista y bajista, respectivamente, de La Portuaria. Responsables de asumir un rol de multiinstrumentistas en esa obra debut, el Dúo Malambos hoy suma a Mariano Casanova (batería y coros), Beno Guelbert (bajo y coros), Mariano Zambo (teclados, flauta y melódica), Andrés Ollari (trompeta) y Mercedes Raguza (violín), logrando así sostener en vivo la amplitud sonora y estilística de un proyecto que se permite pasearse por ritmos centroamericanos, canciones tradicionales del este europeo, aires de funk, jazz, rock y etcéteras varios para respaldar líricas que hacen del humor un arte.
Así lo reconoce Azicri, una de las cabezas del grupo que esta noche a las 22 se presentará por primera vez en Rosario, como parte del ciclo Berlinale que se lleva a cabo en el Bar Berlín (Pasaje Zabala 1128). "Nosotros vamos mucho por el humor, el absurdo, tratamos de ser espontáneos, no darle demasiada elaboración a las ideas como para que quede la frescura y se note que nos estamos divirtiendo, ante todo. Lo lúdico está muy por encima, de hecho en el disco todos los instrumentos los tocamos Pablo y yo, y ése también fue otro de los estímulos, porque en los trabajos, cuando estás siendo dirigido, tenés que hacer lo que te piden, limitarte a tu instrumento. Hemos tocado otros instrumentos en La Portuaria, pero no con la libertad que lo hacemos acá", sintetizó.
"También es verdad que el dúo surgió en las giras de La Portuaria, donde nosotros dos somos como el otro ala de la banda --agregó--. Porque Sebastián Schachtel, el Colo Belmonte y Diego Frenkel son un poco los dueños de la banda, y nosotros que ocupamos la otra parte del grupo siempre en las giras compartimos las habitaciones. Entonces en tantas horas que tenemos, porque un show es una hora y media, pero después hay otras 30 en las que estás conviviendo con los demás. Ahí es como que surgió todo el caldo de Malambos".
De esa manera, el humor presente en las líricas encuentra su respaldo en músicas tan diversas como seriamente interpretadas: "El hecho de hacer humor no significa que el proyecto sea una joda. El género puede rozar el absurdo, pero por ejemplo Frank Zappa era un músico súper serio que dirigió a la Filarmónica de Moscú, pero sus letras eran disparatadas y usaba cotillón en el escenario. Los Les Luthiers son recontra músicos. En nuestro caso el resultado artístico tiene que ver con el humor o el absurdo, pero esto está hecho muy en serio, y los músicos que llevamos son buenísimos".
"Musicalmente el proyecto es muy serio, y vamos a llevar un show muy trabajado, inclusive con gags escénicos. Humildemente creo que es un show en el que no te vas a aburrir, que va a mantener tu interés del principio hasta el final. Cosa que a mí un poco me pasa cuando voy a ver música, sobre todo rock, donde siento un agotamiento. Por ahí empieza un show, me interesa, me genera una inquietud pero enseguida adivino lo que va a pasar", concluyó el cantante.
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