Lun 06.08.2007
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. "A CADA UNO SU CINE", TREINTA Y TRES DIRECTORES HOMENAJEAN LAS SALAS

Ese entrañable mundo de butacas

Este film homenaje dedicado también a Federico Fellini, se estrena mañana en Cine Club de España y Tucumán.

› Por Emilio A. Bellon

El pasado mes de mayo el Festival de Cannes cumplió 60 años. Y en esa oportunidad treinta y tres directores rindieron homenaje, a través de la figura y del motivo de la sala cinematográfica. Hace ya más de casi dos décadas dos realizadores italianos, Ettore Scola y Giuseppe Tornatore, ofrecieron dos films, que son por sí todo un legado, respecto de este espacio que durante muchas décadas fue el lugar de encuentro de tantas generaciones y confidente de tantas historias particulares. En "Nuevo Cinema Paradiso", el tono de Réquiem nos llevaba a ver estallar una sala en miles de fragmentos de sueños; en cambio, en "Splendor" la mirada de su director nos abría las puertas de la esperanza a través de un acto colectivo y solidario.

En estos días en los que el nombre del cine El Cairo ha ocupado titulares de páginas y micros en programas de radio y televisión, el estreno de Cine Club, mañana día 7, a las 20 y 22, de "A cada uno su cine", se puede pensar como una señal del destino. Film homenaje dedicado a Federico Fellini, punto de encuentro de treinta y tres autores que nos regalan su mirada sobre este ámbito que define todo un modo de ser de la cultura del siglo XX: La sala cinematográfica. Al respecto señalemos que en estos días se ha editado un libro en nuestra ciudad, sobre el cine El Cairo, que nos permite transitar por vivencias del presente, recuerdos, reflexiones.

Tras los pasos de "Lumiere y Cia" (film colectivo que fuera exhibido por Cine Club y por el canal Europa Europa) y posteriormente la tan aclamada "Paris Je t 'aime"; "A cada uno su cine" define toda una manera de pensar el arte, desde una propuesta que integre y aúna las voces y miradas de diferentes culturas. Al igual que estos films y tantos otros en etapa de realización.

Fue la sala cinematográfica el espacio que en el Río de la Plata se transformó en el escenario de historias de Horacio Quiroga, Enrique Wernicke, Beatriz Guido y Manuel Puig, entre tantos otros, y este mismo hábitat llevó a que el recordado director, transgresor por naturaleza, Marco Ferreri nos ofreciera su "Nitrato d'argento", en el año del centenario del cine, en esa fecha en la que conocimos "Lumiere y Cia.". Y ahora, en carácter inédito, a pocos meses de su presentación en Cannes, podremos ver el día de mañana, "A cada uno su cine", film en el que realizadores de veinticinco países, a través de un cortometraje de tres minutos cada uno, nos proponen su particular historia sobre este espacio sagrado; hoy sustituido en casi todo el mundo, por playas de estacionamiento, grandes tiendas, supermercados, terrenos baldíos, o bien por la invasora presencia, proliferante, de templos evangélicos. Basta para ello con recorrer la calle San Martín en dirección norte﷓sur.

En variados tonos emocionales, cada uno de estos episodios sugieren, sonriendo, la vida de la propia sala, su continuidad. Otros marcan su muerte anunciada y algunos ensayan su concepto de milagro. En todos ellos domina la pasión y por esto mismo es que la citación de directores y actores ya ausentes, fallecidos, es una promesa permanente.

Cuando su estreno, el presidente del Festival de Cannes, Gilles Jacob, declaraba en conferencia de prensa: "Es el mejor largometraje de esta muestra, de este Festival...Y es que en este film lo que sobresale en primer plano es una misma idea, que se plasma a partir de estas pequeñas historias", en la que se evocan los nombres de Robert Bresson, Federico Fellini, Jean Luc Godard, Marcello Mastroianni, Jean Renoir, Francois Truffaut, y tantos más...hasta los hermanos Lumiere, Dreyer, los hermanos Marx, Fred Astaire y Ginger Rogers, y tantos más. Al día siguiente de su exhibición oficial, la periodista de "La Stampa", Lieta Tornabuonni, comentaba: "Por momentos sorprendente, humorístico, tierno y sarcástico; todo ello representa un mix de cultura, orígenes y talentos y los tres minutos nos resultan a veces insuficientes y otros plenos". Algunos de estos episodios abren con filmaciones del Festival de Cannes de años atrás, como el que se inicia con imágenes de 1954, dirigido por Youssef Chaine, en el que vemos en un primer momento al siempre presente, poeta de la soledad y de la ausencia, Michelangelo Antonioni, recientemente fallecido a la edad de 94 años.

Hemos nombrado a uno de los directores. Resta presentar el nombre de todos los otros. Y así, encontramos para deleite de los cinéfilos aquellos creadores que hicieron posible este film coral: Theo Angelopoulos, Olivier Assayas, Billie August, Jane Campion, Joel y Ethan Coen, David Cronenberg, Jean Pierre y Luc Dardenne, Manoel de Oliveira, Atom Egoyan, Abbas Kiarostami, Ken Loach, Nanni Moretti, Roman Polanski, Walter Salles, Gus Van Sant, Wong Kar Wai, Wim Wenders, Zang Yimou y tantos más.

Y súbitamente se me viene a la memoria el corto de Claude Lelouch, que apuesta al melodrama, desde un sentido homenaje y agradecimiento a su padre y a su madre; desde una pantalla en la que desfilan los bailes y los ensueños, al son de "Cheek to Cheek", en "Sombrero de Copa". Creo, y ya lo puedo afirmar, que "A cada uno su cine" pasará a ser de esos films de referencia, cuando no dudemos en traspasar los umbrales de la sala e ingresar a los dominios de la ficción cinematográfica, como acontece con el episodio dirigido por Gus Van Sant. Porque en este film hay algo que nos sorprende constantemente y es la manera en que cada sala nos hace llegar su voz propia.

En el primer capítulo del hipnótico libro de Albert Manguel "La novia de Frankestein", leemos; sobre aquellas escenas de la infancia, respecto de la proyección de films de terror de la universal, en una sala de cine de barrio: "Por unos pocos, prehistóricos pesos, uno podía comprar una entrada y permanecer sentado desde el acto en vivo de apertura hasta el último de los tres largometrajes, pasando por algunos cortos; e incluso quedaba cambio suficiente para comprar una barra Aero, hechas de partes iguales de chocolate y aire, parecida a un queso gruyere en miniatura, o a una caja de sugus, unos caramelos masticables de sabor a fruta...Pataleábamos, exigiendo que levantaran el telón cubierto por los anuncios publicitarios de los negocios de la zona, abucheábamos y silbábamos al lamentable pianista que había venido a ejecutar para nosotros la "Bacarola" de Offenbach; nos reíamos estrepitosamente durante los dibujos animados y los sketchs de Chaplin...".

En dialecto romañolo, "Yo recuerdo" se dice "Amarcord". Y todo este film nos lleva a pensar, desde Fellini, en los que escribieron cada capítulo de la historia del cine.

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