Lunes, 10 de agosto de 2009 | Hoy
CARTELERA › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Los ecos de los resultados de las internas del 2 de agosto aún resuenan en las declaraciones de los protagonistas. El intendente Lifschitz relanza viejos proyectos y se pone la camiseta para salir a la cancha el 27 de setiembre por más que no sea candidato. Cavallero y el peronismo sacudieron la modorra política del socialismo, también azuzado desde el radicalismo de Boasso. Va a estar lindo Rosario.
Por Leo Ricciardino
Tuvo que pasar casi una semana, pero el intendente Miguel Lifschitz hizo por fin no sólo una lectura adecuada de los resultados electorales del domingo 2 de agosto; sino que también dio un salto en pos de recuperar el centro del ring de la política local. En rigor, todo pasa por una falta de entrenamiento. El hombre venía haciendo sombra frente al espejo o tirando algunos golpes aislados contra sparrings de poca monta. Así, tranquilo como estaba el jefe del Palacio de los Leones tardó unos días en comprender de dónde había venido el puño, por qué impactó donde impactó, y cuál fue realmente la fuerza que tuvo.
La primera cosa bien hecha. Admitir que hubo una importante porción del electorado que no está del todo conforme con los resultados de esta segunda etapa de la gestión. Algo que parece evidente pero que no es tan sencillo de aceptar. Una situación que, además, es difícil ver desde adentro con el vértigo diario de la gestión; pero que desde hace meses se visualiza claramente para quienes se dedican a seguir los detalles de la marcha del Ejecutivo. La crisis, el déficit y -aunque no se quiera señalar un conjunto de funcionarios que tuvo que asumir la primera línea de batalla sin el volumen político de otros más curtidos que tuvieron que emigrar a Santa Fe para sumarse a la gestión provincial. No parece, pero el equipo también juega, no sólo es el técnico o el número 10. Y a lo mejor, estos jugadores iban a estar listos para más adelante.
El intendente hizo dos análisis contundentes: Primero que el 14 por ciento por ciento de los votos que sacó Héctor Cavallero "no pueden ser vistos como una recuperación política de nadie". Y esto de boca de quien llegó a tener casi el 60 por ciento de los votos, es por lo menos para escuchar. Y luego, redobló la apuesta al señalar que "le vamos a ganar a Cavallero y al peronismo en general" en los comicios del 27 de setiembre.
¿Cómo intentó recuperar nuevamente el centro del ring? Lanzando agenda política como sólo pueden hacerlo aquellos cuya voz se escucha y replica en los medios. Eligió volver a la autonomía municipal pero además enmarcándola en un tema en el que cree que uno de los candidatos cosechó la ventaja: La inseguridad en los barrios y el rol de la Guardia Urbana Municipal, casi ausente en esos territorios.
También esta semana apareció recortada la estrategia oficial: Clara García se encargará de Diego Giuliano y el propio Lifschitz tendrá la pelea de fondo con Cavallero que encabezará la lista del justicialismo. Esto es lo que se verá de aquí al 27 de setiembre, es de esperar, con la mayor altura posible.
En la entrevista que concedió a este diario el domingo, Lifschitz intentó además enmendar declaraciones suyas anteriores que no habían caído bien ni dentro del Frente Progresista, ni hacia el interior del socialismo. Desmontó su lanzamiento como candidato a gobernador para 2011, supeditándolo a una interna dentro de la coalición y reservándolo para futuras conversaciones hacia el interior de su propio partido.
El otro problema que el intendente de Rosario tiene por delante es continuar con el delicado equilibrio entre el déficit fiscal y las crecientes necesidades de la ciudad y el reclamo que mide cuando se refiere a los fondos que debe remitir la provincia. Aunque éste había sido uno de los primeros puntos de desentendimiento con el gobernador, la cuestión se había suavizado en los últimos meses de cara a la unidad que se necesitaba para las elecciones nacionales del 28 de junio. Pero, pasada esa instancia, Lifschitz se anima a decir que así como es necesario replantear la coparticipación nacional, también es urgente recalcular la distribución interna de los recursos dentro de la propia provincia.
Las elecciones no sólo sirven para designar candidatos o determinar ganadores y perdedores. También son útiles para redimensionar lineamientos de gestión y relanzar ideas y debates que habían quedado en el olvido.
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