CARTELERA › EL CAPITULO SANTAFESINO DEL LIBRO "TIERRAS SA, CRONICA DE UN PAIS REMATADO"
Se llama Domingo Iannozzi, a partir del menemismo se convirtió en el mayor terrateniente de la provincia de Santa Fe y en buen amigo de Carlos Reutemann. Un libro escrito por los periodistas Daniel Enz y Andrés Klipphan, retrata la particular historia y crecimiento del "Tano".
› Por Daniel Enz y Andrés Klipphan
El Tano en los últimos quince años, estuvo siempre ligado al poder, pero en las sombras. Casi imperceptible. Cuando se consulta sobre sus actividades, ya sea en Buenos Aires o en la capital santafesina, a muy pocos les suena el nombre y casi no aparece en los registros de archivo de los diarios. Quienes conocen sus movimientos, lo consideran un ganadero estrechamente vinculado a Eduardo Menem -algunos plantean incluso que existe ya una sociedad en determinados negocios inmobiliarios, sobre todo en el sur del país-, mientras que otros lo señalan como "un buen amigo" del ex gobernador Carlos Reutemann. "Sucede que él también es el poder; no tiene mucha necesidad de estar cerca de figuras políticas o empresariales. Todos lo llaman, todos se quieren reunir con él, compartir asados con él. La mayoría para hacer negocios; otros para sacarle plata y llevar adelante un proyecto político; y hay un tercer lote que a veces pretende solamente que les solucione el problema que tienen con un telefonazo, como sucede habitualmente", comenta un allegado que lo conoce desde hace más de una década.
-¿Pero hasta dónde es tan poderoso económicamente? -se le preguntó.
-Debe ser una de las personas que más tierras tienen en el país y, de hecho, el mayor terrateniente de la provincia de Santa Fe.
-¿De qué cifra hablamos?
-Más de 400.000 hectáreas en tierras del norte santafesino, aunque quizás eso no aparezca declarado así y aunque de algunas tierras se ha ido desprendiendo, porque tiene varios juicios en contra, en particular laborales o desde alguna comuna. Pero a ello hay que agregarle tierras en Chaco, Santiago del Estero, Buenos Aires y el sur del país. O sea, debe de estar superando las 600.000.
Como al suicidado Alfredo Yabrán, le molestan las fotos. Muy pocas veces se lo observa con otra vestimenta que no sea un pantalón y una camisa de vaquero. "La verdad es que no precisa otra ropa porque todos sus encuentros los cierra en alguno de sus campos o estancias; Él es siempre el local. Van todos al pie a reunirse con él", acota la fuente. Ese anonimato público le da libertad para transitar por cualquier supermercado, y no pocas veces -por lo menos en la capital santafesina- suele andar, carrito en mano, buscando cosas entre las góndolas del Wal Mart. Colecciona autos -debe tener más de treinta en un galpón, en su estancia cercana a Santo Tomé (Santa Fe)-, aunque sus preferidos son los Ford Galaxy de los años `90, o el vehículo que tiene desde principios de 2006: un Fiat Duna Weekend, color azul, que tiene la particularidad de ser de origen italiano y no precisamente nuevo. Le gusta invitar casi todos los fines de semana a sus amigos más entrañables y cocinarles personalmente fideos italianos con salsa. Nunca se le va a ver una billetera; en los bolsillos de su vaquero siempre tiene un rollo de dólares atados con una gomita.
De origen italiano, nacido un 7 de septiembre de 1947 y con domicilio en la ciudad de San Justo (provincia de Buenos Aires), Domingo Iannozzi aprendió desde chico el oficio de comprar y vender tierras. Su padre -que se llamaba igual- ya despuntaba esa modalidad comercial y la practicaba en el norte de Santa Fe, según cuentan los más memoriosos. "El Tano Iannozzi venía con su hijo, que habrá tenido 15 años a comienzos de la década de 1960, y participaba atentamente en las operaciones", indica un experimentado productor de Fortín Olmos, un pequeño poblado del denominado Chaco santafesino.
A principios de la década de 1980, con poco más de 30 años, Iannozzi regresó al norte santafesino convertido en un próspero empresario. Llegó acompañado de tres capitalistas italianos y empezó a comprar campos como si nada, fundamentalmente en la zona de los Bajos Submeridionales, que ocupa casi el 42 % de la provincia de Santa Fe y comprende los departamentos de 9 de Julio, General Obligado, Vera y San Javier. Se trata de una extensión aproximada de 8 millones de hectáreas, que une Santa Fe con el Chaco. En las últimas décadas, las grandes lluvias -consecuencia de la agresiva deforestación que ordenaron los propietarios de tierras- ocasionaron graves inundaciones, dado que el agua no tiene recorrido para el desagüe, y provocaron trastornos en la agricultura y en la ganadería.
Iannozzi apostó a toda esa zona, con campos y más campos, algunas obras propias y otras generadas desde el Estado.
-¿Y por qué compraban tantas tierras?-, se le preguntó a un comisionista de la zona, conocedor de los detalles finos de las operaciones.
-Todo fue siempre muy extraño. Iannozzi y sus socios italianos traían inversores de ese país, que tal vez no podían encauzar legalmente el dinero del que disponían y utilizaban las más variadas maniobras. A veces, por ejemplo, les mostraban desde un avión un campo de buena calidad, pero era otro el que escrituraban. Campos que a lo mejor se los vendían en 100 dólares la hectárea, cuando en realidad no costaban más de 20 o 30 dólares. Eso les permitía "adornar" los campos en las semanas previas. Si bien sabían perfectamente que en la zona no se puede sembrar (por la improductividad de las tierras, que únicamente sirven para ganado) sembraban lino. Claro que muchas veces aseguraban la cosecha y cobraban ese seguro. Lo mismo hacían con el ganado. Llevaban un ganado, que pedían prestado, y lo mostraban como propio. El "gringo" nunca le va a preguntar a un colono de ahí de quién es la hacienda.
-O sea que desarrollaban todo un escenario ficticio para lograr dinero fresco, a partir de los contactos que tenían con los inversores europeos.
-Una vez, para venderle un campo a un italiano alquilaron como cincuenta camiones jaula, y tenían una hacienda de muy buena calidad. Entonces, de noche movían la hacienda de un campo a otro, les mostraban a los "gringos" la misma hacienda cinco veces, impresionaban y terminaban sí o sí vendiendo los campos. Mostraban ganado de una calidad extraordinaria, en unos campos en los que "las hormigas se tienen que llevar la vianda", por decir así, a causa de la sequía o de las copiosas lluvias. Los tipos han sido unos artistas para manejarse. Muchas veces traían animales de otras zonas del país. Es decir, eran animales que no conocían el agua de la zona, que no estaban tratados y, por eso mismo, se morían. La mortandad era altísima.
Las inversiones. Entre 1986 y 1999, Iannozzi se quedó con las estancias Los Charabones, Cambá Caré, El Milagro, El Triunfo, La Salamandra, Las Gamitas y El Triunfo, todas en el norte santafesino. En el distrito de Fortín Olmos pasó a manejar cerca de 170.000 hectáreas. La estancia Los Charabones -de 42.000 hectáreas- era de la Fundación José María Aragón, que durante décadas administró el ex presidente de River Plate Rafael Aragón Cabrera. La compró con 10.000 vacas y pagó 3,5 millones de dólares, según el dato que manejaban en la Sociedad Rural de Reconquista, donde tienen un pormenorizado detalle de buena parte de las operaciones de la zona. El casco principal dispone de tres habitaciones generosas, un estar amplio, una cocina de idénticas dimensiones y otras piezas para la cocinera. En el predio hubo siempre una casa para el mayordomo, y otras para el jefe del taller, el jefe administrativo y el veterinario. Contaba también con una oficina, una escuela y un barrio de quince casitas prefabricadas para los peones. Todo esto había organizado la Fundación Aragón Cabrera, que incluso, en la década de 1970, dispuso de una estructura de enseñanza para capataces y encargados de estancias. Por otra parte, estaba también "La Soltería", una construcción de casi 100 metros de largo para los obreros solteros que constaba de veinte habitaciones con un comedor. "Pero cuando llegó Iannozzi, a fines de los años ochenta, desarticuló casi todo ese sistema", comenta un ex empleado del lugar, con más de diez años de servicio. En varias de las estancias, el Tano llevaba su gente de confianza y despedía a los demás.
Pero no siempre fue así. "Ya no es como antes; ahora hay un gran descontrol, como si no importara nada. Fijate que un día dejaron abierta la llave del depósito de gasoil; nadie dijo nada y se perdieron como si nada 25.000 litros de combustible", acota el ex empleado.
Y agrega: "Lo que más se utilizaba en el lugar era la pista de aterrizaje". Iannozzi solía llegar con sus socios italianos y más de una vez visitó al ex gobernador Carlos Reutemann (PJ), con quien el empresario mantuvo una buena relación, por lo menos hasta la finalización del segundo gobierno de Carlos Menem. Cuando el "Lole" accedió a la Gobernación de Santa Fe, en 1991, una de las primeras medidas que adoptó fue no renovar el contrato de alquiler con la estancia La Matilde, cerca del aeropuerto de Sauce Viejo, que los mandatarios santafesinos tenían como residencia gubernamental de fin de semana y que durante varias décadas perteneció a la familia Bobbio, propietaria del Canal 13 de Santa Fe. Los Bobbio son familiares políticos de Reutemann. Su ex esposa es María Noemí Claudia Bobbio Orellano, más conocida como "Mimicha", hija del empresario santafesino Marcos Bobbio. El nexo en la operación entre Bobbio y Iannozzi fue un escribano allegado a la familia de los dueños del Canal 13 santafesino, quien logró una importante comisión en dólares por esa tarea.
La Matilde es el lugar preferido de Iannozzi. Descansa en ese predio por lo menos una vez por semana y disfruta del casco viejo, rodeado de flores, su otra gran pasión. "Gasta fortunas en flores y plantas. Muchos invernaderos hicieron buena plata con Iannozzi, porque contrataba camiones cubiertos, que después de recorrer kilómetros y kilómetros llegaban a las estancias del Tano y desplegaban todo su colorido, porque seguramente estaba esperando alguna visita importante", indicó otro conocedor de los gustos del empresario. La finca de Sauce Viejo tiene tres habitaciones en el piso superior, un gran hall, con la cocina "siempre con verduras y frutas" y un escritorio donde Iannozzi cierra sus negocios con los visitantes.
"Es un lugar pequeño, donde tiene todos los papeles y nadie puede entrar, a no ser que él lo permita", cuentan los que alguna vez pudieron ingresar. No pocos recuerdan que la única vez que el Tano se desprendió de su casa quinta fue en la Convención Constituyente de 1994, celebrada en Santa Fe, con algunas sesiones en Paraná. "Se la alquiló por todo ese tiempo al entonces senador nacional Eduardo Menem, y allí se definía la estrategia del bloque justicialista, más allá de que lo presidía Augusto Alassino", recordó la fuente.
Al poco tiempo, Iannozzi compró la ex planta Fiat, de unos 2200 metros cuadrados, ubicada en proximidades de La Matilde. Allí se fabricaron vehículos hasta 1968 y luego tractores, hasta su desactivación a comienzos de la década de 1990. En agosto de 2001, el grupo automotor Cisitalia Luxemburgo, licenciatario de la marca de origen italiano para todo el mundo, trató de radicarse en ese lugar, situada en pleno Parque Industrial de Sauce Viejo, luego de firmar un acta de intención con Iannozzi. El plan era fabricar dos de los clásicos modelos de la firma liderada por los hermanos Italo y Máximo Dusio: el Spider Nuvolari y la cupé deportiva Piero Dusio.
Incluso, viajó a Santa Fe el embajador italiano en la Argentina, Giovanni Jannuzzi; se reunió con Reutemann, hubo fotos y agasajos sociales, pero nunca se avanzó en el proyecto. "Iannozzi siempre hacía ese tipo de maniobras para blanquear su imagen, reposicionarse con los italianos y conseguir más fondos", recuerda un empresario santafesino. A veces lograba que salieran notas conceptuosas sobre su rol agropecuario o empresarial -como en el diario El Litoral, el más tradicional de la capital santafesina, o en Canal 13-, que tenían un único objetivo: obtener créditos en la banca nacional o en el exterior.
Por la estancia Las Gamitas, que pertenecía al Grupo Capózzolo, Iannozzi pagó poco más de 6 millones de dólares en un plazo de 10 años. "Se la vendimos a 100 dólares la hectárea", recuerda don Enrique González Kees, uno de los ex socios. No obstante, el sitio preferido, fuera del mundanal ruido, fue El Triunfo, de unas 75.000 hectáreas, ubicado a unos 25 kilómetros al norte del cruce de la Ruta Nacional 98 -que comunica las ciudades de Vera con Tostado- y la ruta provincial 13. "Eduardo Menem y Zulemita vinieron varias veces a este lugar. Incluso se sacaron fotografías con los peones", dice Raúl, uno de los tantos pobladores de la zona norte de la localidad de Tostado, ubicada 300 kilómetros al noroeste de la capital santafesina. "Pero Carlos Menem nunca apareció por acá; es más, siempre se supo la distancia que puso Iannozzi con él, aunque nunca pudimos saber porqué", agrega.
En esa inmensidad del territorio santafesino, siempre resultaron extraños -en especial hacia fines de la década de 1990- los movimientos que allí se advertían. Para llegar al casco principal, debían recorrerse no menos de 25 kilómetros y pasar por dos puestos de guardia, donde siempre había gente armada -de una empresa de seguridad privada- que no era de la zona. Cada persona tenía que estar perfectamente identificada. "Si no sabían que te esperaban, no entrabas", recuerda uno de los lugareños.
La casa principal de la estancia fue realizada por Cristina, una bella arquitecta capitalina de unos 40 años, que es la secretaria personal de Ianozzi desde hace ya largo tiempo. Uno de los empresarios que visitó algunas veces el lugar, le preguntó sin rodeos a la arquitecta cuánto se había invertido para realizar las refacciones del casco principal. "Y, se gastaron por lo menos 300.000 dólares", respondió la mujer.
-¿Y por qué gastan tanto dinero en esta zona tan inhóspita? -insistió.
-Nosotros consideramos que para vivir en el campo peor de lo que vivimos en la ciudad, no vale la pena, porque acá nosotros estamos trabajando. Aparte, en avión estamos en hora y media en Ezeiza o Aeroparque.
La vivienda tiene un gran living (de unos 12 metros de largo por 8 de ancho), un hogar destacado, las paredes son dobles, los baños exhiben lujosos detalles de grifería, y hay aire acondicionado central. A pocos metros, se encuentran dos casas, de similares características a la principal, pero de menor tamaño y comodidades más limitadas. En las inmediaciones, existe un hangar con alrededor de veinte tractores John Deere de última generación para tareas de arado. Cada uno cuesta entre 170.000 y 200.000 dólares. Además, había casi siempre tres camionetas 4x4, un pequeño helicóptero y algunos aviones que aterrizaban semanalmente, a cualquier hora, con amigos y negociantes. El lugar cuenta con una amplia pista de aterrizaje, en la que, hasta hace un tiempo, se destacaba la aeronave de dieciocho plazas que Iannozzi usaba para moverse regularmente con quienes vivían en el lugar. Tenía contratado un piloto que alguna vez fue comandante en Austral. "A mi me gusta ir a las funciones del Teatro Colón, y cuando me encuentro con algo que me interesa, viajo y vuelvo al día siguiente", contó a fines de 1998 la arquitecta del Tano Iannozzi. El uso del avión tenía otra particularidad: no era inusual la llegada de señoritas de esbeltas figuras, que acompañaban durante los fines de semana a los empleados foráneos de la estancia -la mayoría de ellos del sur de Santa Fe-, solitarios y ávidos de afecto.
En esos tiempos, la mayoría de los campos de Iannozzi estaban a nombre de la empresa Cindia Sociedad Anónima, con sede en Uruguay 1037, de Capital Federal. El representante en el norte santafesino era Sergio Suárez, quien en julio de 1997 aceptó un reportaje con el semanario Edición 4, de Reconquista. La nota salió publicada el 24 de julio de ese año. En el diálogo dijo que en los campos trabajaban "más de 150 empleados y sus familias", que Iannozzi compró las primeras tierras en esa zona a principios de los años ochenta y reconoció que buena parte de las inversiones se concretaron con aportes de capitales italianos. "En Italia consiguen más tierras ganándole espacios al mar; acá, lo único que falta es hacerlo al campo, que está lleno de tacurúes", acotó. Admitió que la empresa agropecuaria poseía campos en los departamentos santafesinos de Vera y 9 de Julio, como así también en Santiago del Estero, lo cual sumaba casi 420.000 hectáreas.
-¿Usted es consciente de las dudas que existen en torno al origen de los capitales de Iannozzi, no? -insistió el periodista.
-El señor Iannozzi hace años que tiene propiedades en esta provincia y en otros lugares de la Argentina. Claro que sabemos de los comentarios que hay en torno a una supuesta relación con el narcotráfico o con Menem, pero no es así. Los que se tuvieron que ir de los campos son los que más se quejan.
Los registros de la Dirección General Impositiva (DGI) -actual Administración Federal de Ingresos Públicos- indican que, en enero de 1994, Iannozzi declaró un patrimonio total de 5.839.157 pesos-dólares, que se incrementó a 20.385.780 en diciembre del mismo año. Uno de los ítems que más crecieron en ese año fue el rubro "Bienes del exterior": en enero era cero peso; en diciembre, declaró 6.500.000 pesos. El patrimonio total no tuvo mayores variaciones en los años posteriores; siempre rondó los 20 millones, aunque fue creciendo el ítem de "Deudas": pasó de 1.200.000 en 1994 a 15.875.703 pesos en diciembre de 1997. Si bien existe un guarismo compensado entre el crecimiento de su patrimonio con la evolución de endeudamiento que refleja su declaración de Ganancias al cierre del ejercicio antes señalado, "no se explica cómo un sujeto puede obtener un desmesurado incremento en el financiamiento en el término de tres años, que triplica su patrimonio a esa fecha. ¿Qué banco financia a un deudor tres veces por sobre su patrimonio neto? ¿cómo se justifica tal capacidad para afrontar endeudamientos tan grandes?". Esto es lo que se preguntó un abogado de la zona, con conocimiento del funcionamiento bancario regional. "Es posible que la deudas no sean provenientes del sistema financiero, pero entonces habría que preguntarse también quiénes fueron sus acreedores", completó.
No obstante, el gran salto se produjo en 1998: Iannozzi declaró bienes por 35.531.927 pesos en diciembre de ese año, recordado por la fiesta menemista que se vivía en el país, con el festival de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) para diferentes provincias, sobre todo para aquellos sectores afectados por la grave inundación que se vivió en el norte santafesino.
Concursado. Iannozzi se distanció de su socio italiano -con quien también tenía una fábrica de aceros en el país europeo- y algunas tierras se dividieron. "El campo El Triunfo, tuvo que quedar casi en su totalidad para el socio italiano", indicaron algunos allegados. La estancia Los Charabones fue alquilada por seis años a la empresa Buyatti Hermanos de Reconquista, por una cifra cercana a los tres millones de pesos. Tuvieron que entregar un millón de pesos y el resto financiarlo. Por otra parte, Iannozzi le vendió directamente a la firma Buyatti alrededor de 5700 hectáreas de otro campo, valuado en un millón de dólares. También se fue desprendiendo de algunas empresas en las que aparecía como principal accionista. Tales los casos, por ejemplo, de Cindia SA, que manejaba la administración de sus campos en el norte santafesino, Estancias Norafe del Salado SA, Guaribal SA y Velidi SA. En mayo de 2005, Iannozzi renunció a las cuatro firmas y quedaron como titulares Carlos Alberto Grande, Fabián López y Daniel Razzetto.
Razzetto es contador, doctor en Administración de Empresas y ex presidente del Club Quilmes de Buenos Aires. En los últimos años, y según los registros oficiales, apareció en diecisiete empresas: Neomedia SA, Invercapital SA, Sifon's SRL, TimCargo SA, Urbangroup SA, Syl Cargo SA, Credisolv Argentina SA, RLRC y Asociados, A. Santos SA, Los Algodonales SA, Guaribal SA, Searen SA, y renunció a Magnesio SA, Taraborelli Automotores, Estancias Norafe del Salado, Guaribal SA y Velidi SA. A su vez, es el presidente de la empresa de multimedios que tiene el control de Canal 9 Litoral, de Paraná (Entre Ríos).
El empresario fue durante muchos años el contador del operador futbolístico Gustavo Mascardi, el hombre que más compró y vendió jugadores de primera línea en la Argentina en la década de 1990 (Sebastián Verón, Claudio López, Hernán Crespo y Juan Pablo Sorín, entre otros) y que concretó varios negocios con clubes importantes de Italia como el Parma y la Lazio, que terminaron quebrados y con sus dirigentes bajo proceso judicial.
Iannozzi optó por concursarse a mediados de 2005, aunque los que lo conocen consideran que es una acción ficticia. Su decisión coincide con el grave accidente que sufrió el 24 de diciembre de 2004, cuando volcó de un cuatriciclo, en una de sus estancias de la provincia de Buenos Aires, al realizar una mala maniobra en un médano.
Se golpeó la cabeza, quedó inconsciente y estuvo cuatro horas tirado en la arena, sin que nadie se diera cuenta de lo que le había sucedido. Lo internaron de urgencia en el Sanatorio Fleming de Capital Federal y allí estuvo durante ocho meses. Cuando sus amigos se enteraron de que la recuperación demandaría cierto tiempo, acordaron con los directivos del sanatorio la confección de una habitación vip, de importantes dimensiones y comodidades, para que "Don Domingo" se sintiera lo mejor posible. Cuando abandonó el lugar, Iannozzi optó por dejar intacta la habitación y donarla al instituto en agradecimiento por la atención. Se dio cuenta de que había retornado a la vida y que estaba en condiciones de seguir haciendo negocios.
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