CONTRATAPA
› Por Rubén Vedovaldi *
Hay 12 mil años de tribus habitando este continente antes de que España lo mal llamara Tierra de Indias o sus virreynatos de las Américas.
En sus 46 naciones se hablan 50 lenguas aborígenes de las cuales sólo alcanzó jerarquía de segunda lengua oficial del estado paraguayo el guaraní.
Toda la vida sentiremos vergüenza por ser descendiente de conquistadores arrasadores. Porque arrasar 12 mil años de vida no es conquistar. Conquistar es lo que hizo Atenas, que fue arrasada por Roma, pero, aunque perdió la guerra conquistó a Roma y por Roma a todo occidente con su arte y su cultura y nos aportó la filosofía, la lógica, la geometría, la medicina, el modelo de democracia y de república, etc.
Vergüenza por la Iglesia Católica del Evangelio (traducido del latín al castellano y no del griego) en una mano y la espada o el trabuco en la otra, resemantizando y destruyendo todas las creencias religiosas de los pueblos originarios para imponer su doctrina por la fuerza de la Inquisición y la picana de los Corregidores.
¿Y la sífilis? ¿Y la hoguera de la Inquisición? ¿Y todas las indiecitas violadas? ¿Y los 300 años de esclavos? ¿Y todos los indiecitos asesinados en la pampa para criar ovejas cuando ya no necesitaban esclavos? ¿Y los indios e indias que hoy los blancos de América, en nombre de la ley y el orden, siguen asesinando en Chiapas, en Guatemala, en Brasil, en Perú, en el norte y el sur argentino y chileno?
No me gusta que nos visiten la reina de Gran Bretaña ni los reyes de Holanda ni la reina Sofía y el rey Juan Carlos de España ni el príncipe y la princesa.
Recién hoy llevan al parlamento español la discusión de si el pueblo debe o no seguir manteniendo reyes y reinas y costosísimos protocolos y ceremoniales cuando no todos los ciudadanos españoles tienen trabajo digno y las mismas oportunidades porque aún hoy hay españoles ricos y españoles pobres, opresores y oprimidos, hijos y entenados, mandamases títeres y soldaditos mercenarios de vergonzosas coaliciones. Todavía España no reconoce la independencia a que tiene derecho el pueblo vasco, que ya estaba en la península antes de que vinieran los godos y los romanos.
Pero ¿quiénes son hoy los conquistadores que invaden con tropas y destruyen pueblos?
Hoy se llaman Fuerzas Armadas Norteamericanas, al servicio de empresarios ricos y contra el propio pueblo norteamericano, invadiendo Servia, invadiendo Panamá, invadiendo Haití y Santo Domingo, invadiendo y colonizando a la nación Boricua, mal llamada Puerto Rico, destruyendo Afganistán, invadiendo y destruyendo Iraq, y amenazando con invadir Irán y Corea del Norte.
También el Ejército de Israel, que se cree el ejército de dios, asesinando árabes desde que Inglaterra los trasladó de Alemania a Jerusalén y violando continuamente los derechos internacionales y las resoluciones de Naciones Unidas.
También Inglaterra, por todas las invasiones y guerras y colonias desde hace más de tres siglos.
Pero también la Nación argentina, no seamos hipócritas. Porque el ejército invasor de Bartolomé Mitre sumado al ejército de Brasil y al ejército uruguayo, asesinaron al pueblo paraguayo que nunca más se recuperó de aquella cobarde masacre de la triple Alianza.
Y también Argentina e Inglaterra juntas porque le sacaron a los tehuelches esas islas que ahora Argentina dice que son nuestras e Inglaterra sigue explotando como colonia suya, las mal llamadas islas Falkland y mal llamadas Islas Malvinas.
Porque allá en el sur todavía están los últimos descendientes originarios de los tehuelches y van a morir sin que les devuelvan ni la tierra ni la dignidad de querer ser un pueblo en el mundo.
Todavía usamos una mala palabra nacida en el imperio romano, la palabra provincia que significa tierra por vencer y arrasar.
Todavía hay aquí una provincia que se llama Mendoza, que es el nombre de un conquistador mataindios.
Todavía hay una provincia que se llama Córdoba en homenaje a aquella España conquistadora.
Todavía aquí hay una provincia llamada de Santa Cruz y debe ser por los indios que allí crucificaron.
Todavía este continente se llama América, que es el apellido de un gringo pirata que no descubrió nada.
Pero como la reina Isabel le debía plata y tierras y un cargo político a Colón, en vez de pagarle lo puso en un calabozo y para olvidar su nombre le puso América, por Américo Vespucio, a este saqueado continente.
Todavía hay una provincia que se llama de Santa Fe. ¿A qué le llamarán santa fe los católicos desde su cúpula? ¿A la del Gauchito Gil? ¿a la de monseñor Storni? ¿a la de von Wernich? ¿A qué le llaman Dios o Cristo los metodistas norteamericanos que llevan "soldados de Cristo" a todas partes a genocidar pueblos del mundo por petróleo, porque Dios le habló a Bush y le insufló un alma blanca a Condoleeza Rice?
Todavía hay algún lugar llamado Paso del Rey, todavía hay calles con nombres de conquistadores y de militares mataindios, matagauchos, matalinyeras y asesinos de piqueteros y villeros en este mal llamado primer mundo que sigue obligándonos a la sucia guerra eterna de muertos de hambre contra muertos de hambre.
Hoy el conquistador se llama cocaína, se llama tráfico de secuestradas prostituidas, y tráfico de armamentos. Hoy la Santa María, la Pinta y la Niña se llaman: tabaquismo, alcoholismo y drogadicción; o se llaman: sida, cólera y chagas.
En este 12 de octubre nos preguntamos: si se cumplirá alguna vez el deseo de ese indio aimará, Evo Morales, proponiendo públicamente en Asamblea General de Naciones Unidas que se traslade la sede de Naciones Unidas al hemisferio sur y que se transfiera el Banco Mundial al hemisferio sur para que alguna vez seamos nosotros y no el norte pirata los que manejemos nuestra política de naciones y nuestra economía de naciones sumergidas o mal llamadas emergentes.
Pero, si el sur tampoco hoy existe, no usemos palabras como Libertador o Independencia o Concordia o La Paz para nombre de calles y plazas o clubes ni hablemos más de San Martín ni de Bolívar ni de O' Higgins ni de Sucre ni de Tupac Amaru ni de Rigoberta Menchú, ni del Che ni de san Ceferino Namuncurá ni del buen mestizo ni de nadie. Sigamos apostando al narcodólar, al euro; a los papas europeos y al perdón eterno para la conquista eterna y la desmemoria eterna y no hablemos más del 12 de octubre.
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