CONTRATAPA
› Por Eugenio Previgliano
Ahora estoy escuchando a Jane Birkin en un tema viejísimo y algo -todavía- subido de tono que se llama "Je t'aime moi non plus" mientras escribo en mi notebook y miro el movimiento de personas, vehículos, enseres y mercaderías por el Bulevar Saint Germain, pero la primera impresión es como la de uno que ha tenido que hacer un largo viaje abandonando al amor de su vida y un día vuelve y encuentra mucho de lo que se llevó consigo la primera juventud.
Sin embargo, las opiniones de aficionados franceses que he escuchado marcan más o menos, en orden al rugby, algo similar a lo que uno, si no le hubiera tocado en suerte y desgracia ser argentino, diría de nuestro equipo después del ajustado triunfo contra Escocia el domingo. ¿Es que el mítico conjunto de la gira del 66 le ganó entonces a los springboks? ¿Irá a ser este el primer triunfo contra los Sudafricanos? Estas y otras preguntas vienen a mí mientras trasiego bulevares, calles, museos, parques y avenidas. Tengo conmigo el recuerdo que tal vez algún lector comparta del mundial de fútbol del 98 pero a nadie se le hubiera ocurrido entonces modificar la hora de nada menos que un River-Boca para que tengan un lugar en el mundo mediático Los Pumas.
Mientras tanto, según me informan, Syd Millar, el presidente del Internacional Rugby Board dijo el lunes que la Argentina merecería jugar todos los años una competición grande como el Torneo de las Seis Naciones o los Tri Naciones: no se puede, ha dicho Millar, seguir ignorándolos después de "su" -el subrayado es nuestro- mundial.
Todavía -me dice un parroquiano en la barra de una brasserie de la rive droite- los franceses no hemos ganado nada más que un lugar en las semifinales; para los argentinos sin embargo no parece que valga lo mismo, aunque a la hora de las antipáticas comparaciones, uno no puede dejar de pensar en los All Blacks llevando adelante un trámite parecido al de aquella selección del loco Bielsa: la unión neocelandesa viene de declarar que el entrenador se irá tras haber ganado 42 de los 48 matches que jugó y haber fallado en la misión sagrada de ganar la copa del mundo para un país donde el rugby es quizás tanto o más importante que la política, la religión o la guerra.
Escribo estas líneas como a las seis de la tarde del día miércoles. Relativamente cerca mío, algo más allá, concentrada en sus menesteres, sin haberme mirado, persistente en lo suyo, hay una muchacha morena. Ah que es linda la gitana, me ha dicho una mendiga que pasó un poco antes. Yo la vuelvo a mirar y cada vez me parece más cierto.
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