CONTRATAPA
› Por Jorge Isaias
En la empecinada matriz de mi memoria no se registra ese partido, que ya pertenece a la memoria oral de mi pueblo. Esos muchachos que ese día se inmolaron por el honor son casi un mito que permanece luminoso en el imaginario social. Cómo Héctor, que sabía que habría de perecer en Troya y sin embargo peleó contra Aquiles, así habrá sido este encuentro entre aquellos muchachos de entonces contra el imbatible Morning Star, rebautizado como correspondía a los tiempos: "Evita, Estrella de la mañana".
Yo también viví escuchando la historia de aquel encuentro, pero hasta hace muy poco no había encontrado a nadie que hubiera visto tal partido, y menos aún, me había cruzado con una de los que lo jugaron, ya descansando en la leyenda. Un partido con un final sabido.
"Masquique" Sequeira de él se trata me inicia en los vericuetos esplendentes de su memoria y precisa algunos datos, con nombres y apellidos, pero se acuerda poco del partido, tal vez, porque poco y nada tenga para recordar. Me regala entonces un par de copias fotográficas: una del equipo: "Los Fugitivos", donde están solamente los jugadores y otra del mismo equipo con los acompañantes. Delegados y simpatizantes y colados, portando dos banderas, una de nuestro equipo y el otro de los rivales.
El Morning era una máquina de hacer goles y se alzaba con todos los campeonatos Evita en la década del 50, organizados por la Fundación Eva Perón. Se jugaban torneos, provinciales y regionales primero y al partido final se jugaba en las canchas de Boca o River, con la presencia del Presidente de la República y su esposa, que dispensaban los premios y resolvían también "in situ" algún problema de trabajo que podría tener un familiar de los chicos en ese momento, como lo constatan las numerosas crónicas de la época.
Estos fabulosos campeonatos donde competían chicos de todo el país estaban dividido en varias categorías, por edad. Desde los doce a los diecisiete años e incluía un proyecto más amplio que la mera justa deportiva.
Trescientos mil chicos y adolescentes de todo el país eran sometidos a una revisación médica y odontológica. Una manera práctica y eficiente de concretar una campaña sanitaria total y única, sobre todo a esa edad donde casi nadie va al médico.
No conozco otro ejemplo de salud social masiva en toda nuestra historia y se aprovechaba la popularidad del fútbol para llevarla a cabo con eficacia, justo en la edad de esos niños y jóvenes que eran, a no dudarlo, el futuro del país y había un proyecto político que por primera vez los tenía en cuenta.
Este "desafío amistoso" como podríamos denominar al encuentro se produjo tal vez por casualidad o tal vez sería una mecánica que el campeón cumpliera siempre aunque es improbable.
"Masquique" también tiene la foto del Morning, tomada ese día y me pasa los nombres: Peruggini, Forcat, Laporta, Celi, Ezcurri, Cerro, Ramírez (que hizo casi todos los goles). También eran de la escuadra: Farrugia, Puppo y Yudica, luego profesionales de Ñuls y Cayuela que triunfó con la camiseta canalla.
Y nuestros héroes, que aquí posan para la eternidad son: "Chiche" Yocco, al arco, Livio Matiello, Pedrito Spizzo, "Titi" Gardella y Juan Carlos Montaldi, abajo. Y arriba: "Chiche" Borello, "Toti" Maraviglia, Anselmo Vera (el inefable "Verita"), Juan Chiquetti y Remigio Gramajo. A casi todos ellos los vi jugar luego ya en nuestro club, ya en el equipo de los "primos " albiazules.
Uno de los más entusiastas promotores del partido, era mi amigo "Verita", empleado del almacén de Ramos Generales de don Bernardino Giglio, quien trasegaba todo el pueblo con su veloz bicicleta de reparto, y cuando era increpado con ironía en los días de vigilia a la espera de tan trascendental encuentro respondía socráticamente:
Y, no sé, en la cancha somos once y once.
Después del resultado de la frase quedó acuñada como una moneda en el pueblo y todavía se recuerda porque perdimos siete a uno.
Nunca supe si mi padre había ido. Yo estoy seguro de no haber visto ese partido, pero cada día encuentro más gente mayor que dice haber presenciado ese acontecimiento. Sin embargo el trámite no ha dejado ningún recuerdo y hasta se olvidó el nombre del autor del único gol que dicen haberle hecho al Morning. ¿Por qué se usó el nombre de "Los Fugitivos" para este combinado local? Varias versiones circulan y una es coincidente: a este equipo que jugaba los torneos de verano se le ocurrió el encuentro, fueron a ver a don Lorenzo Tossini, presidente del Huracán, ya que era la única cancha de fútbol en ese tiempo. Las condiciones que puso el caudillo fueron duras y a los muchachos les parecieron inaceptables: prestaba la cancha pero se jugaba con el nombre: Huracán Foot Ball Club. Como había chicos que militaban en Federación, la propuesta no tuvo eco.
Hay una razón que no excluye a la primera sino que la complementa: don Lorenzo era un reconocido caudillo peronista y había sido presidente de la comuna entre 1946 y 1948 y todos los delegados de Los Fugitivos eran radicales, incluido el cura. Era por lo tanto una doble derrota: política y deportiva.
Entonces, el "Turco" Hechen, prestó un potrero de su campo para que lo dejaran en condiciones parecidas a una cancha, pusieron los arcos y el partido se hizo.
No cobraron entrada, de todos modos no era el motivo de tal concurrencia, sino de ver a un grupo de los mejores jugadores jóvenes de entonces, lo que los convocaba era el fervor y el entusiasmo.
El cura Martínez, gestor importante del encuentro, bendijo el partido se colocó un gran sombrero de paja que contrastaba con su gran sotana negra, flameando bajo la brisa mientras arengaba a "Los Fugitivos" hasta enloquecer.
Juan Aromando, mi amigo, uno de los delegados del equipo local me dice que nos tuvieron lástima, que hicieron esos goles como para dejar sentado quienes eran, pero al llegar a la puerta del arco tiraban afuera, ante la desesperación de "Chiche" Yocco, un héroe de la jornada y tal vez el que más sufrió con la derrota.
Juan me acerca otros nombres de los delegados y de los muchachos mayores que estaban allí alentando a "Los Fugitivos" y que habían proveído la logística para que el partido se concretase. Es decir, habían hecho el trabajo de desmalezamiento y puesta a punto de la cancha. Eran ellos: Renato Albanessi, Haroldo Real, "Pichón" Albanessi, José Hechen, Marino Aquilano.
Hermanas y novias diligentes cosieron las camisetas y les pegaron una grande V corta de color rojo en el pecho, a esta equipo que empezó a llamarse "Los Miserables" y en el primer partido que ganaron por goleada en otro pueblo tuvieron que salir corriendo y de ahí se rebautizaron como "Los Fugitivos", nombre con el cual pasaron a la historia.
El Club creció con el tiempo, la derrota ante el Morning era una anécdota agridulce, y hasta llegaron a comprar una cancha que luego vendieron al Club Federación. Con el tiempo dejaron de jugar hasta perderse en los otros clubes grandes no sin dejar este amable recuerdo y el paso de algunos cracks por sus filas.
El partido se jugó el 1º de mayo de 1951 y yo, casi 57 años después escribo estas desmañadas memorias en honor de aquellos muchachos, y retomo ese hilo delgado, imperceptible, que ya recorre el mito bajo el esplendor y la miseria de todos los tiempos posibles.
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