CONTRATAPA
› Por Luis Novaresio
Uno: O estás conmigo o estás en mi contra. Mirá vos, te dije, esperando que agregaras algún otro comentario que me ayudara a saber de qué hablabas. Porque muy bien podía usarse ese argumento, por ejemplo, para que los canallas derrotados en el clásico se calmaran. Esos calientes auriazules dirigidos por el presidente que cree que seguir gritando nos hace olvidar que a la hora de la verdadera firmeza, no la de la cháchara, partió raudo porque no le gustaba otro partido más ciudadano, como quien se cree el dueño de la pelota. Claro que no era el dueño, sino apenas el mandatario de la voluntad de la gente que una vez le dijo sí en las urnas y ahora le decía sí a otro, por más que a él no le gustase. Pero eso es historia.
Conmigo o en mi contra podría también ser la libertaria posición de los que no se bancan haberse equivocado y persisten en acomodar los dos micrófonos para crisparte y crispar su voz recitando de memoria algunas cifras como hacía Sívori. ¿Sívori? El que rendía antes de mí en la facultad que se empeñaba en aprender de memoria los nombres de pila de los autores porque así, decía Sívori, parece que sabés más. No es lo mismo citar el contrato social de Rousseau que el mismo libro del origen de las sociedades organizadas de Jean Jacob Rousseau. Pero al final, se nota, pensé. Cuatro números de memoria, un nombre compuesto, no representa saber de qué se trata. Apenas aparentar. Pero no te lo dije.
De mi lado o con la contra parece ser el lema que nos ha unido en la separación a los que habitamos esta patria desde el mismo día que alguien dijo que le pueblo quería saber de qué se trataba y de adentro lo acusaron de revolucionario subversor. Golpista, al menos de lo que yo pienso y quiero,
Dos: Son 17 preguntas sobre consumo de marihuana, cocaína, pasta base y éxtasis. ¿Alguna vez la probó? ¿Cuándo fue la primera vez? ¿Qué edad tenía? ¿Cada cuánto consumía? ¿Consumió en los últimos 30 días? ¿En los últimos doce meses? Y como si fuera poco, te van a seguir preguntando: ¿Ha sentido un deseo tan grande en usar droga que no pudo resistir o pensar en nada más? ¿Lo ha hecho a pesar de que no tenía intención? ¿Lo hizo en mayores cantidades de lo que alguna vez pensó? ¿La usó para eliminar problemas o evitar que se presentaran? ¿Ha notado que la misma cantidad tiene menos efecto que antes? No satisfechos por el cuestionario, el INDEC, el mismo que dice que los precios de las cosas que vos comprás para comer aumentaron apenas un 1,1 por ciento y la que ropa bajó, lanzó esta semana una encuesta para evaluar el consumo de estupefacientes con estas preguntas. Y si te toca, te va a preguntar: ¿Ha dejado de hacer cosas que le gustan por el consumo? ¿Pasa más tiempo que antes para recuperarse?
Conste que no vale contestar con insultos. Canté primero.
Tres: Silvia prepara la cama del sanatorio con una pericia que me sorprende. Esquiva esos fierros que sirven para levantar la cabecera o los pies del enfermo, alisa el nylon que protege el colchón y pregunta a una colega por las traversas. Todo en dos segundos. El papagayo lo lava con dignidad y barre alentando a la enferma. Le miente que se la ve mejor. Ser mucama de sanatorio es prestar su sacrificio para que la dignidad herida del enfermo se sienta menos sola. La miro y lo escribo en el papel. Raro.
Cuando charlamos en el pasillo me dice que va a aprovechar sus veinte minutos de descanso para llamarlo a Ariel. El pibe tiene 15 años, una enfermedad siquiátrica de la que no recuerdo el nombre y es adicto a las drogas desde hace un año. Empezó con lo que le ofrecieron en el Fonavi en donde viven. Hoy puede elegir. Porque el pibe ya está "adentro" y porque en el barrio de viviendas populares se consigue, a la vista de civiles y uniformados, lo que se quiere. Robó dos veces y golpeó una. El juez le dijo que la madre tenía que tener el cuidado judicial, darle la posibilidad de recuperarse y evitar llegar al infierno. El infierno en Rosario también es frío: Es el Instituto de Rehabilitación del adolescente rosarino IRAR. Se lo dijo el juez.
Silvia no puede pagar un tratamiento de recuperación de su hijo. Trabaja 14 horas por día. Apenas si puede darle de comer. Y el pibe se droga sin haber escuchado hablar del artículo 19 de la Constitución. En estas pampas no hay un solo instituto gratuito que pueda recibir a Ariel. Y esto ya se sabe desde hace mucho.
Cuatro: "Digan lo que digan, vamos a sostener la posición de que se debe despenalizar la tenencia para consumo que castiga a los chicos. Perseguiremos a los narcos, no a los pibes", fue lo primero que dijo el ministro del área con ese tono tan conciliador de siempre. Digan lo que digan. Aunque digan algo más inteligente, parece que también. "Puede haber posiciones en contra, pero alguien le tiene que poner el cascabel al gato. Soy católico practicante y sé que si hay un feligrés que es adicto no se le va a soltar la mano criminalizándolo, sino ayudándolo a salir. Si hay un precursor de la reducción de daños ha sido la Iglesia que siempre le ha dado lugar a Alcohólicos Anónimos para que pueda trabajar". Aníbal Fernández dixit.
Y se me ocurre decir. ¿Qué esperaba que dijera la Iglesia? ¿Qué creía que podía proponer la misma Iglesia que insiste con que el infierno existe, que usa otra vez el latín para estar cerca de sus feligreses o que logró pedirle perdón a Galileo hace algo así como un lustro? ¿No sería más razonable recomendar que en la Iglesia se fortalecieran sus normas y fuera de ella se cumplieran siempre, con igualdad ante la ley, las paridas por voluntad de todos, creyentes o no? ¿Estar conmigo o en mi contra aún en materia de Dios? ¿No es mucho?
Cinco: El derecho sancionatorio de los códigos 'excluye de la potestad estatal los intentos de prohibir y penalizar, por ejemplo, el acto de daño a sí mismo, o la "injusticia contra uno mismo", que es un acto "a quien nadie tiene derecho excepto él mismo", en virtud de que "todo individuo es soberano de sí mismo, de su propio cuerpo y de su propio espíritu. Penalizar el daño a sí mismo significa la asunción estatal de un criterio paternalista autoritario que, por regla, resulta ajeno al principio de autonomía de la persona' Esto dijo alguna vez la Corte Suprema de Justicia cuando un músico fue descubierto por una vecina curiosa que vio por su ventana interna que el muchacho cultivaba marihuana en macetitas de su lavadero.
Fue el mordaz juez Enrique Petracchi el que dijo que hay un principio cierto de tratar de evitar por todos los modos razonables, que los ciudadanos se dañen. Ahora, dijo el juez, si todo vale en pos de eso, "si se generalizara tal argumento, vendría a consagrarse el principio de que es posible combatir toda conducta no deseada mediante el castigo de quien es su víctima, desde que siempre la víctima y su situación son condición necesaria de la existencia del delito. Así, castigando a los propietarios de automóviles se eliminarían las circunstancias que promueven el delito del que los roba; castigando a las mujeres más hermosas se eliminaría el factor de tentación a la ejecución de delitos contra el pudor" (no dé ideas, doctor, pensaste cuando me escuchabas). "Este es el riesgo de tipificar un delito por la inclusión en el tipo de la situación misma de daño que la acción ilícita produce, y lleva a la confusión de transformar a la víctima de un hecho ilícito en su coautor." Petracchi en el caso Bazterrica.
Seis: Silvia vive acá y nosotros debatimos como si fuéramos Holanda. O ¿acaso la encuesta del INDEC, lo que dice el ministro y lo que vos le contestás, la palabra de miedo de algunos (dice alguno) de sotana tienen que ver con lo que pasa?
Oponerte a despenalizar u oponerte a no despenalizar me suena a un juego vanidoso de poder para saber quién puede más. Cruzar de vereda al que piensa distinto huele a estigmatizar con aceite caliente al contrario. Creo que es bucear en un submarino tan diminuto como la realidad propia. Mientras algunos intelectualizan (¿intelectualizamos?) el fenómeno de la droga como placer elegido, cientos, miles de pibes y no tanto aspiran sin debate libre para salirse de la realidad que les muestra un solo camino: la frustración.
A mi favor o en mi contra. Y así nos va, che. Eso me dijiste.
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