CONTRATAPA
› Por Miguel Roig *
Hace unos meses un grupo de amigos compartimos una larga charla nocturna en el hotel Riviera de La Habana. Estábamos sentados en círculo, alrededor de dos o tres mesas atestadas de tazas de café, botellas de agua y copas de ron en el bar del lobby, junto a un inmenso ventanal a través del cual se extendía, hasta donde la vista era capaz de seguirlo, el Malecón. La conversación era ligera, risueña y, cautiva de la atmósfera de la ciudad, se dejaba llevar con moderado gozo por la voluntad arbitraria de cualquiera de nosotros, cambiando de rumbo una y otra vez. Hasta que Sergio Colas, cubano y de alguna manera obligado anfitrión del grupo, nos dijo: ¿sabían que éste es el hotel que se evoca en la segunda parte de El Padrino, en el que se encuentran Michael Corleone y Hyman Roth, interpretados por Al Pacino y Lee Strasberg?
A finales del siglo diecisiete, el lugar donde se eleva hoy el hotel Riviera era un suburbio inhóspito pero clave para la seguridad de la ciudad frente a cualquier ataque de piratas o corsarios a las flotas ancladas en el puerto, por lo tanto, el cabildo la villa de San Cristóbal de La Habana prohibió abrir caminos en la zona que pasó a denominarse 'Terrenos Vedados'. Al acabar el siglo diecinueve, el desarrollo urbano impulsó allí un barrio noble que desde entonces se llama Vedado y en el que Meyer Lansky levantó un hotel gigantesco que siguió los criterios escrupulosos del art decó americano, típico de los cincuenta en el paisaje de Miami y Las Vegas.
Sergio, que es un entusiasta del tema, nos aclaró que la reunión real y no la que imaginaron Mario Puzo y Francis Ford Coppola, tuvo lugar en el Hotel Nacional de Cuba, en diciembre de 1946, y fue en ese encuentro en el que se nombra a Lucky Luciano 'Capo di tutti Capi' por la totalidad de las familias allí presentes.
Luciano llegaba a la isla procedente de su exilio italiano, negociado con las autoridades americanas, y aún en esas circunstancias consigue controlar desde La Habana toda la red delictiva de las organizaciones mafiosas en Estados Unidos. Meyer Lansky, por su parte, referente de la mafia judía, era el encargado de ejecutar una réplica de Las Vegas en La Habana: casinos, centros de ocio, prostitución y drogas.
La prosperidad y el entendimiento, incluso a través de una relación personal con Fulgencio Batista, llevan a Lansky a levantar el Riviera una década después y convertirlo en su cuartel general.
Michael Corleone está inspirado en Lucky Luciano y Hyman Roth en Lansky.
Luciano comienza a controlar el negocio cuando se reúne con su jefe, Giussepe Masseria, en un restaurante de Coney Island. Al final del almuerzo se retira un momento al baño, pausa en la que Masseria es asesinado por un grupo de hombres armados. A partir de entonces, Luciano se convierte en el nuevo jefe de la mafia neoyorkina y ordena, en el plazo de cuarenta y ocho horas acabar con la vida de más de medio centenar de mafiosos. Michael, en la primera parte de El Padrino, decide ejecutar con su propia mano a Virgil Sollozzo dando, con esa decisión, un giro genial al personaje cuya epifanía se complementa con un racconto, en El Padrino II, en la escena que los hermanos esperan al padre en la mesa familiar y Michael se enfrenta a Sonny, asesinato que se materializa en un restaurante del Bronx y, al final de la película, durante el bautismo de su primer hijo, en un cierre operístico, ejecuta a todos los jefes que puedan ensombrecer el comienzo de un nuevo imperio en el crimen organizado, inspirado, sin duda, en la frialdad, ambición e inteligencia de Lucky Luciano.
Pero hay más. Tenemos tres reuniones. La nuestra, en el Riviera, en la que escuchamos fascinados a Sergio. La que Coppola reconstruye con trazos de su imaginación y recortes de la realidad, en un hotel de Puerto Rico que quiere emular al Riviera y la tercera que transcurre a finales de 1946 en el Hotel Nacional de Cuba. Según Anthony Summers y Robbyn Swan, en Sinatra The Life, una biografía obviamente no autorizada, esa reunión, la de Luciano, provoca que, dos meses después, en febrero de 1947, lleguen a La Habana, procedentes de Miami, dos colaboradores imprescindibles para la gestión del negocio, los hermanos Rocco y Joe Fischetti y un amigo, presente en muchas de estas historias: Frank Sinatra. Este hecho es innegable: hay una foto de los tres bajando del avión y 'La Voz', gran bolso en mano, tratando de tapar su rostro ante la cámara.
Si hay alguien que lo ha sido casi todo, ese es Frank Sinatra. Toda su vida ha estado imantada por la mafia, pero también ha pertenecido al Partido Comunista americano; formó parte de la corte de Camelot junto a los Kennedy; sostuvo la causa de los negros dos décadas antes de que se pusiera de moda; durante la guerra de las Malvinas aceptó participar en un festival de la Cruz Roja para recaudar fondos si el gobierno americano no se lo hubiese impedido. Le llamaban 'El Jefe', pero también, 'El Padrino'. Gay Talese, en un reportaje memorable, escribió: 'Nosotros tenemos escrúpulos, él no'. Cuenta el periodista Ariel Bufali, que un par de horas antes del concierto que daría Sinatra en el Sheraton de Buenos Aires, pudo entrar al camarín del cantante con un pequeño grupo que acompañaba al general Viola. Sinatra lo recibió sentado, en mangas de camisa y bebiendo Jack Daniel's. Viola que no hablaba inglés, se quedó con la boca abierta mirándolo. Alguien los presentó. Sinatra, con el vaso en la mano, soltó: 'The Banana's city boss?'. Todos se quedaron helados, cuenta Bufali, pero Viola seguía con la boca abierta y entonces, Sinatra se puso de pie, le dio la mano y le pasó su vaso. Viola bebió y acto seguido, alguien dijo que tenían que dejar al cantante solo. Pero esta historia pertenece a una cuarta noche y nos estamos yendo de la historia. Volvamos a la noche del Riviera.
Aquella noche, Manuel FernándezCuesta, editor español, comentó que cuando en El Padrino I aparece Johnny Fontane, el cantante interpretado por Al Martino, Michael le cuenta a Kate a quien encarna Diane Keaton que Johnny es un gran amigo de su padre y que este le ayudó en un momento difícil de su carrera. Fontane estaba atado a un contrato que había firmado con un director de orquesta y no podía iniciar su carrera como solista. Entonces, Don Corleone le hizo una propuesta que el director no pudo rechazar: o rescindía el contrato o le volaba la cabeza. Es la historia de Sinatra y Tommy Dorsey, nos advirtió Manuel, en cuya orquesta 'La Voz' cantó más de dos años.
El abuelo paterno de Sinatra y Lucky Luciano eran del mismo pueblo, Lercara Friddi, una población siciliana vecina a Corleone y mucho más pródiga en mafiosos que ésta, a pesar de no tener ninguna fama.
Los cruces son infinitos, entre la realidad y la ficción como así también las historias y anécdotas que se dejaron oír esa velada en el Riviera. Pero cierta inquietud cayó sobre nosotros cuando Sergio dio un giro a la charla con una cuestión inesperada: ¿por qué todos nos identificamos con Michael Corleone?
Hubiéramos necesitado otra noche que no tuvimos para responder a esta pregunta. Por mi parte, aún no lo he hecho. Pero viene a mi mente lo que decía Graham Greene de la obra de Patricia Highsmith: nos absorbe totalmente al punto de darnos aprehensión, pero no es rechazo: es el miedo que nos da pertenecer a ese mundo.
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