CONTRATAPA
› Por Bea Suárez
No me importa la Bolsa de Comercio. La reacción de los bancos, los yenes, el colapso del martes. No me importan.
No me manejan índices ni billones de dólares ni el pánico en Kuwuait.
No me interesa si esto va a dejar secuelas, efectos indeseables o palimpsestos circulares de crisis siempre idénticas.
¿Influye el Royal Bank of Scotland en la lechuga?
No quiero que mis líos coticen en porcientos o que los inversores intervengan la zamba; prefiero una reserva federal de Ficus en la terraza que andar pensando en emergentes y trágicos índices.
¿Aporta algo a mi vida de bici la recesión de los EEUU? Veo conferencias de prensa, Estados afectados por cositos financieros y me pregunto por qué quedar reducida a un vaivén de billete.
Me niego a que, cuestiones de status, me obliguen a ver mas allá de mis narices, no me interesa el mundo, éste mundo, del Euro por Euro y nariz con nariz se paga.
El mercado no es la vértebra, ni yo rehén en su noche.
A mi alma inconformista no le incumbe morir de ajustes, prefiere aire botánico que segmentos, sacas y locura blindada.
No quiero más suspensiones en masa, ni el globo y su externo entorno, las estrechas consultas internacionales, las referencias chinas, tengo urgencia de mate bien cebado.
América latina no es importante por un activo sino por sus hombres, mujeres y colores; no quiero ser burócrata, me gustan sus poetas, lo que tiene política adecuada es la guitarra y no el petróleo.
Me despreocupa la Bolsa o si hay semiología de Club de París, mis duros períodos de reestructuración son otra cosa, no me invaden autoridades del Tesoro.
Tengo un promedio de canciones que han venido a instalarse ésta semana a casa, a calmar la corrida de los verdes, a unir esfuerzos para que regresen rabanitos, molinos, pétalos, langostas; a que mi cuerpo deje de ser espuma comprimida por el miedo y abra la puerta para dejar entrar otras verdades.
No me importan las Bolsas, por mí hagan fogatas de acciones, ensaladas de bonos, friten todo; el deterioro es muy otra cosa, algo más pertinaz que este vitral para mirar corbatas preocupadas.
Que se anuncien medidas prontamente para una suba de divisas en acero inolvidable.
No me interesa si el Central interviene. No es tan relevante.
Una turbulencia en cuerda sentimental prefiero, un amor donde no se haga cola, el pago de deudas propias, la inflación del dolor tal vez.
Y dejar de perder magia y juego entre tantos pasivos y modelos.
No me interesa la Bolsa, jamás será más importante que tus ojos, lector.
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