Vie 27.01.2006
rosario

CONTRATAPA

Al hincha de Camerún

› Por Rubén Vedovaldi

Africa significa tierra sin frío, porque es tierra siempre caliente, no hay invierno, no hay nieve ni Papá Noel. Y recuerda Mahmoudan Hawad (Macizo del Aire, Sahara Central Argeeeet Sonaaaad!): Antes del comienzo, estaba el sueno./ ¿Habéis visto la imagen / imagen sueno / espejo de espejismo? ¡He aquí su eco! / Sueno / Visión sueno / Voz de los paisajes del alma / que madura carbonizada por la sed de la agonía".

Oyendo esas voces africanas pienso en nuestros tradicionalistas de última hora, disfrazados de gaucho for export, pregonando desaforados identidad criolla y raíces. Los negros son pura raíz, no necesitan escenario mayor de festivales turísticos para pregonarlo.

Hombres de la Cultura Fulbé todavía recuerdan "Cómo el mundo fue creado de una gota de leche. En el principio había una enorme gota de leche. Luego Doondari vino y creó la piedra Luego la piedra creó el hierro y el hierro creó el fuego, y el fuego creó el agua, y el agua creó el aire, Luego Doondari descendió por segunda vez. Tomó los cinco elementos y los modeló en hombre. Pero el hombre era orgulloso. Entonces Doondari creó la ceguera, y la ceguera venció al hombre".

Es curioso cómo nosotros, del sustantivo propio o nombre Africa hemos expropiado y obtenido el verbo africar como sinónimo vulgar de pegar, golpear, castigar, cuando históricamente es al revés, el africano no castiga sino que es el castigado, el esclavo al que los blancos le african salvajemente.

Y de una antología de poesía primitiva africana, esta oración: "Dios de la tierra, mi Señor, tú estás por encima de mí, yo estoy debajo de ti. Si la desgracia cae sobre mí, si los árboles me ocultan el sol, aparta de mí la desdicha, Señor, sé mi sombra protectora. Suplicándote paso el día, suplicándote paso la noche. Cuando la luna se levanta lejos, no me abandones. Cuando yo me levanto no te abandono. Aparta de mí el peligro. Dios, mi Señor, Sol de treinta rayos, si el enemigo se me acerca, no dejes que mate a tu gusano de la tierra, apártalo. Igual que nosotros vemos a un gusano: si se nos antoja lo aplastamos, si se nos antoja lo dejamos con vida: igual como nosotros aplastamos un gusano del suelo, así, si se te antoja, viéndonos en tierra, aplástanos. Yo, cuando veo a uno o dos hombres, viéndolos con los ojos los conozco; tú, aunque no ves con ojos, ves en ti mismo. Un hombre malvado ha arrojado a todo los hombres de su casa, ha dispersado a los hijos y a la madre como gallinas. El enemigo malvado ha arrancado a los niños de la mano de la madre y los ha matado. Todo esto tú lo has permitido. ¿Por qué has hechos esto? Tú lo sabes. Tú has hecho crecer los cereales. Los has puestos delante de nuestros ojos: el hambriento se consolaba viéndolos. Cuando el trigo estaba en flor has enviado las langostas y los insectos, los saltamontes, los pichones. Todo esto ha venido de tu mano. Tú eres quien lo ha hecho. ¿Por qué los has hecho? Tú lo sabes. Mi Señor, perdona a los hombres que te ruegan. Como el propietario del grano ata a quien roba su grano, así átanos, mi Señor. Si has atado a aquel que tú amas, desata a aquel que tú amas. Así me amas, desátame a mí que te suplico de corazón. Si no clamo a ti de corazón, no me escuchas. Si grito de corazón, tú lo sabes, tú me escuchas". (Recopilador: Ernesto Cardenal. Editorial Alianza, Madrid, 1979).

Dicen los pigmeos de Guinea que más le vale al tigre tres patas en la selva que cuatro en la trampa, lástima que los tigres de papel electoral de por acá, ya hayan metido las cuatro patas.

Un proverbio africano reza: "El hombre se hace hombre por los otros" con lo cual y por antítesis podemos confirmar que el hombre que deshace a cualquier hombre nos deshace a todos.

Y David Diop, poeta de Senegal, nos sopla: Escucha más a menudo / las Cosas que los Seres / la Voz del Fuego que oye, / oye la Voz del Agua. Escucha en le Viento / el Matorral que solloza: / Es el Soplo de los Antepasados muertos, que no se han marchado / que no están bajo Tierra / que no están muertos. Los que están muertos nunca han partido. / Están en la Sombra que ilumina / y en la sombra que se espesa... Están en el árbol que se estremece... / Están en la choza, están en la Muchedumbre. / Los muertos no están muertos.

En Africa dicen que cuando se muere un viejo es como si se quemara una biblioteca. También nosotros tuvimos una mora que murió de hambre, Lola Mora.

A la entrada de Europa, en las fronteras sur de España, Francia e Italia, un gran cartel: Prohibida la entrada a negros pobres y muertos de hambre; no civilizamos más. Stop.

¿Habrá en mi ciudad, habrá en mi provincia mal llamada de Santa Fe, una calle o pasaje que se llame Africa, en mínimo reconocimiento al tan bello y tan saqueado y tan fríamente negado continente negro?

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