CONTRATAPA
› Por Gary Vila Ortiz
Es arbitrario, por cierto, resumir la década infame en los cuatro años que deseamos recordar en estas líneas: De 1935 a 1939. Como casi con todo lo relacionado con la historia política del país, se ha escrito mucho y mucho de lo que se escribió ha sido olvidado y otras cosas han sido intencionalmente borradas del mapa. Hace setenta y cinco años ocurrían algunos hechos que pesarían en el futuro de la historia política del país. El viernes 23 de julio del 35, sucedió uno de los hechos más abominables y dramáticos de nuestro país: en pleno recinto del Senado es asesinado, por un criminal a sueldo, el senador demócrata progresista Enzo Bordabehére. Es posible pensar que esas balas estaban dirigidas a Lisandro de la Torre, que mantenía un debate memorable sobre las carnes, y ese día se originó un grave entredicho verbal entre de la Torre y los ministros Pinedo y Duhau. Se produce un tumulto que fue de proporciones y durante el mismo es que se asesina a Bordabehére. Como ha ocurrido en otros momentos de gravedad el gobierno tomó las cosas a la ligera. Esa noche el presidente Justo asiste a una velada en el teatro Colón como si no hubiera pasado nada. Y si hoy algunos recuerdan ese hecho, tienden a minimizarlo.
El único que pareció comprender a fondo las cosas y definitivamente desilusionado por la actividad política, es Lisandro de la Torre, que se retira de la política para librar otra batalla contra todos los problemas que le causa su campo de Pinas. También, podríamos decir, perdió y el 5 de enero de 1939 se pegará un tiro "para volver a la nada, confundiéndose con todo lo que muere en el universo". David Viñas decía que Lisandro de la Torre era quien había llevado el liberalismo hasta sus últimas consecuencias. El liberalismo entendido en ese sentido que se ha perdido, pues se lo aplica a muchos que sólo les interesa el liberalismo desde el punto de vista económico. Podría decirse que Lisandro de la Torre fue el último liberal. ¿Habrá quienes pueden aún sustentar ese compromiso como lo supo entender el "leñador de Pinas"?
Es en 1935 que se funda la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), en la cual estaban, entre otros, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Homero Manzi, Gabriel del Mazo. Según algunos autores, FORJA, ya apartada del radicalismo, "se convirtió en un brillante equipo político que en su momento usó Perón para enriquecer su programa", pero que después dejó de lado sin mayores contemplaciones. Es la gente de FORJA que introduce en nuestro vocabulario político el término "cipayo", palabra con la cual se designa, en la India, a los regimientos hindúes compuesto por soldados nativos que actuaba, dirigido por oficiales ingleses, contra sus propios compatriotas. Por analogía se llamaron así, a fines del siglo XIX, a los criollos que actuaban a favor de los españoles tanto en Cuba como en Puerto Rico. En nuestro país se lo utilizó en una generalización, que no era exacta, a quienes eran opositores al peronismo.
Fue por ese año que Manuel Fresco, que después sería gobernador de la provincia de Buenos Aires, comienza con sus elogios al régimen fascista de Mussolini con quien ha tenido una audiencia especial en febrero de ese año. Ya siendo gobernador de la provincia, cargo que desempeñó entre 1936 y 1940, fue más elocuente en su ponderación. En un mensaje pronunciado durante un agasajo en su honor, Manuel Fresco, da un discurso que Gerardo López Alonso cita en su indispensable, aún cuando discutible en ciertos puntos, "Cincuenta años de historia argentina: 1930 1980". Decía Fresco en el mencionado discurso del 7 de julio de 1936: "En la actualidad, dos ejemplos culminantes, ante el asombro del mundo, han cancelado totalmente el régimen democrático y estructurado dos poderosos estados sobre las ruinas de la gran guerra y dan hoy directivas en el concierto de las naciones de Occidente. Digo esto con claridad y sencillez, pues no soy de los que temen a la alharaca de comunistas y demagogos, arrancados de cuajo en aquellos estados por la mano recia y firme de dos conductores de pueblos: Hitler y Mussolini". Sin duda que era claro en sus expresiones, si bien por pocos días no pudo exaltar también a Franco, que encabezaba una sublevación contra el régimen republicano español. Necesario parece recordar esta adhesión a los sistemas totalitarios ya que por estos días hay quienes niegan la influencia del nazismo y del fascismo en nuestro país. Hay otros aspectos de la situación internacional que también influye en los argentinos. Al totalitarismo de los nazis y fascistas, comienzan en la Unión Soviética las brutales purgas stalinistas, que se prolongarán hasta el año 1938.
Es por esos años que dos hechos parecen iluminar el oscuro panorama de la década infame. En la celebración del Día del Trabajo, hablan Marcelo T. de Alvear, Lisandro de la Torre, Nicolás Repetto y Arturo Frondizi, muy joven por ese entonces. El otro hecho es la reunión del PEN Club Internacional en Buenos Aires, en el cual participan, entre otros, Emil Ludwig, Stefan Zweig, Georges Duhamel, Jacques Maritain y Alfonso Reyes. Se denuncian los avances del totalitarismo en Europa. Se lo hace con espléndida lucidez, hasta las fotografías publicadas por ese entonces de los participantes en el congreso son dramáticas. Pero una gran mayoría de argentinos se parecen a aquellos tres monitos sabios que no veían nada, no escuchan nada y guardaban un prudente silencio, cómplice de grandes atrocidades. Es en ese congreso que algunos de los escritores denuncian la bestialidad nazista que se ha desatado contra los judíos.
He escrito prólogo en el título, y creo que saber lo que fue pasando en esa década, hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, no son cosas del pasado sino realidades que persisten en la actualidad, pero se ignoran. No se trata de lo mismo, pero es necesario esclarecer un pasado cercano que no parece que se lo quiera ver en todas sus consecuencias. Nosotros parecemos partir del desconocimiento de cosas que nos tocaron fuertemente.
Todos los años que van del fin de la Primera Guerra Mundial (1918) al comienzo de la segunda (septiembre de 1939) se definen por múltiples contradicciones. Al crecimiento terrible de los sistemas totalitarios, muchos países que no lo son, parecen ciegos ante lo que ocurre. Por otra parte hay un fervoroso y múltiple estallido de manifestaciones de la creación artística en todos sus aspectos. Del comienzo de una nueva época en lo musical hasta las experiencias en la literatura y en el cine, es un tiempo riquísimo en ese quehacer.
Hay sucesos que marcan el encuentro de dichas actitudes opuestas. Por ejemplo, el fusilamiento de García Lorca al comienzo de la guerra civil española y el particular odio que el arte en general causa tanto a los nazis como a los fascistas. Los sistemas totalitarios encuentran su forma de propaganda en el deporte, el mundial de fútbol en Italia, las olimpíadas en Alemania. También utilizan otros métodos. En Alemania comienzan a fabricarse los célebres Volkswagen, un automóvil realizado por Ferdinand Porsche cuyo propósito es que se encuentre al alcance de la mayoría. Los nazis idean un sistema de ahorro, único medio de lograr uno de esos autos, pero en realidad, si bien se reúnen cerca de trescientos millones de marcos, solamente se llegan a fabricar 700 coches, destinados a que los usen los funcionarios del partido.
No tenemos espacio para enumerar los sucesos de esos años, ni aún de esos cuatro que pensamos como un prólogo a los siguientes años de nuestra historia política. Pero deseamos recordar algunos de esos sucesos. Es por 1935 que muere en un accidente de aviación Carlos Gardel (el 24 de junio en Medellín, Colombia); es el año del estreno de la ópera de George Gershwin, "Porgy and Bess", una obra escrita especialmente para cantantes negros. En un Buenos Aires de calles donde se experimentaba algo como lo ominoso, se ofreció esa obra entre el 16 de junio de 1955 y el 16 de septiembre. Tuvimos la suerte de poder verla con la misma compañía que la ofreció en Moscú. Además, es en ese 1935, que Borges publica su "Historia universal de la infamia".
Si los nazis no se equivocaron nunca, pues con algunas excepciones que preferimos no mencionar, todos los grandes pensadores y artistas debieron sufrir el camino del exilio y algunos encontraron la muerte en los campos de exterminio, Franco fue fiel al estilo de uno de sus maestros y aliados: destruyó una de las generaciones más brillantes de la creación poética española. Casi todos los poetas murieron en el exilio, con la excepción de Jorge Guillén y de Rafael Alberti.
Esta realidad del ayer no significa demasiado para la mayoría, son indiferentes a lo que pasó, algunos por indiferencia otros por mala fe, en el sentido sartreano de la expresión. En realidad ignoro qué interesa hoy, donde es indudable que una inmensa mayoría se preocupa más por las idioteces de cierto tipo de televisión que parece haber clausurado la inteligencia de los argentinos.
Como me dijo un amigo viejo de persistente barba: sería más sencillo saber si las pulgas tienen memoria o si los ratones son monoteístas que comprender que quieren los argentinos para su futuro, no el del siglo XXII sino el de pasado mañana.
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