CONTRATAPA
› Por Miriam Cairo
1. Si hay algo en lo que ella cree es en la mentira. La mentira con su corazón de verdad amenazada. Con sus ojos cerrados. Con sus dedos cruzados. Con sus patas cortas. Con sus dientes de lobo. Con sus huellas grabadas al rojo vivo en las fosforescencias del alba.
2. Ella cree en el espejismo y sus meandros azules, donde las cerraduras giran hacia el lado contrario de la historia. Cree en la rotación de las llaves que abren y no cierran. Cree en la mentira que retuerce el paño de las lágrimas que la verdad no llora.
3. Ella cree en la mentira piadosa y en la impiadosa. En su naturaleza maldita. En su corazón indebido. En sus medias rayadas. Cree en el círculo de cavernas que la ampara de las verdades consumidas en su vida y en su muerte. Cree en su mirada de pez fuera del agua.
4. Ella cree en las mentiras reminiscentes. En esas que se abren hacia otras y en su fisura nace la mariposa gris de la nostalgia. Cree en su enorme carga de verdad encubierta. En su inocencia interdicta. En su admonición. En su caperuza de niña mala.
5. Ella cree en ese castillo de naipes que tambalea y se arriesga a existir contra viento y marea. Cree en la mentira que nos permite ser lo que no hemos sido, que nos permite estar donde la verdad nunca sabrá que hemos estado.
6. Ella cree en el entretejido de cordeles y cornisas. En su cabeza de pez, en su cuerpo de mujer, en su canto de sirena, en su pulso viril, en su jardín prohibido, en su existencia de exilio.
7. Ella cree en su cárcel de muros transparentes y soles opacos, donde se guarda la eterna fugacidad del polvo, la perdurable brevedad de la sonrisa.
8. Ella cree en sus ropajes de ave que le permiten volar más lejos que los hombres. Cree en su otra orilla, en el otro lado del mundo donde lo que no puede ser existe lejos de la vigilancia de la luz dominante.
9. Ella cree en todo lo que la verdad no puede nombrar. En todo lo que la mentira rescata palmo a palmo de la mirada intolerante. Ella cree en su rumor de flores de otro mundo. En sus relatos calientes para las noches de escarcha.
10. Ella cree en su relámpago entrevisto en el fondo del agua, donde los días que está prohibido vivir se abren como frutos aptos para las devoraciones de los hambrientos que quieren vivirlos.
11. Ella cree en la antiheroína que se balancea en el abismo, que no mira hacia atrás, que no se detiene y se permite el riesgo de estar siempre al borde del alma, mientras la verdad entierra sus viejos pies en la tierra firme y beata.
12. Ella cree en la mentira que confunde y redime, en sus ojos de mirar más lejos, más adentro, más allá de los mármoles del cielo. Cree en la estría que abre y en sus desvíos.
13. Ella cree en el lado oscuro. En el tenso cordel sumergido en la aurora. En la fórmula oculta bajo los deslumbres de los delirios. En el signo grabado con fuego invisible en la frente de todas las criaturas condenadas.
14. Ella no cree en los carteles anunciantes que conducen hacia los caminos por donde todos van a los lugares donde todos llegan. Ella cree en la sonámbula que vela en los espejos velados. Cree en todos sus extravíos.
15. Ella cree en su valentía, en su sinrazón y en su esfuerzo. En las grietas que abre, en los pasadizos que la conducen, en los refugios que crea, en sus ascuas arrancadas del infierno, en sus plumas de ángel vulnerable, en sus transitorios amparos prohibidos.
16. Ella cree en sus coartadas, en sus palitos, en los nombres que oculta en su portal resplandeciente. En su portal proscripto. Por ella pone las manos en el fuego. Por ella se quema.
17. Ella cree en la mentira con su enorme carga de esperanza. Cree en sus brazos cuando la llevan en andas toda vez que debe cruzar la fase más triste de la luna.
18. Ella cree en los pozos de la mente, en los temblores del cuerpo, en las gradas invertidas. Ella cree en la subversión del aire y respira como la reina de todas las respiraciones aun con los dedos de la verdad estranguladora oprimiéndole la garganta.
19. Ella cree en la palabra que no se formula, cerrada como un aro alrededor del cuello para que la verdad no muestre sus dientes de vieja ni sus lagrimitas de santa.
20. Ella cree en la cinta resplandeciente que anuda los fragmentos desechados por la historia. Cree en aquello que vibra, aquello que palpita intramuros para no perturbar el bien de los buenos, la felicidad de los felices, la respetabilidad de los respetables. Ella cree en el silencio que resuena en las palabras que se dicen para no decir la palabra. Cree en su vaho respirable. Cree en su brasa quemante.
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