CONTRATAPA
› Por Gary Vila Ortiz
Señor director: creo que pese a ser una cucaracha tengo que tener un libre acceso a poder expresar lo que siento en cuanto formo parte del mundo animal. Es cierto que no hemos sido bendecidos con un físico agraciado. No sólo para ustedes, los autodenominados reyes de la creación, sino para otras especies que si nos buscan lo hacen para alimentarse. Parece que somos nutritivas, nauseabundamente nutritivas, y entonces nos sentimos con el derecho de protestar y de hacer público nuestro enojo.
Creo que todos saben que fuimos testigos del nacimiento de los dinosaurios y también de su extinción, por lo cual nuestra edad debe ser calculada en cerca de doscientos millones de años. Entre las cucarachas estudiosas, se sigue discutiendo si uno de los atributos concedidos a la especie, no al individuo, es la inmortalidad. Pero soy una cucaracha común y no tengo título académico alguno. Tenemos unos ojos formidables que nos permiten poder echar una mirada completa a nuestro entorno.
Según nos dicen ningún tipo de clima nos afecta. Aguantamos el calor más intenso y el frío más atroz no nos hace mella. Se discute si podemos trasmitir algunas enfermedades al ser humano, y parece que si podemos ser portadoras de ciertos males; sin embargo, no ha habido en la historia alguna grave epidemia a causa de las cucarachas. Como individuos podemos vivir poco, apenas más de un año. Somos prolíficas, podemos pasar días sin tener agua, si comemos madera esa madera la trasformamos en un buen alimento.
Estoy escribiendo esto sabiendo que no me queda mucho tiempo. Pero paradójicamente sabemos que algo parecido a la eternidad nos pertenece. Hay más de cuatro mil especies de cucarachas: la alemana, la asiática, la banda de café, la de café ahumada, la del campo, la de madeira, la de Turquía, la gris, la americana, australiana, la café, la cubana, la de la madera, de Surinan, la del Bosque de Florida, la oriental.
No somos muy diferentes en el tamaño, pero si en los colores. Una prima nuestra llamada Cetonia Asiática es una buena amiga, pero no nos vemos demasiado, ya que ella, que es de un sugerente color verde, no le gusta viajar y se encuentra radicada en China, sobre todo en Taiwán. Ellas creen que el color las hace superiores, pero no lo son. Todas las cucarachas son iguales en lo cual creemos firmemente.
Nos gusta vivir en lugares no demasiado limpios, por lo cual siempre andamos cerca de los montones de basura, en recovecos en que parece imposible vivir, pero es en algunos sitios extraños donde nos quedamos. Se nos suele ver en grupos, pero tenemos una tendencia a la soledad que nació, según nuestros propios especialistas, del tiempo que convivimos con los dinosaurios. Por esos tiempos nos agradaba andar en grupo, pero ocurrió que en varias ocasiones, esos grupos fueron literalmente aplastados por esos enormes bichos de cerebros tan pequeños.
Yo por mi parte he pensado que los dinosaurios, los carnívoros en especial, son los verdaderos antepasados de los nazis. El horror creado por el hombre y sus actitudes no tienen nada que ver con nosotras. Nunca hemos podido vivir libremente, siempre tenemos que buscar refugio en la clandestinidad.
Podemos, como ocurre en todas las minorías perseguidas, algunas posibilidades de saber, de conocer otras cosas que las demás especies, entre ellas la suya, no puede conocer. Sabemos que hubo alguien que se atrevió a hacer una comparación entre las sociedades de las abejas, de algunas hormigas, de las mariposas y de nosotras. Ese libro existió, entre los pocos que lo conocieron estaba Lovecraft, pero esa edición no existe. En la esencia se trataba de hacer una comparación entre la historia de la sociedad humana y la nuestra, es decir la de las cucarachas. Y se decía, con cifras y todo, que las cucarachas no se encuentran en vías de extinción sino todo lo contrario. Cada vez somos más y hay una gran cantidad que desean aproximarse con mayor afecto a los seres humanos. Quieren ser como los perros y los gatos. Yo deseo seguir siendo una cucaracha y morir como tal. Tuve una gran amistad con Gregorio Samsa y quiero volver a verlo. También conocí a la cucaracha que inspiró los cantos revolucionarios de Pancho Villa. Y formé parte de un grupo de cucarachas que acompañábamos a un periodista que se preparaba al volver a su casa unos bifes con pan frito, huevos y mucho ajo Una cucaracha famosa fue aquella que logró descomponer la más sofisticada de las locomotoras japonesas. No logré conocerla. Me gusta el cine, pero antes era más fácil lograr entrar a la sala sin que nadie nos molestara en ver la película, pero las cosas se ponen cada vez más difíciles. Esa dificultad de vivir libremente afecta a todos los seres vivos.
Lo que se encuentra en baja es el valor de la vida. Si tenemos el concepto de que toda vida es sagrada y que debemos reverenciarla como tal, es indudable que no es así y la vida cuesta cada vez menos. Los seres humanos perfeccionan día a día la forma de eliminar al otro, y cada vez lo hacen con mayor eficacia.
Pese a todo esto, y a muchas cosas que no hay necesidad de hacer explícitas, son numerosas las cucarachas que afrontarían la posibilidad de una metamorfosis, de un cambio que las transformen en seres humanos. La primera visión para ese ser humano que vea uno de sus congéneres apretado a una pared, escondido en un recoveco cualquiera sin saber con exactitud como verán o qué pensarán los otros de esa cucaracha trasformada en un ser humano. A Gregorio Samsa no le fue bien de ninguna manera. Incluso para aquellos que lo querían, o era lógico suponer ese afecto, Gregorio, ya fuese como cucaracha, como insecto pelotero o como Gregorio, representaba una molestia. En realidad todo aquello que es "declarado" como distinto, es una molestia.
El hombre mata sin problemas de conciencia a todo eso que puede matar sin riesgo, en general a los seres vivos más pequeños. Además ha progresado a niveles sorprendentes en la invención de productos que matan de manera masiva a los mosquitos, las moscas, las cucarachas, algunas arañas, ciertos insectos de los cuales no sabe ni cómo se llaman. Para matar seres más grandes se ha preparado sus armas o lo que sea para volver con un tigre, un elefante, un rinoceronte, un oso de los bien grandes, tal vez una anaconda, un par de cocodrilos, es decir todos esos seres salvajes y libres para hacer negocios, y presentar esos circos en donde abunda una crueldad difícil de detectar o hacerlos morir encerrados en los zoológicos.
Estas líneas que le escribo, señor director, es para peticionar por todos esos bichos que en general no hacen daño alguno a los seres humanos. Lo único que parece distraer al hombre de esas matanzas inútiles es cuando llega el momento de matar a otros seres humanos.
En realidad escribo estas líneas para que se piense en ese momento que los animales se vayan terminando y entonces decidan comenzar a matarse entre ellos. ¿habrá algún remedio eficaz? Supongo que no, no hay remedio contra la crueldad, y entonces seguiremos por este camino de desolación. ¿Qué valor tienen entonces estas líneas de una cucaracha que desea hacerse escuchar?
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