Lun 23.01.2012
rosario

CONTRATAPA

Mi vida privada

› Por Ariel Zappa

Lo que se leerá a continuación no es más que la defensa pública de mi pudor, mi derecho a réplica y defensa a ultranza de mi intimidad. Bien sabido es que, desde que mi persona se convirtió en figura pública, hice de la discreción una disciplina. Proteger mi vida y la de mi entorno familiar se convirtió en una obsesión. Pero lo que sucedió en los últimos días ha desbordado límites inimaginables. Han burlado la seguridad de mi celular, mi iPad y mis computadoras portátiles, todos los sitios que poseo en las redes sociales han pasado a ser ventanas indiscretas, las cuales pueden ser visitadas por cualquier entidad con categoría de ciudadano y postear cuanta ignominia le parezca. Esto me ha traído perjuicios sumamente graves que detallaré. A saber:

1. Hace quince días el diario Truenodigital.com publicó en portada una foto donde un grupo de hombres posan de espalda y desnudos en el vestuario de un conocido club de paddle de la ciudad. Bajo el título "No hay más hombres", el citado pasquín insinuaba que "los profesionales de renombre que posan, llegaron al club para cambiarse de ropa y entrar a la cancha, cosa que nunca sucedió puesto que pasaron allí todo el tiempo, entrando y saliendo de las duchas, entonando canciones de Ricky Martin y vociferando epítetos de alto contenido erótico". Es mentira. Todos somos hombres de trabajo y distraernos dos horas por día jugando paddle no es más que pretender despejarse de la abrumadora tarea diaria. En consecuencia, solemos precalentar dentro del vestuario haciéndonos bromas y chanzas a las cuales los hombres somos tan proclives. Es más, invitamos al fotógrafo a sumarse y lo hizo de muy buena gana, pero curiosamente, esas fotos no se publicaron.

2. En el transcurso de la semana ha circulado por e-mail una serie de fotos en la que aparezco escribiendo desnudo en el escritorio de una habitación de mi casa. Ese lugar es el nido donde acudo siempre en busca de las musas que me son tan remisas. La curiosidad que contienen esas imágenes es que -sobre mi pelvis, y algo tapada por mi vello- asoma la cara de una jovencita arrodillada. Es cierto que el autor de la foto soy yo. Es cierto que estoy desnudo y que ese fin de semana mi familia se ausentó en viaje de vacaciones a Uruguay. Reconozco que la cara de la joven es de una compañerita de mi hija mayor. La trampa del Photoshop es, a todas luces, irrefutable. Toda esta artimaña tiene que ver, lisa y llanamente, con mi posicionamiento profesional en estos últimos años. Sacarme fotos desnudo, sintetiza la búsqueda de ese espíritu del escritor tribal, primitivo, que se despoja de toda armadura y se muestra tal cual es.

3. Sabido es que el nucleamiento de escritores que presido se reúne todos los viernes a las 23, en una cantina cercana al puerto. De allí se han filtrado fotos donde pueden percibirse rayones de color blanco atravesando el mantel bermellón que, desde arriba, componen la palabra "haceme un pete" y que la prensa amarillista ha titulado: "La cocaína reina en el ambiente literario". Reconozco que las mujeres que están sentadas a la mesa lucen ligeras de ropa.

Aclaración I: si bien aparece un pelado en el grupo, no soy yo el que porta una prenda íntima femenina en la cabeza. Aclaración II: de allí a asegurar que son prostitutas hay un paso muy grande.

Igual de indignante es la marca de agua que atraviesa las imágenes con el dominio de una web denominada Potrasencelo.com. Definitivamente, nunca hemos consumido dicha sustancia de esa manera. Que hubieran encontrado cannabis, vaya y pase, (con el perdón de la última palabra). Hace tiempo afirmé en una publicación que "todo el mundo sabe que fumar esa hierba ha sido del gusto de la mayoría de los artistas de mi generación", lo cual me causó una andanada de demandas judiciales por parte de los que, hasta ayer, fueron mis colegas. Por ello, me juré nunca más decir esto en público.

4. El hecho que más dramatismo ha desatado en mi familia data de una semana atrás. Los ciberintrusos han hackeado una netbook y, en este caso, la víctima ha sido mi madre. El sitio web Laverdadelamilanesa.com ha publicado una cantidad de e﷓mails y denunciado que, por parte de mi familia, hubo una oferta de dinero para que no salieran a la luz. Nada más alejado de la realidad. Mi madre tiene el derecho de recibir correos electrónicos de cuanta página de servicios sexuales quiera. Además, ﷓y quisiera que esto no sirva de excusa﷓ es una mujer mayor que no sabe utilizar el recurso de "correo no deseado". Por esa sencilla razón se ha difundido todo ese ir y venir de mensajes con el sitio Padrillosparatodo.com u otros menos conocidos como Tifóndeorgasmos.com. Mi madre ha sido, fue y será, una dama respetable. Le ha tocado negar una y mil veces que los boletos de pasaje con destino a Jamaica, Bahamas y Haití que halló en su cartera la policía, la noche del allanamiento al club privado "Es la primera vez que me pasa", hayan sido de ella. Y que nunca acudió a ninguna agencia de turismo sexual.

Me da muchísima pena tener que hacer alusión a estos hechos ya que es sabido por toda la gente del ambiente que no me gusta hablar de mi vida privada. He realizado tamaños esfuerzos para que el FBI me incluya en la lista de celebridades que han sido objeto de ataques cibernéticos, pero hasta ahora la respuesta ha sido nula. Les he dado expresas directivas a mis abogados para que no cejen en el intento. Una vez más, los tan invocados Derechos Humanos, son para unos y no para todos.

Por último, mi representante aceptará el llamado de aquellos productores televisivos, radiales y gráficos que quieran ocuparse de este drama. Gentilmente accederé a entrevistas donde dar a luz estos hechos; para que toda la verdad y nada más que la verdad, al fin, se sepa.

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