CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA
› Por Adrián Abonizio
* Era anarquista, como lo había sido su padre. Trabajaba en la fábrica y de tanto insistir con un número se ganó la grande. Siguió cumpliendo con marcar tarjeta para no vivir de rentas y cuando su hijo que despertaba a la adolescencia le pidió de comprar un auto, él le contestó enojado: ¿Cómo un obrero va a comprarse un Torino?. Y adquirieron un Merceditas usado para la familia y una moto flamante para el pibe. El resto del dinero se fue yendo producto de una especie de mutual de préstamo de palabra que el viejo había instalado en una mesa del Bar del Carmen. Se apellidaba Barrera. Nunca agregó intereses.
* En el bar la moza mete la mano debajo y de un frasco saca unas cascaritas blancas que vuelca en el exprimido. ¿Qué es eso?, interroga él en la barra y la sorprende Sh, son semillas para darle un toque de verdad al jugo. Comprende que las usa para el camouflage de líquido naranja concentrado que agrega a la fruta verdadera. Todo entra por los ojos, completa ella. El recuerda algunas noches pasadas junto a la dama y trata de reencontrarse con sus gemidos amatorios como quien recuerda con recelo las huellas de un asesino.
* Tiene cincuenta años que está cumpliendo en esta mañana de febrero. Sobre la mesa un jugador de metegol roto, un frasco de acrílico, un mate vencido y la dentadura de artificio de Drácula de su hijo, el menor. El caos lo sorprende pero ya es tarde: no tiene ganas de nada y lo ha invadido una tristeza infinita. Sólo hasta el lunes en que venga su mamá de visita y le ordene un poco mientras conversa. Le da un poco de pudor pensar que la extraña y necesita de ella como cuando debía hacer las tareas de la escuela y no quería. Sólo que ahora es adulto, se ha divorciado y no concurre más al colegio.
* El escudo tiene cinco rayas amarillas y cuatro azules. Y una planta de oro con un quinteto de estrellas. El otro, el de los adversarios es oscuro, nocturno y no le gusta la combinación de pigmentos. En los misterios evanescentes que el aire dispara, él entiende que la luz derrota a las sombras. Un pensamiento infantil pero sincero, que le ayuda. Si fuese DT no daría una charla sobre táctica: le trasmitiría a los jugadores esa inexplicable energía del sol.La táctica del espíritu iluminado, se dijo como para titular algo. No perderían jamás. Luego, persignándose encendió la radio: el partido estaba por empezar.
* Alguien lo llamó para actuar en un corto haciendo de inspector. Estuvo tranquilo y seguro durante todo el rodaje, como si supiera de antemano como era esto de filmar. El policía que llevaba dentro resultó mejor que él mismo, con mayor ética y bondad. Le dió vergüenza y se asustó tanto que se prometió no actuar nunca más.
* Ella evitaba sentir aquello pero desde que vivía en la Reserva a metros de la playa había empezado a sentir repugnancia por el malón que provenía de la ciudad. Le daba encono y pena. Dejaban restos de comida, tubos de bronceadores y ruidos. Después se iban afanosos y colorados. Le asqueaba entender que hasta el año pasado había sido una más de la piara.
* Don Adolfo tenía al gato en su falda y esperaba su serie policial con ansias -"Lo más importante de una casa no es la iluminación, ni los colores ni las habitaciones. Lo mejor de una casa es un buen sillón. Caro, a lo mejor, pero conviene invertir en salud. Un buen sillón es la base de la ventura, no obstante los humanos que andan dando vueltas tratando de impedirla". Sonó el timbre, estaba solo y por más que afuera voceaban su nombre no salió. El gato lo miró aprobatorio porque compartía su idea de la felicidad.
* La sensación era agradable. La jovencita se había dormido y en el asiento una parte de su cadera le rozaba el muslo. Pensó en despertarla para que no piense que estaba intentando una aproximación. Pero era la luz primera del día sobre el campo, estaba cómodo y sería peor si se movía. Tuvo un pensamiento: "Parecemos dos amantes que hubieran dormido juntos". A ese grado de confort extraño se llega cuando se viaja con perfectos desconocidos. A esa teatralidad amatoria.
* Ella pasó la noche con él en ese solo ambiente, tipo rancho. Lo más moderno que tenía era el agua corriente. Pobreza de fraile o de hippie. Cuando entró al baño, tras ser usado por él, y vió en el agua del inodoro dos fosforitos quemados para intentar tapar el olor, le entró una ternura enorme. De estos modos impensados suele comenzar el amor.
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