CONTRATAPA
› Por Por Gary Vila Ortiz
"Y si alguien llama, que pase.
Llamó una muchedumbre..."
Truman Capote, Desayuno en Tiffany`s
En realidad, creo, mi memoria se acorrala por todos los flancos. En los suburbios, en algunos al menos, hay todavía quienes resisten. En los suburbios siempre hay quienes resistirán, por una especie de romanticismo fuera de su tiempo, no por mero heroísmo sino porque así deben ser las cosas. Me refiero a la memoria, pero la memoria es como el Madrid, aquel de "no pasarán". Es cierto, los aborrecibles pasaron, y andan todavía por allí, no los mismos, pero si sus sucesores, sofisticados, mas peligrosos. Aquellos eran viles, y su mayor vileza era atacar en nombre de Cristo. Pero atacaban en nombre de Hitler y Mussolini. Los de hoy, son como las cobras, más repugnantes si cabe, y también en nombre del cristianismo. Pero nada tienen que ver con eso. Lo que ocurre es que no hay por hoy nadie como los que hubo en aquellos años. Alguien digamos, como Maritain o Bernanos; asesinen si quieren, les decían, pero no lo hagan en nombre de Cristo. No blasfemen hasta lo nauseabundo.
Esto es una introducción al recuerdo que requiere notas a pie de página para quienes tienen fragmentada la memoria. Madrid es la capital de España. El "no pasarán" fue la bella consigna de los republicanos ante el avance de las atrocidades del franquismo que avanzaba; los franquistas, con la ayuda de los muchachos de Mussolini y los otros de Hitler, que se divirtieron sanamente arrasando a Guernica porque Hitler quería probar la eficacia de un bombardeo a la hora del mercado, en una población indefensa, los franquistas, decíamos, ganaron. Y cuando terminó la otra guerra (otra aclaración dentro de la aclaración) la del 39 al 45, todos pensaron o algunos pensaron que el socio del silencio iba a ser desplazado por los "aliados". Pero ¿aliados de quién? No fue así y Franco detentó el poder totalitario durante tantos años que provoca nauseas el sólo hecho de recordarlo. Y se dio el lujo de morir luego de una terrible agonía.
El viento de marzo. Un poema de Pavese, con el título en inglés, como hizo con muchos de sus poemas: "You, wind of march" que comenzaba diciendo: "Eres la vida y la muerte / has venido a esta tierra desnuda / tu temblor permanece". Pavese escribía su poema hacia fines de marzo de 1950. En agosto de ese mismo año se mata. Su diario, las páginas de agosto de ese año, son terribles; "No tengo ya nada más que desear sobre esta tierra (...) Este es el balance del año no terminado, que no terminaré (....) Basta un poco de valor (...) Parecía fácil, al pensarlo. Y sin embargo, lo han hecho mujercitas. Se necesita humildad, no orgullo (...) Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más".
Doloroso recuerdo de un viento de marzo que no conocimos. Pero si uno lee a Pavese creo que ha sido (o hubiera deseado) ser su amigo. Hay otros recuerdos que puedo ubicar hacia finales de esa década. Son felices esas memorias. Una mañana de lluvia, en una llanura, hacia el sur. Los yeg_erizos corrían libres, con felicidad, con la desmesura que dan el amor y la libertad. El viento de marzo por aquí el viento amarillo del otoño desplazaba la lluvia por todos los cuerpos, los iluminaba. Yo trataba de seguir a los caballos. En otro caballo que parecía encabritarse. Pero no los alcanzaba nunca. En verdad, nunca los alcancé. Como esos caballos locos de los que habla Cyril Connolly.
La otra memoria es más simple. Bajo otra lluvia, pero por la mañana también, quería alcanzar de las ramas de un árbol, las frutas empapadas y sentir el dulzor como si se tratara de un momento de amor, de la boca dulce y abierta de una mujer.
Pavese, al terminar su poema dice: "Hasta el hielo era dulce / en el profundo corazón. / Entre la vida y la muerte / la esperanza callaba. / Tiene ahora voz y sangre / toda cosa viviente".No hay que preguntarse por qué se mató. El motivo se encuentra más entre las líneas del poema que en las explícitas palabras de su diario. Es que para Pavese el oficio de vivir y el de la poesía eran una misma cosa. Y la tensión que ello implica termina por hacerse insoportable.
Decía, al comenzar, que los juegos de la memoria suelen resultar tremendos ya que los manda ella, eso de la memoria involuntaria de Proust. Entonces el que escribe se escapa por las ramas. ¿Por qué marzo comienza por recordarme la guerra civil española? No lo sé. Acaso porque sea una de mis obsesiones desde hace más de cincuenta años atrás cuando comencé a interesarme por ella. ¿Cuál fue el comienzo? Saber que esa guerra había hecho lo posible por destruir a una generación de poetas españoles. Para algunos fue la muerte, como el caso de García Lorca o Miguel Hernández, la primera poco de iniciarse la guerra en 1936, el otro luego de terminada en 1939. Antonio Machado murió (y de tristeza más que por otra cosa) en Francia. Los otros exilios también fueron dolorosos. Después de haber logrado reunir una buena cantidad de libros sobre la guerra, cito de memoria y posiblemente cito mal. No tengo la memoria formidable (y el hecho de haberla vivido) de Fernando Chao.
Pero el título habla de Pavese y uno de sus poemas que más quiero. No que sea el mejor o el que más me gusta. Mucho más sencillamente el que más quiero. Y lo que cito en el epígrafe es de Truman Capote. Esas líneas eran convenientes. Sabía que la memoria no iba a pasar sola, que iría acompañada de una muchedumbre. Me refugio, para justificarme (pero Sartre siempre está cerca diciéndome que los que justifican son unos cochinos, ¿o era algún estudioso de Sastre el que decía eso?) en los ensayos de Montaigne. "Sólo me pinto a mi mismo...", "así yo mismo soy el tema de mi libro y no hay razón, lector para que emplees tus ocios en materias tan frívolas y vanas" Y unas líneas antes dice Montaigne que escribe para aquellos que pueden tener por él cierto afecto: "y cuando me pierdan, lo que sucederá muy pronto, pueden hallar algunos rasgos de mi condición y humor..."
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