Mié 23.05.2012
rosario

CONTRATAPA

España en 140 caracteres

› Por Miguel Roig

Desde Madrid

Mientras escribo este artículo, como sé que no será publicado en unas horas ni tan siquiera mañana mismo, ignoro si su sentido se volatizará al ritmo frenético en el que la realidad se expande, líquida, sin control narrativo alguno. Como una mancha en el agua cada cosa que se afirma, en fin, cada relato mínimo que se intenta sobre lo que acontece, se va diluyendo en la corriente, decolorándose, hasta volverse invisible en la piel acuática sobre la que intentamos flotar.

He leído a Paul Krugman, en su blog del New York Times, augurar un "corralito" para España e Italia y después matizar, en otro post, que el apocalipsis es posible pero no inminente ni seguro, los rumores de la dilución del euro no pierden aliento, Grecia sigue tambaleándose en el bucle de marchas y contramarchas de sus sofismas políticos, el ministro de economía español, Luis de Guindos parece dar por terminado su trabajo diciendo que todo lo que se podía hacer hecho está, los tertulianos en las emisoras radiales balbucean su desorientación sin salir de su propia Babel y Al Jazeera titula su cobertura sobre la crisis española con un visceral Pain in Spain. No hay manera de narrar este frenético acontecer porque incluso el reality, único género capaz de seguir, aparentemente, el diario acontecer, se ve forzado a interrumpir su emisión para dar paso a bloques de anuncios de cuatro minutos y ese lapso de tiempo hoy resulta infinito: la prima de riesgo puede dispararse y al volver al directo el mundo ya ser otro.

El Rey lo ha comprendido a la primera y su último mensaje lo ha emitido en cincuenta y siete caracteres: "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir".

Cuando comenzaron a publicarse en la prensa detalles de la trama que involucraba al Duque de Palma, yerno del rey, en presuntos delitos financieros, la Casa Real demostró que aún podía controlar, aunque con bastante dificultad, el relato de la monarquía. La afirmación de que la justicia es para todos y la presentación por vez primera de cierta transparencia en las cuentas, fueron acciones que dieron algo de aire a una situación al borde la asfixia pero el día que el Duque de Palma salió corriendo ante la presencia de las cámaras, la posibilidad de seguir contando lo real se esfumó. El reality tomó el relevo y la imagen posterior del paso lento del Duque de Palma hacia el juzgado se emitió infectada por el zoom nervioso que siguió a su improvisada carrera huyendo de los periodistas. Después vino el tiro en el pie del hijo de la infanta Elena con la consiguiente contribución de la reina Sofía al directo: "con los niños siempre pasa esto". Y, finalmente, el desborde, con el accidente del rey, la caza del elefante y la irrupción pública de Corinna zu Sayn﷓Wittgenstein que pasó de ser un discreto susurro al amparo del silencio sostenido de la Casa Real a ocupar el protagonismo en las portadas de las revistas del corazón e incluso en el diario El País se llegó a publicar que el Rey "mantendrá a partir de ahora una mayor discreción con respecto a las amistades personales que le acompañan en sus actividades particulares y desplazamientos. No obstante (?) no renunciará a esas amistades, que incluyen la estrecha relación que desde hace años mantiene con la princesa alemana (...), empresaria y organizadora de safaris, que también acompañaba al Monarca en la cacería de Botsuana".

Entre el minuto y veintiséis segundos de duración del discurso del 23﷓F en 1981 a los seis segundos que demandó el arrepentimiento ha transcurrido la Transición. O una manera de contarla. De el 23﷓F al 18﷓A (día del arrepentimiento), se ha pasado de la acumulación de un capital simbólico, narrado, entre otros por Victoria Prego en su famosa serie La Transición en Televisión Española a un activo tóxico, solo susceptible de ser contado por el directo y que la crónica, no ya solo la del corazón y el reality show, sino la de la llamada prensa de calidad relata en términos temporales y meramente descriptivos, cual cámara registrando hechos.

Pero es Twitter el narrador que se impone ante el suceso evanescente. El periodista Carlos Carnicero en su cuenta lo escribió así: "La Reina ha estado quince minutos en la habitación del Rey. La verdad que ha sido 'visita de médico'. Desde luego no es mucho tiempo". Ignacio Escolar, quien lleva el blog más leído de España, en cambio, muestra su desconcierto: "Aplaudo las disculpas del rey pero me queda una duda. ¿Qué es exactamente lo que 'no volverá a ocurrir'?".

Twitter narra lo que pasa y se difumina, como la realidad misma. Ricardo Piglia opina que el relato social se ha ido desplazando desde la novelas hacia el cine, pasando por las series y recalando hoy en un formato urgente de 140 caracteres. Por esta razón, la nacionalización de Repsol, por ejemplo, apenas flotó unos días en Twitter y desapareció para dar paso a tópicos tan peregrinos y efímeros como una supuesta explotación de petróleo en las islas Canarias o el eterno conflicto con la Corona británica por el peñón de Gibraltar. Mucho más atención por parte de los españoles, en la calle y en las redes, recae sobre Marcelo Bielsa "que con la baja voluntaria de Pep Guardiola queda como custodio único del fútbol serio", Diego Simeoni y ni que decir Leo Messi, quien reina incluso por encima de los moradores del palacio de la Zarzuela: "Gol 70 de Messi. No hay récords goleadores que le queden por batir. Construye paredes enormes. ¿Dónde pondrá el techo?" o "El DVD de los goles de Messi esta temporada deberá tener dos discos". Todos los días, se escriben miles de tweets como estos...

Hubo dos gestos que fueron alrededor de Repsol que circularon con cierta tensión en las redes. Uno, el del gobierno español reclamando desde lo público los intereses de una empresa privada. El otro, el de Izquierda Unida, coalición que con todo su espectro social defendió el derecho argentino sobre los hidrocarburos. Pero eso, como todo en la red, es decir el reality digital, ocurrió hace mucho. Lo que concita la atención ahora, con respecto a los argentinos, es la pericia que demuestran a la hora de esconder billetes. Que en un país de 40 millones de habitantes haya 700.000 cajas fuertes alquiladas es un dato que refleja la experiencia cuando los bancos no son garantía de nada. La palabra "corralito" asusta mucho. Pero otro fantasma, peor incluso, recorre Europa y no es precisamente el comunismo: es la caída del euro. ¿Qué guardar, qué esconder entonces? Ya hay este hashtag en Twitter: "#Vendo euros a cuatro pesetas". Proviene de un viejo refrán "Nadie da duros a cuatro pesetas", cuando a la antigua moneda de cinco pesetas se le llamaba popularmente "duro". Está todo dicho.

La princesa de Asturias, única profesional de la comunicación en la Familia Real, a finales de 2001 explicaba a los españoles, a través de micro programas de Televisión Española, los detalles de la nueva moneda que pronto entraría en vigor en Europa. Por entonces, era simplemente Letizia Ortiz, una periodista más. Sería curioso ver cómo ahora, que cabe la posibilidad de que Grecia abandone la moneda única, que podría ser seguida por España o que, incluso, el euro desaparezca, de qué modo narraría ella, que fue su presentadora, el adiós en 140 caracteres.

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