CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA
› Por Adrián Abonizio
* La estatua de la Libertad, tan amigable, amorosa y redentora que preside la entrada al Sueño Americano porta en su cabeza rayos puntiagudos como advertencia que en cualquier momento y sin previo aviso se sacará uno de sus hierros y se la atravesará a todo aquel que posea malos pensamientos.
* Hay algo profundamente patético en la mujer que creyéndose bella, hace alardes y desplantes a todo aquel que "pretende" abordarla. Por lo general son charlas circunstanciales que ella reviste de acoso o seducción malsana. Pero lo más álgido es cuando irrumpe el que la sale a defender por celos de un algo que no existe. Cartón completo, se dice el tipo quien se encuentra dando explicaciones a un feo señor de porte de dos metros amparándola de las supuestas miradas "sucias" hacia su novia, otro espúreo especímen que aguarda en el hall del cine, contrariada y disfrutando de la escena. "Estos malos entendidos conducen a las guerras", se dice el tipo, mientras el gigante le pone el dedo como un garrote sobre el pecho. Lo peor es que la gente mira. Y debe comentar, "Mirá a este gil...por tan poco se va a hacer matar".
* "Hacé una cosa, borrame de tu vida, sos demasiado bueno para mi" escribe ella mediante un mensaje de texto y completa: "Amo eso que sale de tu corazón pero no lo merezco, no merezco tu confianza". La escena es real y cuenta de una despedida amorosa entre dos seres que no podían estar juntos. El es analista de sistema y ella prostituta.
* El escribió un libro con su nombre, derivado de un color. Gastó mucho dinero en tantísimos ejemplares de poesía mala y lastimera. Todo estaba terminado pero el insistía para que ella lo supiera y le perdonara alguna estupidez no identificable del enamorado tardío: Ella que ya estaba con su cuerpo y su deseo arrojado a otros brazos y con otros horizontes se tuvo que ir del pueblo por vergüenza. El lo hizo tiempo después obstinado en seguirla. Dicen que el nuevo novio le pegó al idiota con el lomo de todos los libros de una edición entera hasta que se lo borró la cara y lo internaron, entre sangre, papel y tinta.
* Ella lo engañaba hacía tiempo con un señor que vivía en Funes. El marido no tenía pruebas y dudaba entre seguirla o confiar. Optó por lo segundo. Mientras cenaban algo que el había preparado con dedicación luego que ella regresara, supuestamente de una lección de baile, el bolso empezó a croar. El se acercó y mostró muy serio un sapito que había saltado dentro de la cartera femenina caída al suelo, mientras ella, allá por el oeste donde empieza el campo y las casas de fin de semana, se besaba con su amante en la galería.
* Ellos abren el noticiero de la tarde. Se juntan, se sonríen y deslizan un poco del romance que van acercándolos de manera evidente. Están tan embobados con la idea que creen que nadie lo advierte. Comienzan a salir, a dormir juntos, a comer, aparearse, y sus vidas se tornan desastrosas. El amor o lo que fuera para ellos sólo funcionaba con una cámara prendida delante. Luego se hacía cenizas y hedía mal. Pero a sus modos se siguen amando en medio de informes de robos, violaciones y tsunamis. Carne de tevé.
* La pareja habla a través del vidrio con un agujero en el centro. Parece ella una cliente ocasional, pero si uno se acerca sigilosamente al costado y empieza cualquier trámite con el cajero adjunto advertirá que ellos, empleado y supuesta cliente están discutiendo sus cuitas, enredos y pasadas en blanco, ya que parece que en otro lugar no es propicio el hecho de ser amantes y no saber cómo llevar a buen puerto sus amores.
* Un viejo a otro en un bar: "Vos antes eras más alto". "Y sí...medía cerca de dos metros". "Ah. ¿Y cómo es que te volviste más bajo?". "Es por el contacto femenino", cierra. El otro lo mira a través del vaso de fernet y se queda esperando la explicación que no tarda. "Siempre me gustó el baile, pero me trajo muchos problemas. Sacaba a la pista a mujeres más bajitas que yo. Y así me fui quedando más corto, por culpa del amor".
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