CONTRATAPA
› Por Dahiana Belfiori
¿No les ocurre el llanto en el medio de una clase de canto en la que la letra de una canción dice exactamente eso que se tiene atravesado en el estómago? ¿No les atropella el llanto cuando se está mordiendo una medialuna exquisita de desayuno tardío de domingo, y todavía en sueños irrumpe el recuerdo de un amor ya para siempre ido? ¿No les inunda el llanto la mirada de un perro solitario sentado en el asfalto de la ciudad ciega bajo la llovizna de otoño? ¿No les enfría el llanto el alejamiento quieto de un amigo perdido? ¿No les cava el llanto la cara sucia de una niña descalza en cada esquina? ¿No les clama el llanto el silencio cómplice de cada muerte sin nombre? ¿No les vomita el llanto la miseria del disimulo, la desidia y el simulacro de quien tiene con qué y elige con no? ¿No les quiebra el llanto la tibieza de las elecciones a medias y a costas de las costillas de otrx? ¿No les derrite el llanto el resplandor vano del lugar robado? ¿No les desmorona el llanto la ilusión ilusa de la cercanía humana, de su calor amargo? ¿No les escupe el llanto el amor no dicho? ¿No les corroe el llanto el amor dicho? Distancia que es llanto, aguacero, lluvia, torrente, vendaval. Viento del sur, llanto de abril.
...
¿Qué se cuentan sin hablarse, sin decirse? El otoño se escurre en el viento hecho de palabras. Se arrullan los silencios. Un eco de miradas antiguas se adivina en el dilatar del aire sacudido por un susurro casi inaudible:
calor calor calor
tanto calor
y yo
en el ártico de tus
manos ajenas
Distancia. Paradxs sobre una montaña de historias, no atinan a contarse; a llamarse odio o amor o indiferencia. Se tensa la cuerda atada a la bufanda de sueños que recorre los cuellos erguidos de orgullo o de aceptación o de alerta. ¿Es dolor lo que esconden? ¿Rabia? Otoño de miradas esquivas anunciando un invierno de silencios presentes. Todo termina, todo. Justo allí donde se pretende la eternidad. El llanto quema, agota, seca. Todo se pudre o se seca. Distancia. ¿Se acercan o se alejan?
...
¿Escuchará su llanto en el medio de la noche sola? ¿Sabrá del barro en la herida, del mapa sin norte, de la casi nada? ¿Sabrá del suicidio de las olas? ¿Y del despertar a las ausencias? ¿Sabrá de la cama vacía en el costado izquierdo de su cuerpo? ¿Sabrá que no hay venganza ni esperanza en ese costado? ¿Sabrá de la espera furiosa de insomnio y de humo? ¿Sabrá esperar el silencio que habla? ¿Sabrá que no hay nada ya que calme las horas? ¿Sabrá de otoños que anuncian inviernos? ¿Sabrá?
...
Distancia. Un llanto de abril lava el otoño. Un dulzor de ocres le pone un parche al amor que fue, que nunca es, que siempre será. Una sangre despide su latido efímero. Otra muerte se consuma. Asistimos al entierro cada día. Cada día elegimos no ver. Cada día creemos que vive. Lo resucitamos de entre los muertos. Le damos pan y vino. Lo invitamos al circo. Cada día, hasta hoy. Hoy decimos distancia. En cada iris está tatuada esta muerte.
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