Sábado, 25 de mayo de 2013 | Hoy
Por Miriam Cairo
Imagina.
La imaginación de mi patria se sienta todas las tardes en una esquina rosada para ver pasar el tumulto de los guapos narradores que se trenzan en riñas de cuchillos y relatos, en los sombríos lupanares donde se cuecen cuchicheos literarios de las más variadas tradiciones.
Parece cuento, pero la imaginación de mi patria, que es ciega como su fundador, me ha abierto los ojos.
Une
Los perros de la noche de mi patria ladran al flash blanco y cegador que otros poetas llaman noche. Perros borrachos. Perros tercos. Perros que corren en jaurías para devorar la luna rota en dos mitades.
Perros y perras que en cuatro patas unen sus miembros y nacen crías o no nacen, porque las perras y los perros de mi patria, también se unen por el puro placer de sentir sobre sus lomos el rayo cegador de la imaginación de mi patria.
Encuentra
Si le preguntaran a mi patria qué perdió, su respuesta sería los brazos en ademán de decir: Todos.
Y si le preguntaran qué encontró, el gesto de mi patria sería el mismo.
Respira
Hay noches en que mi patria se queda sentada, con una copa en la mano, pensativa. Las autopistas de la memoria pasan a gran velocidad por el borde de la copa y mi patria apenas respira para no interrumpir los lentos soles de las voces lejanas.
Derrama
Los pájaros de mi patria llevan en el lomo las lágrimas que mi patria derrama por sus hijos.
Y aún más.
Los pájaros de mi patria no tienen miedo aunque sean, como el pájaro de Michaux, capaces de morir de miedo.
Devela
Mientras el mundo hace sus cosas peores, mi patria se quita la venda de los ojos porque no quiere jugar más a la gallina ciega con los dueños de la suerte ni de la muerte.
Incendia
Las chicas de mi patria escriben su nombre con lápiz nupcial indeleble en la maquinaria infernal de los hombres. Y los hombres de mi patria las pasan a buscar en sus motos de altas cilindradas y a las chicas se les enreda el cabello y los huesos les flamean como ramas. Cinco mil doscientas treinta y nueve partículas de polvo, aproximadamente, golpean a gran velocidad contra el rostro de las muchachas de mi patria que bajan de las motos encendidas y despeinadas aún antes del incendio.
Rebela
La historia de mi patria no es como la cuentan. No es arena ni serrín. Ni será como la vuelvan a contar los que se asoman a sus tumbas.
Piensa
A veces, mi patria sólo piensa en sus montañas, en los campos llanos, en las corrientes de sus ríos. Se cree obra de un dios. Otras veces piensa en sus terrores y se cree obra del diablo. Otras veces piensa en sus prodigios y se cree obra de una prestidigitadora. Otras veces piensa en sus enemigos y se cree obra de una revolución. Otras veces piensa que es obra de todos, con lo mejor y con lo peor.
Mezcla
En el fondo de la historia de mi patria flota un confuso olor a demonios mezclado con los azahares de la esperanza.
Construye
Van y vienen las hormigas de mi patria por los pasadizos de mi patria cargando sobre sus lomos la luna, el sol y las estrellas diminutas, las montañas y los ríos diminutos, las palabras diminutas, el tiempo diminuto, las fragancias y los terrores diminutos con los que escribo.
Integra
Mi patria no es la patria pero su esbozo también forma parte de la patria.
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