Miércoles, 19 de junio de 2013 | Hoy
Por Homs
Cristal sobre la amplitud de setecientos noventa y dos cielos
sustancia estelar
una catedral del giotto
bonampak
la cueva de los sueños olvidados de herzog
eternidad de inerte sangrado
su sutura ascética, tiempo ha, destiló la historia
vidrio que a su semejanza se deshizo
desequilibrio de toda perfección
la transparencia perla sueños, astillas de humo
El impacto le talla vahos a la materialidad.
Estados larvales.
Reflejos sobre un vidrio en suspensión.
Tridimensión conspirativa.
Ochenta y ocho constelaciones de estrellas gigantes y enanas son apenas un esbozo con veleidades de verdad, un canon patético, un motivo de burla...
la contemplación acaba en parábola que expone, involuntariamente, falencias; el cielo nunca será un atlas, su azul no reverbera en la antimateria y pese a la aparente tersura miles de espesuras cristalinas sobre sí se repliegan
del cielo nacen los destellos más turquesa
grietas vistas como rayos desde la tierra
raya de electricidad, pulpa de papel entelado que el plumín arrastra
desde la parte más alta de lo se cree todavía cielo escancia vidrios que tintinean sobre la memoria de los pueblos...
...nunca deberías olvidar a esos coleópteros que en sus abdómenes procesaban tanta claridad como si fuese la mañana
insectos que en sus vientres cobijaban la más lila de las flamas
insectos fosforescentes al rocío
átomos de tormenta
...desnudos pies de mujeres selenitas le caminaban por la espalda, fue de noche y en el medio de febrero; la cabellera de Berenice, esa línea exacta que hace que el horizonte comience a ser mar, le era propicia al celo de las medusas.
Soy un ión de la elegancia del lince. Un Klimt lunar. Algo que por suerte no vas a entender nunca.
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