Sáb 27.07.2013
rosario

CONTRATAPA

Cuentos incompletos (y algunas cosas peores)

› Por Miriam Cairo

1. Se sabe que una mujer infiel no se acuesta con su marido cuando se acuesta con el amante, pero se acuesta con el amante cuando se acuesta con el marido. O no. Porque se sabe que la mujer es de acostarse consigo misma buscando algo que el marido perdió y el amante no encuentra.

2. Se sabe que cuando habla, pasa la mano por debajo de las letras y las palabras se llenan de asombro por muy banal que resulte la conversación. Cuando no es así, se dobla los dedos y el silencio, como un rumor de ahogado, se extiende por longitudes extremas.

3. Se sabe que leer no es vivir. Y que vivir sin leer también es una opción. Pero se sabe que lo realmente imposible es no vivir mientras se lee.

4. Se sabe que una vez sonrió dulcemente y después volvió a sonreír y después abrió los ojos y siguió sonriendo, y pasado el tiempo recordó cómo fue sonreír por primera vez tan dulcemente mientras cerraba la ventana porque el viento arrastraba la arenilla del mar, aunque se sabe que nunca vivió cerca del mar y que el viento viene desde muy lejos.

5. Se sabe que podría convertirse en una botella lanzada al mar, en una lámpara del infierno, en un olor suave, en una prolongación del universo, pero se sabe que todavía no encontró motivo para hacerlo.

6. Se sabe que podría decir: "he aquí lo que soy en verdad", o bien, "he aquí lo que no soy", y lo que dijera tendría ese rumor de ángeles en puntas de pie sobre lavandas.

7. Se sabe que el poeta tiene inclinación por leer con el telescopio lo inmenso en lo pequeño, y con el microscopio lo pequeño de la inmensidad. Se sabe que no hay otro modo de garantizar el equilibrio del universo.

8. Se sabe que la clave de fa no limita sus funciones al pentagrama. La poesía le debe más de una armonía.

9. Se sabe que es un peligro beber sorbos de pequeñas sonámbulas; dejar que duerman en la cama los cuatro dragones y alterar el rumbo de las nubes, porque los cielos se podrían desmoronar, los dragones domesticarse, las pequeñas sonámbulas despertar. Se sabe que es un peligro escribir con el talismán catástrofe.

10. Se sabe que durante el día se abre como un molusco y por la noche se cierra como una flor. Se sabe que hay noches en las que se abre y se cierra, se abre y se cierra, como un molusco, como una flor.

11. Se sabe que debajo del cárdigan no hay nada. Nada en el sentido de lo que siempre suele haber, y en ello radica la falta de asombro de quien no sabe que debajo del cárdigan no hay nada.

12. Se sabe que la belleza siempre trae consigo una sensación de tragedia.

13. Se sabe que de nada sirve entrar en el corazón de las pequeñas sonámbulas porque en esos mínimos continentes inexplorados sólo la noche ha penetrado como vencedora.

14. Se sabe que la belleza no es un narcótico, no es la dosis de anestesia que evita el dolor de la existencia, sino la violencia natural que subyace en todas las cosas.

15. Se sabe que las nubes se acuestan a nuestros pies como perros de caza y que los pájaros abren la cabeza en forma de hojas. Se sabe que no hay otra manera de aumentar el error, de aumentar el amor, de abrir la hendija por donde nos mira la luna.

16. Se sabe que la noche invade el jardín como un paisaje que empieza a construirse bajo los pies, avanza hasta las rodillas, asciende por la cintura, triunfa en los senos, se cuelga de los labios, penetra la boca, y cae en la garganta como un nombre pronunciado con letras fantasmas.

17. Se sabe que la bandeja de correo no deseado es el lado B de existencia. Como los residuos, pero más espeluznante, porque los correos no deseados dan cuenta de que somos espiados. Hay psicópatas que se pasan la vida leyendo nuestros mails para después vendernos Viagra, por ejemplo.

18. Se sabe que para las pequeñas sonámbulas, la noche no empieza hasta que no abro el libro del poeta portugués.

19. Se sabe que el nene de las estampitas llega con los dedos sucios y deja un santo rodeado de pájaros en el centro de la mesa. No son horas para los pájaros. El nene de las estampitas levanta al santo en el aire y guarda algo en el bolsillo. Se sabe que no se va para siempre. Mañana regresará con el mismo santo y los pájaros volverán a caer, insomnes, sobre la misma mesa.

20. Se sabe que aunque escribir así, escribir roto, escribir chiquito, es un peligro, yo no podría salirme del camino. No me cruzaría a la avenida de los que escriben sano y escriben largo, y escriben por kilo, por peso, por metro y por hartazgo. Roto. Roto. Roto. Chiquito. Chiquito. Chiquito. Rota la vida, rota la escritura. No es la misma vida la que pasa en un auto, o en avión o en colectivo. Roto, roto, roto. A los empujones. Levantando gente en cada esquina. Chiquito, chiquito, chiquito el texto. Como esas bolitas chinas que se hinchan con el agua y quedan tan lindas en los floreros.

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