CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA
› Por Adrián Abonizio
* El tipo estaba muy borracho y de casualidad, ayudado por su brújula maltrecha y el corredor de la peña accedió al excusado. Para orinar extendió su mano contra la pared cosa de no caerse en el intento. Al haber un chorrito de agua que caía de arriba, y se prolongaba en el urinario, exclamó luego de largos minutos en que sentía que su catarata interna progresaba aún más y no se detenía. "!Será de Dios que me tengo que morir meando!". Alguien por piedad, le avisó.
* A la guardia del hospital de emergencias llegan verdaderas catástrofes, y también hechos tragicómicos. La pareja abotonada como perros de la calle, tapados piadosamente con una manta, la señora con la botella en su vagina, el señor con la bala de mortero en el agujero del ano. Y así. Todos, indefectiblemente, declaran que fue sin querer y que no saben cómo llegaron a ese estado. Cosa, que más allá de excusas torpes resulta una absoluta verdad. Nunca se sabe por qué se llega a estar en algunos sitios.
* "Hacé por ahí", dijo la mamá al niño que le pedía pis. "Hace por ahí", replicó enredada en una charla con la amiga. Era el final de la novela que no pudo ver por tevé. Cuando el dueño del lugar arribó nunca llegó a pensar que iba a encontrar su portafolios abiertos y orinado, casi sin salpicar ni una sola gota fuera.
* Mediodía en la oficina del municipio. Chicas y chicos se detienen a almorzar, entra saluda a sus amigos y sirviéndose café susurra: "Hoy tengo verdades sexuales sobre los hombres que las mujeres no saben". Silencio. Luego los chillidos y el pedido de que hable. "Primero, a los hombres nos duele el pito cuando las mujeres lo zarandean, pues creen que en la violencia está el gusto. Error. Segundo: Los hombres fingimos orgasmos. Tercero; los tipos nos enamoramos no de unas tetas y de culos sino de almas generosas que nos den tranquilidad". Aprobación de los machos y estupor en las damas.
* "!A la ronda ronda de pan y canela/ el que se ríe no va a la escuela y la maestra le da un coscorrón!", grazna una abuela en el anochecer luego de la lluvia junto a su nieta. A él, se le ocurre un rifle para matar ciervos con silenciador y mira y que caiga la bruja perforada en su testuz. Esa canción que tanto lo perturba por la severidad, la inconciencia y el permiso que se le otorga a la profesora para golpear a un niño. Y la advertencia de esa vieja chota que debería ser asesinada al instante. Un detalle íntimo de como educamos a los niños en el fascismo cantado.
* Guardaba un listado de sus damas de compañía que iba pespunteando con fibra azul en los ratos de ocio. Recordaba, claro, sus detalles íntimos, la secuencia del conocimiento, el acceso carnal, los adioses Un hombre para ser hombre debe haber tenido mayor cantidad de mujeres que años tiene, sentenciaba , haciéndose el misterioso. Pero el almanaque se lo comió y tuvo que emparejar la cuenta pagando por ellas,lo que hizo romperse el mandato estricto y con él su honor.
* Todo había perdido sabor y color, aroma y gusto, esencia y detalle. Todo estaba normalizado, saborizado y documentado. Todo era comprobable, estable y seguro. Todo estaba en su lugar. Todo era previsible y sin compromiso. Por eso, el doctor llegaba a su casa, se aseguraba que no haya nadie y se vestía con las ropas de su esposa y frente al espejo hacía mohínes, se reía, fumaba con boquilla y besaba. Eso sí, jamás se permitió ser homosexual. Lo suyo eran historias mínimas para no explotar, detalles íntimos en suma.
* Las claraboyas de las terrazas de otras casas tenían un magnetismo extraordinario. Las revisaban, espejito en mano, saltando de abismo en abismo sin hacer ruido esperando se encendiese una luz como si un hongo se iluminase. Sorprendían las más de las veces señores sentados al inodoro pero en noche de suerte, señoras a punto de bañarse. Todo se terminó cuando él, cazador curtido advirtió los pasos en el techo y subió cautelosamente. Ahí estaban sus amigos espiando a su mamá bajo la ducha.
* "Mi esposa tiene en la ingle tatuado un alacrán!", exclamó el tipo mientras cortaba el asado. "No es un alacrán, bestia, es una avispa `pepsi' con el agujón levantado!", meditó el vecino de mesa pero por razones de fuerza mayor no aclaró el punto.
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