CONTRATAPA
› Por Javier Chiabrando
Hay gente que para hacernos creer que sabe de política cita la frase "pan y circo" con gran ligereza y escasa precisión. Intentan hacernos ver como un pueblo aturdido por artimañas de la política, que, representada por el gobierno, nos daría lo mínimo indispensable, las migajas, para que no pidamos cambios ni nos rebelemos (y de paso los sigamos votando): planes sociales, fútbol para todos, o los ya legendario pan dulce y sidra de fin de año.
La frase "pan y circo" surge de un texto de Juvenal, poeta romano de antes de Cristo, y se refiere a un sistema para tener tranquilo al pueblo: pan barato o regalado (cosa que hacían realmente) y entretenimientos populares y de baja calidad. Del pan me ocuparé después. En cuanto al circo, los romanos fueron realmente creativos a la hora de darle circo al pueblo. Ponían a un esclavo para que se lo coman los leones. Divertido, barato (costaba un esclavo y un poco de arena para tapar la sangre) y nunca salía mal porque ningún esclavo logró comerse al león.
Con eso los romanos daban por terminada la vida inventada por los griegos, más poética y filosófica. Porque los griegos tenían el berretín del pensamiento y ahí andaban Sócrates y Platón diciendo frases célebres a cada rato mientras a su alrededor revoloteaban muchachitos ávidos de sabiduría, entre otras cosas menos confesables. Los romanos se dieron cuenta de que esa mariconada era peligrosa y le metieron a la vida supervivencia básica (pan), sangre y joda (circo).
La lección de los romanos prosperó y la práctica de pan y circo se fue consolidando a través del tiempo. El circo fue mutando en corridas de toros, taba, malambo, payada, baile del vientre, ring raje, hasta llegar a los actuales: fútbol, televisión grasa y recitales gratis de Pimpinela y Violetta. La gente que cita esa frase tiene algo de razón: la política ha usado esa estrategia hasta cansarse, pero creen que este es el único país donde se vive esa realidad. Creen (porque no saben), que en Francia o en los EEUU la gente no ve la hora de que termine la película iraní de cinco horas que miran, para poner la telemaratón de cine húngaro que dan en otro canal.
La mirada crítica sobre este doble concepto nunca se fija demasiado en la palabra pan. Primero porque darle pan al pueblo estaría dentro de los que uno no puede dejar de aprobar, aunque sea pan mientras los oligargas comen caviar; y porque la ausencia del pan es una referencia directa a la muerte. Pero si la mirada crítica se fija en la palabra pan, es para protestar por lo que llaman asistencialismo; según dicen, no hay que regalar pan porque genera vagancia; hay que regalar las herramientas para fabricarlo: "darle la caña y enseñarle a pescar en lugar de regalarle el pescado", dice un proverbio digno de aquellos griegos.
Peor que el asistencialismo son los gobiernos que te dan circo pero no pan. En los '90, cuando gobernaba el Turco que lo Reparió, el país era un circo permanente pero el pan escaseaba. También durante la dictadura el pan era escaso. Y fue durante la dictadura que tuvimos un gran circo, un mundial. Por mucho que nos guste el fútbol, no podemos dejar de ver el Mundial 78 como una forma de aturdirnos para olvidar dolores y pérdidas. En cuanto al gobierno que no puede darte ni una cosa ni la otra, sobrevive poco en el poder, a menos que suplante ambas cosas con represión. Quizá así fue en el 2001.
Pero un día pasó algo más. Algo muy importante. No sé cuándo fue. Ni cuándo comenzó. Pero sucedió. El circo se privatizó. Ya no es algo que los gobiernos le dan a la gente para que se vuelva estúpida y previsible. El circo pasó a ser un negocio próspero y de gran futuro. ¿Quiénes lo manejan? Llamémosle el sistema, o el establishment, que lo usa para vendernos cosas, para tenernos tranquilos, sedados, entretenidos, pacíficos, colaboradores, asustadizos. Porque el boludo (si es miedoso, mejor) es el mejor cliente que existe; se cree que lo que le venden es indispensable, y se vuelve a creer al año siguiente que es indispensable que cambie eso que le vendieron por otro igual pero de diferente color.
Vaya uno a saber quién fue el genio que descubrió que el león comiéndose al esclavo era, además de divertido y soporífero para las ansias revolucionarias del pueblo, un tremendo negocio. Un genio; un genio del mal, pero un genio. Curiosamente, le gente que se queja de que los gobiernos dan pan y circo para tenernos sedados, no se quejan de que el sistema, o el capitalismo, o el establishment lo hagan. Y peor aún, suponen que el circo generado por el establishment, o sea el circo privatizado, no tiene ideología.
Pero el circo es divertido, digo yo, incluso necesario (siempre que no seas el esclavo que se come el león). Es agradable dejarse llevar un momento, un día, un tiempo, por ideas elementales, chistes baratos, coreografías carnales y disputas básicas, por ejemplo las que propone el fútbol. ¿Por qué yo debería privarme del circo del mundial si me divierte, entretiene, enseña, me permite comparar las medidas de los pectorales de las colombianas con las holandesas y me hace olvidar los problemas inmediatos? Prefiero decirlo así: una parte de nuestra vida debe ser circo: televisión idiota, películas boludas, mundial de fútbol o guerra de vedetes. Yo, que soy un intelectual de la hostia (usted ya sabe de mi modestia), estoy esperando que se juegue un mundial cada dos años, ya que uno por año sería difícil porque los gordos de la FIFA no tendrían tiempo para gastarse la que se afanan.
Y el circo no solamente es divertido. Es el antídoto ideal a los dolores reales y simbólicos. Yo soy de los que si pudieran, viviría todo el día pensando en si Tinelli se va de Canal 13, si las vedetes se van a amigar o no, o si Rial vuelve con la mujer. Pero no lo logro. Un día comencé a tratar de satisfacer mi curiosidad y me jodí la vida. Es como dijo Arlt, Roberto: "no conozco un solo hombre feliz que lea", porque la lectura, o la cultura es curiosidad y la curiosidad es asomarse al vacío todos los días. Y una vez que comenzaste a caminar por esa cornisa, no hay vuelta atrás. El único recreo es un poco de circo, sea público o privado.
Lo que nadie descubrió aún es hacer que el circo sea eterno. Ya lo van a lograr, no se preocupe. En eso trabajan mientras ustedes y yo nos deleitamos con la enana que baila en la tele. Porque no hay circo para los que hacen el circo. Esos no descansan ni se ríen. Cuando descubran la forma de hacer eterno el circo, se acabaron las revoluciones, las protestas y los indignados. Por ahora, apagadas las luces del circo del mundial, aparece la realidad. Yo estaba embobado con la cámara que te hacía saber si la pelota entraba o no, con la espuma que le ponían a los pies de la barrera para que no se adelantara, que no me di cuenta de que el mundo seguía adelante. Pero la realidad llegó: bombardeos, muertos, desplazados, las viejas rencillas de la política y el eterno pisoteo de los que tienen poder hacia los que no tienen nada. ¿Cuánto falta para que comience el próximo mundial?
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