CONTRATAPA
› Por Ernesto Garabato
Los intentos destituyentes, las conspiraciones, los golpes blandos (¿puede ser "blando" un golpe?), deberían tener más frecuencia. Son una pulseada que viene a entretener y poner en marcha lo peor y lo mejor del pueblo y de los otros.
Hasta que alguna ley divina disponga lo contrario en este ajedrez mueven las blancas, teniendo la iniciativa que mantendrán hasta el final. El tablero comienza a cambiar su fisonomía. "Dios mueve al jugador y éste a la pieza, ¿Qué Dios detrás de Dios? La trama empieza".
Hay un par de peones negros que están recién pintados, se les nota lo blanco. Se genera la lógica duda de si todo lo blanco es blanco y si todo lo negro es negro.
Los peones travestidos son expulsados de las filas negras que sospechan de infiltraciones y escuchas, mientras les caen denuncias por todos lados.
Uno de los analistas intelectuales, blanco él, llama a las negras "ganado humano", un alfil invierte esas palabras y sigue por Diagonal Sur.
Muere un alfil blanco y se empieza a jugar en cien tableros diferentes, las simultáneas las da la dama.
La justicia con venda blanca pide justicia y convoca a la plaza. Se suspenden todas las partidas por la marcha del silencio que pide un minuto de silencio rompiendo el silencio.
Como están fuera del tablero aparecen los hombres grises y juegan sin reglas para poner en jaque a la dama y en su reino del revés un ladrón es vigilante y otro es juez.
Llevan carteles que dicen "Todos somos alfiles", el problema de personalidad complica la partida. No se puede jugar sólo con alfiles, como tampoco con once wines izquierdos.
La ciudad entera se transforma en tablero y las piezas toman vida.
La C.I.A y la Mossad siguen los movimientos en pantallas gigantes y le soplan a las blancas qué tienen que mover. La ex SIDE importa un container de tampones.
Un juez desestima las denuncias que se desestimaban solas. Un diario dice que en las escuchas queda clara la intención de invadir los Estados Unidos por comandos entrenados en Paraguay por Pinedo.
La señora Carrió anuncia su asesinato y de paso un "autogolpe" (Cómo será eso, ¿no?)
Llega el día de la apertura de las sesiones ordinarias en el congreso.
Los primeros en ocupar la plaza fueron los peones negros, las demás piezas llegaron más tarde.
A medida que arribaba la gente, o sea el ganado humano, iba siendo marcado en la espalda con un hierro caliente que terminaba en una K. Había un montón de montoneritos que no pasaban los seis años, recién llegados de su entrenamiento en Cuba.
Hay que estatizar el despacho de choripanes, los vendían.
Llovió y aparecieron unos pocos paraguas de colores que no existen.
Los cronopios mojados son muy simpáticos.
El humano ganado llenó todo, pero no se veían arrieros, ni fustas, ni látigos.
Los servicios no podían ubicar a las piezas blancas que horrorizadas se habían acovachado.
Los cánticos hablaban de sueños y liberación. Los silencios eran para escuchar.
Emoción, estremecimiento, saludos con desconocidos, abrazos conocidos.
Mientras la dama hablaba desde su tablero preferido, las piezas blancas no se bancaban sentadas lo que afuera se bancaba de pie.
Describió muchas cosas, enumeró otras, anunció leyes y en un momento miró a un palco en donde estaban los peones negros y lo dijo, lo dijo: "Firmé el decreto de que en este Ajedrez, primero mueven las negras". Y pateó el tablero.
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