Les acompañamos en estos días tan significativos de gratitud y alabanza por la vida, la muerte y la Resurrección en Cristo de nuestro querido e inolvidable Obispo Oscar Arnulfo Romero. Con su partida El Salvador, nuestra América y el Caribe, la humanidad toda, perdieron la presencia y la voz de un profeta que hable con audacia y firmeza en tiempos tan tenebrosos y sangrientos como los que tuvo que atravesar en su breve pero fecundo ministerio pastoral.

Con su partida, sus palabras y sus hechos han alcanzado creciente dimensión y fuerza para nuestras Iglesias y pueblos juntamente con los otros mártires que compartieron esos mismos sufrimientos y angustias.

Por eso damos gracias al Señor por la visión y fortaleza del Papa Francisco que está corrigiendo demoras incomprensibles e inaceptables que hoy se transforman en gestos visibles y significativos que renuevan nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor en la nueva generación que se levanta y crece en estos tiempos decisivos y desafiantes.

Oramos firmemente para que en este nuevo despertar americano y caribeño, él haga realidad la palabra que como testamento el Obispo Romero sembró y seguirá sembrando en este nuevo Pentecostés ecuménico que sopla entre nosotros, haciéndose canto y oración a la vez: "Mi muerte si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro".

* Carta del obispo metodista de Rosario al arzobispo de El Salvador, monseñor José Luis Escobar Salas.