CONTRATAPA
› Por Bea Suárez
"...Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se rompen las garras de la suerte...
Todos los incurables tienen cura
Cinco segundos antes de la muerte!
Almafuerte.
Vivimos eligiendo.
No es lo mismo el otoño en Mendoza que un deseo insurrecto por la nieve, si es mayo.
No es lo mismo el Paraná mantecoso, que cuando su furor se apersona y da miedo.
Vivimos ganando y perdiendo.
No es lo mismo pasarse de largo que detener el carro y advertir el camino, gozar de un recorrido.
No.
Cuando se pretende el Todo, la vida se convierte en puro desagüe, la finitud creciente viene a ovalarse entonces, el ser humano nítido esmerila su alma y no sabe qué quiere.
Vivimos porque elegimos.
Elegimos porque adentro de la sangre corre la tierra y además porque, felizmente, no coincidimos, ni somos hadas, ni palmeras, ni vulgo ni presagio. Elegimos la calma o la tempestad, el rojo encendido de una noche con fuego o la poca alegría al alejarnos del mar.
Y han venido los hijos porque los elegimos, y amigos con extremos, con pinchos (que elegimos), y al pasar de la señora hemos saludado, levantamos la caca del perro y es decisión también.
No existe el indeciso, ese sabe que sabe pero no nos lo dice porque perder no quiere, el hombre no quiere, entreabre su canto pero no concibe el implacable destierro de aquello que no tiene.
Y hasta quien no decide, decide no decidir. Se entiende. Pero esto dura poco, como poquito tiempo nos durará la vida.
Vivimos eligiendo.
El vino y la tragedia, la novela o el largo reportaje, ardemos por la música que ingresa a los oídos y por el lugar en el que entran las palabras.
Seleccionamos, dividimos, decimos que no, damos lugar al sí, nos corremos, nos salimos, mandamos ideas al exilio, arrullamos o ladramos, nos quedamos o vamos, viajamos con las piernas o con textos sagrados.
Elegimos vivir, socorrer el sabor de una lágrima o dejar que se seque un amor; ser bestias en praderas sumisas o folclórica gente que le canta a un ausente.
Pareciera que el domingo fuera a venir flor de hondura en el pecho. Que al tener que votar fuésemos a realizar un acto extraordinario y de otra tela. Diría yo que no, que el luto verdadero lo emprende aquél que deja en un descuido morir sus sueños. Y el domingo podremos elegir una vez más y tendrá consecuencias (no puede no tenerlas).
Alguien creerá en harapos otros en inmortales, unos votarán al prado pensando en bocanadas de oxígeno, habrá quienes, centellantes, al colocar la cruz de birome, cabalguen alucinados a disputar el reino. El domingo se elige porque así, en el cuenco de la mano, podemos definir el polvo de este tiempo.
Hay quienes dan golpes a cuerdas de mentiras y otros que a esas mentiras las dan por verdaderas, y las suben bien alto.
Un ADN portátil (que es ser santafesino) nos hará creer pasar de casucha a palacio. Y viceversa.
Una señora no irá porque siente que es vieja, la de al lado va a ir aunque lo sea, uno llegará cabeceando a mostrar el documento, otro emigrará 500 km. porque advierte que es un asunto serio.
Elegimos en fila india, pueblo por pueblo, quién gobernará la provincia, comunas y municipios, pero a su vez los dones, el destino de gatos y perros, educandos, jardines, parques, afán y locura. Elegimos los que serán jefes de cosas serias como la paz y el lugar para el amor, qué se hará con hemorragias y latidos cardíacos. Con futuras catástrofes y fiestas. No elegimos solo a hombres y mujeres sino cómo habrán de administrarse de ahora en más, terror, valentía, tradiciones y festejos. Sí volverá la gente a sentarse en la vereda a libar intervalos de cafecito.
Elegimos, siempre elegimos. Si amargo o dulce. Hombre o mujer. Pequeñez o grandeza. Rico, famoso, común, biblia o calefón. Si por el bajo o por Oroño. Batle y Ordóñez o Circunvalación. Las Flores o Travesía. Si por la 18 o por Bigand. Si hasta Reconquista o San Justo. Si por carta o mail. Si en persona o en mensajito. Si lo digo o no de una buena vez.
Candorosos, irresponsables, a contramano, residuales, inexorablemente, el domingo, elegimos.
Elegimos la palabra inevitable, el nombre que nos diga más de algo en esta vida.
Para partir (alguna vez) un poco mas compactos.
Y un poco más felices.
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