CONTRATAPA
› Por Carlos Solero
Mi primer contacto con Roberto Arlt, mejor dicho con sus libros, fue en 1977. Encontré en la librería de la terminal de ómnibus de la ciudad de Santa Fe la novela El juguete rabioso.
La lectura de sus páginas surtió e mí un efecto inmediato, era algo diferente a todo lo que había accedido hasta ese momento. Lecturas de El llamado de la selva, de Jack London y de poemas de Mario Benedetti (Antología Natural).
El Juguete rabioso es un libro revulsivo, catalítico, diría el Querido Profesor y Compañero Libertario Angel Cappelletti.
En efecto, Silvio Astier y sus desventuras, sus historias de vagabundeo, su particular vínculo con los libros y la vida a contramano, transgrediendo las normas de la moral impuesta por la hipócrita sociedad, moviliza la sensibilidad y ofrece una perspectiva muy diferente a los trillados caminos de la "corrección". Eso me ocurrió, como a tantos otros. La lectura de Arlt despierta y agita la conciencia acerca del mundo del que somos parte, plantea otra mirada de todo y de todos.
Este muchacho al que todos los senderos se le transforman en laberintos adquiere universalidad a partir de la singularidad de sus experiencias. Y por supuesto, una cosa es nuestro encuentro adolescente con este libro y otra muy distinta la lectura cuando -como dice Joan Manuel Serrat- "el alma ya tiene media suelas".
Luego leí la biografía de Roberto Arlt escrita por Eduardo González Lanuza y publicada por el Centro editor de América Latina, los testimonios de César Tiempo, muy amigo de Arlt. Lecturas que ayudan a ir armar el rompecabezas de una vida intensa que alternaba las vivencias callejeras con los intentos de invención en galvanoplastia y la incursión en las redacciones de diarios como Crítica y El Mundo, inicialmente en las secciones de policiales y deporte.
Otro "hallazgo" para mí fueron las Aguafuertes Porteñas. Columnas cotidianas desafiantes, con un lenguaje más que personal en el que el autor interpela con ironía e inteligencia a sus lectores. No busca cosechar simpatías y acólitos incitando a la reflexión sobre la sociedad y los habitantes de las barriadas populares y el centro de las grandes ciudades plagadas de paradojas y contradicciones.
Años después, llegamos a otras novelas como Los siete Locos y Los Lanzallamas. A Remo Erdosain y su atormentada existencia de hombre vapuleado por la moral pequeño burguesa. A un Buenos Aires "con la angustia flotando a dos metros del piso", como señalara Alfonsina Storni.
Y no solo Erdosain, también la coja, la bizca, el coronel, El Astrólogo y sus proyectos políticos mesiánicos, a una galería de personajes como El rufián melancólico Haffner, el místico timbero Ergueta y muchos otros.
Roberto Arlt realiza una radiografía de la antesala de una etapa trágica de la historia social de la Región, la que se inaugura con la llamada "década infame", el golpe de Estado del general Uriburu, y sus fascistoides de la Legión Cívica. Los fusilamientos de luchadores sociales anarquistas como Joaquín Penina en Rosario y de Severino Di Giovanni y Paulino Srcarfó en la Penitenciaría de avenida Las Heras. Acontecimiento este último al que le dedicó un Aguafuerte memorable.
Roberto Arlt capta con hipersensibilidad y lucidez el clima de época que vive el mundo de entonces, el imperio de los totalitarismos: el fascismo italiano, el nazismo germánico y hasta el stalinismo ruso. También las mascaradas trágicas de los tiranos latinoamericanos y de los civiles que colaboran con ellos de buen grado por acción u omisión. Mientras en las sedes del capitalismo más obsceno, Inglaterra o Estados Unidos de Norteamérica, los industriales y banqueros engrosan sus arcas y se preparan para el negocio de la guerra en ciernes.
Leer a Roberto Arlt es una ardua tarea en estos sombríos tiempos, cuando por ejemplo le otorgan el Premio Nobel de La Paz al presidente de EEUU, que ordena frecuentes bombardeos y la FAO anuncia alborozada el cumplimiento de sus metas alimentarias mientras sigue habiendo 800.000.000 de personas padeciendo hambrunas. En tanto, miles de seres humanos huyen desde diversas regiones desesperados por las guerras. Y China el "gigante asiático" avanza con sus tecno burócratas y millonarios también hacia la disputa de la hegemonía global.
Leer a Roberto Arlt en estas circunstancias con el objetivo de una reflexión colectiva es una ardua tarea. No se trata de realizar la apologética evocación de un escritor, periodista y dramaturgo excepcional.
La cuestión es poner en común algunas reflexiones que nos orienten a impulsar acciones solidarias, a despabilar nuestras conciencias en medio de una sociedad alienada por el consumismo y alienante por el imperio del capital y las mercancías transformadas en fetiches.
Como bien afirma un entrañable compañero, no existen los manuales de autoayuda, debemos ayudarnos a nosotros mismos, no por caridad sino por instinto de supervivencia de la especie. Para pensar y repensar sin moldes preconcebidos, sin dogmas y alertas, a las coartadas de los perversos sistemas de dominación y manipulación de masas e individuos. A los permanentes señuelos que buscan embretarnos mostrando como alternativas estructuras que consolidan lo ya establecido desde hace siglos, el patriarcalismo, el culto de los que mandan, la sumisión y la obediencia.
Los escritos de Arlt, sus obras de teatro como La isla desierta, Saverio el cruel, novelas como El amor brujo y relatos como El criador de gorilas y El jorobadito son cajas de herramientas siguiendo la metáfora de Michel Foucault. Hacer uso de estas herramientas es nuestro desafío.
*El martes 21 de julio, a las 19.30, Carlos Solero disertará sobre Roberto Arlt, Interpretación y ficción en el Ciclo Del derecho y del revés. Centro Cultural Fontanarrosa, Coordinado por Laura Capella.
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