Dom 27.08.2006
rosario

CONTRATAPA

Zapping

› Por Luis Novaresio

Uno: Reflexiones sueltas. Será por la atomización de los temas. ¿Será? Ni siquiera me queda claro qué es eso. Será por la imposibilidad de concentrarnos más de quince minutos en lo que sea. Zapping. Capacidad inútil de hacer nada con la convicción de que se ha hecho todo en poco tiempo. Eso es zapping, me decís. Y cambiamos de canal. Loco control remoto existencial, seguís, a nadie le importa detenerse a pensar sobre ningún tema. El ministro anuncia la reactivación de la política nuclear y en treinta y tres segundos los noticieros pueden resumirlo. Falta agua en el Chaco, sigamos, yerma tierra que soporta los huesos de los animales muertos, sigamos, el gobierno pide que los ciudadanos no paguemos los aumentos de las prepagas de salud y a nadie se le ocurre decir que por qué no se ocupan de hacer eso ellos, al fin al cabo gobiernan o eso dicen. ¿Alguien tiene ganas de reflexionar? Carcajadas. Los bomberos corren, héroes verdaderos, con toallas mojadas para llegar hasta un piso siete a donde una escalera mecánica lo haría sin problemas, artefacto que está por venir, está por venir, está por venir, se ve que con los tanques del General Alais.

No te entiendo. Y eso que es sencillo, me decís. Se trata de echar un manto de reflexión, análisis de pensamientos básicos, no te digo todos los hombres son mortales, Sócrates es mortal porque me cae de lo peor el corsé del hombre de la cicuta. Pero ese es otro tema. Te digo reflexionar.

Dos: Reflexiones sueltas. En la misma semana, me recordás, nacieron Borges. Y Olmedo. Alvarez, un casi Bioy Casares del humorista, podría haber leído. "Urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algún modo el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que sabía. Noches enteras malgasté en recordar el orden y el número de unas sierpes de piedra o la forma de un árbol medicinal. Así fui debelando los años, así fui entrando en posesión de lo que ya era mío. Una noche sentí que me acercaba a un recuerdo preciso; antes de ver el mar, el viajero siente una agitación en la sangre. Horas después, empecé a avistar el recuerdo; era una de las tradiciones del dios. Éste, previendo que en el fin de los tiempos ocurrirían muchas desventuras y ruinas, escribió el primer día de la Creación una sentencia mágica, apta para conjurar esos males. La escribió de manera que llegara a las más apartadas generaciones y que no la tocara el azar. Nadie sabe en qué punto la escribió ni con qué caracteres, pero nos consta que perdura, secreta, y que la leerá un elegido. Consideré que estábamos, como siempre, en el fin de los tiempos y que mi destino de último sacerdote del dios me daría acceso al privilegio de intuir esa escritura".

Y no te entiendo, me dijiste. Y es tan fácil.

Tres: Reflexiones sueltas. ¿Otra vez? Otra. Cansa. La ignorancia cansa. Es cierto. No soy yo, me dijiste. Son los otros. El infierno son los otros, que con su mirada, como dice el gran francés, cosifica el deseo. No te entiendo.

Almas del bien se escandalizan por un pretendido Robin Hood que supo usar el piquete de rutas para decir que devolvía lo suyo a los pobres. Resulta, es cierto, que el moderno vengador ahora se acuna en la silla del poder público. Sus pobres, siguen en la calle. Pero eso es un detalle. El señor, por estas mismas semanas, corta tranqueras, abre portones, destroza candados por la tierra es del que la trabaja, el agua del sediento. No me vengas, dice el que jamás actuaría sin la venia del de más arriba, no en el cielo sino en la Rosada, no me vengas con que la Justicia es el modo de reparar una injusticia. Tribunales, exhortos, oficiales de justicia y téngase presente, por ser Justicia, es de una tardanza inadmisible, dice Robin, por eso andaba con tenazas y cortafierros. Mirá vos. Y entonces, diatribas destiladas a la luz de esto, funcionario apologético que viola el código penal argentino que protege la libertad, la propiedad privada y la fraternidad de los que creemos en el sistema democrático. La verdad, es cierto, me decís. No me vengas a justificar a un cacareador obsecuente diciendo que protege el acuífero Guaraní o quieras hacerme creer que, de verdad, está defendiendo el derecho de los aborígenes. Seamos serios. Lo que hace el pretendido Hood de estas pampas es delito, no caben dudas, no hay tardanza de nada que lo justifique. Sea el artículo que corresponda del Código Penal.

Punto y aparte. Pasemos ahora al caso de las dos mujeres discapacitadas, violadas, ultrajadas, embarazadas. El Código Penal les da la posibilidad a los médicos a interrumpir el proceso de gestación de una futura persona humana sin más. El Código Penal que condena romper tranqueras está vigente. El que exime de pena al que produzca o decida un aborto en caso de mujer deficiente violada también. Pero da la casualidad que casi con precisión estadística, los mismos que condenan a Luis D`Elia blandiendo el Código de delitos son los que se oponen al aborto de Mendoza y Buenos Aires enojados con el mismo Código. ¿Y por qué? Porque ahora no me gusta. Porque el Código es según me parezca. Porque siempre y cuando el codificador piense como yo, es norma. Propongo. Mañana te mato y cuestiono al Código Penal como si fuera el dueño de las tenazas que abre tranqueras o los preconciliares que quieren que nazcan seres humanos gestados por violadores. Ahora, ése es mi código.

Exagerás. No es posible comparar un delito contra la propiedad privada, importante, claro, con el indiscutible derecho a la vida. ¿Indiscutible? ¿No es posible? ¿Quién lo dice? Yo lo digo. Y ¿sabés qué?, me dijiste. Yo te digo lo contrario. Porque lo que uno a uno, pan y queso, a ver cómo se desempata. Es un tema de justicia, alcanzás a gritarme. Justicia natural. Generalmente, pensás, se desempata como querían los sofistas. La justicia no es más que lo que el poderoso dice que es.

No te entiendo. Y es tan fácil.

Cuatro: El Chupete venía emitiéndose en Canal 13 desde 1973, con libros de Jorge Basurto y Juan Carlos Mesa. La férrea censura de la época dejaba pocos resquicios para el humor, y la calidad del programa dejaba que desear; el propio Olmedo reconocía que no lo conformaba. Para la temporada 1976, los libretistas pasaron a ser Oscar Viale y Humberto Ortiz (Coquito). Se habían renovado todos los números, y se pensaba darle mayor espacio a la desopilante capacidad del Negro de mofarse de la TV a partir de la propia TV, incluyendo en un sketch las circunstancias de la grabación del propio sketch. Pero no alcanzaba. Hacía falta un golpe de efecto mayor para el primer programa.

El martes 4 de mayo de 1976, a las 20:27, el locutor oficial del canal, Jorge Nicolao, "con el rostro serio, como tratando de evitar la emoción" como decía el libreto, anunció que El Chupete no podía comenzar debido a que "su protagonista, Alberto Olmedo, ha desaparecido". Tras algunas frases compungidas, terminaba diciendo: "El Negro se ha ido... No tenemos más palabras. Guardémosle cariñoso recuerdo, viendo uno de sus últimos programas del año pasado". Y agregaba, mirando a cámara, como no pudiendo seguir: "Adelante, señor director".

La escena duró apenas 35 segundos, pero desató un revuelo increíble. La agencia Noticias Argentinas y Radio Continental se hicieron eco del anuncio sin chequear la información. Los teléfonos enloquecieron en todos los medios de difusión. Aún se emitían los títulos de El Chupete de 1975 cuando por fin apareció Olmedo. Mientras veía que varios actores se probaban sus ropas, dijo "¿Qué pasa? ¿Acaso no se puede llegar tarde?" (Fragmento del Libro Queríamos tanto a Olmedo, libro que se agotó y que, confieso, te robé).

Cinco: Reflexiones sueltas. La misma semana en la que nacieron Olmedo y Borges. Se me hicieron idénticos. Con ganas de reflexión. Con la risa, pensada en el chiste. Con la metáfora, pensada únicamente. Me los imagino sentados, frente a frente, diciéndole uno al otro: Me gustaría ser valiente. Mi dentista asegura que no lo soy, dice uno. No me gusta ni la paternidad ni los espejos, porque multiplican el número de hombres. Quién dijo qué, me preguntas. Y te reís. Es exactamente al revés. Es tan fácil.

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