CONTRATAPA
› Por Por Gary Vila Ortiz
¿Cómo fue el orgasmo de Alien? Sabemos que lo tuvo. Sigourney Weaver quedó embarazada. Alien era un monstruo y tirando a feíto; pero tenía sentimientos o quizá tan sólo el sentido de la supervivencia. La escena de "amor" entre la Weaver y su monstruo no se ve, creo, en ninguna de las versiones. Hemos visto solamente tres de las más de veinticinco que existen. La primera, es la de Ridley Scoot (1979); la segunda data de 1986 y fue dirigida por James Cameron; la tercera es de David Fincher en 1992. en estas tres trabajaba la mencionada Sigourney Weaver; también en una cuarta (que no vi) dirigida por JeanPierre Reunet, en el reparto figuraba Winona Ryder; pero ignoro si Alien (el mismo o todos los posibles Alien que hay en el mundo) se enamoraba de las dos.
En cuanto a la forma de hacer el amor hay varias teorías acerca de cómo lo practican estos animalitos extraterrestres. Aparentemente la Weaver estaba sumergida en el sueño producido por alguna droga cuando Alien la embarazó; la otra posibilidad es que haya tenido el sueño muy pesado; otra de las versiones dicen que a la Weaver la avergonzó haberse caído en el éxtasis en que cayó en brazos de eso que nosotros llamamos monstruo. Por otra parte, a uno le cuesta imaginar una escena de amor entre Hitler y Eva Braun y tampoco entre Franco y su mujer. El amor es una dimensión única de lo humano y no creo que esos personajes funestos la tuvieran. Me cuesta menos (poco menos) pensar en el amor entre el Duce y su Clara e incluso la feroz locura amorosa de querer el absoluto del Calígula que retrata Camus.
Los monstruos de la ficción nos asustan hasta que conocemos un poco, no necesariamente mucho, de la historia nuestra, la que nada tiene de ficción y está signada por monstruosidades que la imaginación humana no ha alcanzado a trasladar a ese terreno de lo ficticio. De cualquier manera los monstruos del tipo Alien atraen. Tiene éxito. Hasta lo que conozco se llevan realizadas más de 25 películas sobre el Alien enamoradizo y baboso, lo cual es un atributo bastante molesto de los seres humanos. Deberíamos decir que a Alien se le hace agua la boca cuando la mira a la rapadita Weaver que ya en otros "avatares" había enloquecido de amor a los gorilas.
No recuerdo escenas amorosas en algunas compilaciones sobre seres imaginados o manuales de zoología fantástica. He visto, sí, en el cine, la arrebatada pasión en alguna versión de Drácula o de Frankestein. También el amor en alguien que nunca calificaríamos como monstruo, aquel muchacho de manos de tijeras que era, a no dudarlo, conmovedor. Algo parecido pasaba con la novia de Frankestein (o todo lo que pasaba en el joven Frankestein, o en la inolvidable ternura de "Freaks") Pero volvamos al orgasmo de Alien, que a uno le cuesta imaginar, aunque por otra parte tampoco comprende demasiado bien las ventajas del orgasmo del cerdo salvaje.
El final del embarazo no es bueno. La chica embarazada, es decir la Weaver, decide que el monstruo que lleva en la panza debe ser destruido, pues sino los humanos, es decir los miembros terrestres, los dueños de la compañía que todo lo domina, usarán la cría para procrearlos y usarlos, por cierto, para el mal y no para el bien. Eso no ocurre ni en los cuentos de hadas. Lo cierto es que la protagonista rapada y embarazada se arroja a un horno de plomo hirviente y termina con todo. Hay un segundo que muestra un paradójico gesto maternal: cuando la hembrita quiere salir de la panza y salvarse ella lo hunde con sus brazos. Fin de la historia, que no es una historia de amor, claro, pero si una historia con mucha pasión.
De cualquier manera, Alien (los méritos de cuyo orgasmo nunca conoceremos) resucitará y estará (en realidad ya está) entre nosotros. La maldad y la crueldad deliberada son mérito altamente estimables en nuestra sociedad.
Y si algún lector (como siempre, el hipotético y también hipócrita lector de estas líneas) piensa en la elección de este tema le trato de explicar. En recientes estudios realizados en Inglaterra se piensa que "la gente se está volviendo asexuada" sobre todo por el excesivo uso de las computadoras y celulares que nos alejan día a día del placer que representa el contacto del uno con el otro. Hasta en la tan mediocre y estupidizante pornografía de la televisión de la madrugada, uno descubre que todo se propone en la realidad virtual.
Es cuando pensamos que mucho más saludable, pese a lo monstruoso, debe haber sido la desconocida relación entre Alien y su enamorada. Puede haber un exceso de esto que decimos, pero ese hecho de la ficción es mejor que lo que la realidad virtual nos ofrece. Es decir, no sabemos si es mejor sustituir al otro por un celular o una computadora que la posiblemente espeluznante forma de amar con un ser monstruoso.
En esa larga lista de seres inventados por el hombre, desde el "A Bao A Qu" borgiano hasta Alien, nuestra preferencia, por cierto, se encuentra junto a ese ser que abre "El libro de los seres imaginarios" y que habita, en estado letárgico, en el primer escalón de la Torre de la Victoria, en Chitor. Sensible a los valores del alma humano, solo goza de vida y se perfecciona su forma, cuando por las escaleras asciende alguien que es un ser evolucionado espiritualmente. Aparentemente, por lo que se sabe, solamente una vez el "A Bao A Qu" llegó a su perfección. Pensemos en algo diferente para Alien. Alien ya tiene la forma monstruosa y misteriosa que sabemos tiene. Pero acaso en una metáfora de una escalera que desciende hacia los infiernos (multipliquemos la posibilidad infernal) el persigue a los seres que descienden; si estos, aún no condenados de manera definitiva, tienen algún valor espiritual o dan muestras de arrepentimiento, Alien se va transformando en algo menos espantoso. Tal vez solo en una ocasión, cuando se relaciona con Sigourney Weaver, secuencias que alguien ha calificado como una diferente versión de "La bella y la bestia", Alien logra convertirse en algo diferente de su habitual monstruosidad.
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