CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA.
› Por Adrián Abonizio
Pareidolia: Fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible.
Había vuelto cansado de la noche agitada del sábado y lo único que anhelaba era dormir. Su cucha estaba al fondo de la casa, bañaba literalmente por la luna. Abrió y se tiró en la cama, no sin antes arrojar su ropa donde fuera. Al rato despertó porque la luz selenita lo molestaba y un salto tremendo le dió el corazón. La silueta de un viejo monstruo con los fauces abiertas lo estaba esperando en la sombra de la pared para devorarlo. Su camisa sobre la silla había formado al espantajo. Lo supo después de los pálidos, lacerantes diez segundos en que advirtió el suceso. Pareidolia nocturna y textil. La deshizo de un manotazo ignorando que el arte es pareidolia. Y que ésta es superior las más de las veces que la consagración ficticia.
Sentado y evacuando miraba fijamente las formas de las baldozas del baño. Allí decidió algo definitivo que lo asustó: nunca podría pintar aquello que la Naturaleza había impuesto en detalle. Lloró un poco. Nunca más un intento de Rafael, un Da Vinci, un Tintoretto. Lo figurativo le había destruído la fe y los intestinos. Picasso lo salvó de morir de pena y diarrea.
De algunas señoritas que de cerca son feúchas el dicho popular declara que tiene "un buen lejos". El pasaje advierte que la oración sirve también para los caballeros. Es decir que la pareidolia actúa en las gente solo con el prisma magnífico de la distancia. Habrá que ver las cosas. Pero esta historia está narrada por un hombre. "De lejos, de cerca duelen", se dijo, mientras miraba acercársele a su prometida de quien había empezado a desconfiar como que era su bella dama.
Lo llevaron a ver una imagen del Cristo aparecido en una loza del pabellón interior de aquel cementerio de pueblo. Había al menos una docena de comadronas persignándose. El, con total inconciencia susurró: "Es producto de la humedad". Lo fulminaron con las miradas. Para no desgraciarse y perder la atracción que había logrado sobre una de las hijas de una de las señoras, una rubia bellísima que le esquivó la mirada cuando pronosticara la herejía, corrigió. "Es la humedad por las lágrimas del llanto de la Virgen María". "Ahhh", suspiraron con alivio con la respiración procedente de tantas gargantas creyentes. Por la noche, mientras ella se entregaba a las caricias tras el paredón del cementerio, el le susurró que Dios los estaba juntando y haciendo el milagro, como la imagen aparecida.
Pareidola: elefantes en las nubes, roperos que simulan caras, ropa sobre la cama que parecen focas, gente que son arboles y arboles que son gente. El mundo atenta contra el sentido común y se manifiesta de forma inaudita y perfecta. "Y yo que no puedo hacer un cisne para la tarea de mi hijo", se lamenta el cuadrúpedo papá del niño que dibuja tornados en veza de caballitos y rayones como si fueran paisajes. Y que piensa con pena en su padre que no ve nada, pero nada del mundo oculto bajo esos garabatos y se esfuerza en copiar la realidad sentado en la mesa de la cocina con la lengua afuera, borrando y volviendo a borrar. El arte es un equívoco. Y la paternidad también.
La pared tenía una capa de carteles publicitarios de cinco centímetros al menos. Los chicos, arrancando los retazos, habían formado un mural donde aparecían cabezas de candidatos junto a propagandas de gaseosas, alimentos venenosos junto con avisos de sendas para bicis. Lo más exótico fue ver a Anita Martínez abrazada, por circunstancias del trozado del papel y la casualidad hermosa que ostentaba la pareidolia, al Tigre Cavallero y haciendo equilibrio sobre el morro de una lancha, mientras los ojos de Macri, como un demonio de fuego celeste, miraba hacia los arboles desde la torre Eiffell. Binner parecía comer yogurt.
La apofenia se usa a menudo como explicación de afirmaciones paranormales o religiosas. Se ha sugerido que la apofenia es un vínculo entre la psicosis y la creatividad. Se piensa que los humanos somos criaturas buscadoras de patrones por naturaleza, pues la evolución seleccionó positivamente la asocación entre eventos. A la larga, todos seríamos descendientes de quienes cuyos cerebros asociaron todos los ruidos detrás de la hierba como producidos por un animal hostil al acecho. Es como la ilusión llamada pareidolia, pero no se perciben figuras reconocibles en imágenes, sino formas aleatorias exageradas. En suma, es escuchar voces o sonidos que son reales pero que la naturaleza disimula para confundirnos. Cuando nos putean en realidad nos están alabando. La autoestima ante todo.
"Y cuando veo la cara de mi novia veo su cara, la cara de mi ex", musita el analizado. Como ha aprendido la nueva fórmula del lenguaje denominada pareidolia, insiste: "¿Es eso pareidolia, doctor?. No,eso es nostalgia. ...salvo que la vea en las nubes, en los pliegues de una colcha o en un reflejo de sombras, por ejemplo". El analizado calla: en todo eso y en más lugares la ve, pero solo admite, "sí, claro, sería una locura, ¿no doctor?". El profesional, zorro viejo insensible, decide que va llegando la hora de la medicación.
Algunos dibujos animados primitivos de Disney usan la pareidolia al extremo de entrar de lleno en la sicodelia: puertas que son caras, chimeneas que se convierten al cohetes, caracoles por mansiones, sillones que se mutan en oso pardos. Todo un carnaval desquiciado e imaginativo que hizo que corriera la leyenda que los dibujantes tomaban LSD para complementar sus correrías animadas.
Algunos políticos facciosos recurren a la pareidolia confundiendo a la democracia con prostitución. Se paga para que nos satisfagan, no importa la humillación del otro cuerpo ni la llaga moral. Lo principal es el bolsillo, rebajarse ante los Poderes y el simular una cosa por otra bajo un firmamento plagado de nubes artificiales. Hay un presidente que simula ser elegido por los votantes pero en realidad es una fantasmagoría, una pareidolia, un esperpento, una aparición brumosa de quienes le depositaron su nombre en las urnas y ahora se quieren matar. Es un presidente apenas, solo eso. Pobre de él. Pobre de nosotros. Pobre patria.
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